Todo comenzó a principios de julio, cuando Tailandia fue golpeada por una crisis financiera que pronto impactó en la vecina Malasia y comenzó a extenderse hacia Indonesia, Filipinas y Singapur. Muchos expertos la consideraron entonces como una crisis de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), pero se equivocaron, porque pronto las bolsas de valores de Taiwan y Corea del Sur comenzaron a experimentar trastornos similares. Y luego fue el turno de Hong Kong, cuyos temblores repercutieron en todo el mundo. Wall Street se desplomó, al igual que las bolsas de Europa, Rusia y América Latina. Entonces quedó claro que lo que había comenzado como una crisis regional se había transformado en una crisis mundial.
|
|