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No. 75/76 - Enero/Febrero 1998

Crisis Financiera Global

De la economía real a la especulativa

por Bernard Lietaer

El siguiente análisis centra su atención en el alarmante crecimiento de la especulación monetaria mundial. Las consecuencias potenciales son explosivas y amenazan los acuerdos globales, la soberanía de los estados nacionales y la capacidad de supervivencia de la gente común.

En 1975, alrededor de 80 por ciento de las transacciones de divisas estuvieron dirigidas a la realización de negocios en la economía real. Por ejemplo, las monedas cambian de mano para importar petróleo, exportar automóviles, comprar empresas, invertir en carteras o construir fábricas. Las transacciones reales producen o comercializan bienes y servicios. El 20 por ciento restante de las transacciones en ese año fueron de carácter especulativo, es decir que el único propósito era el de obtener lucro a partir de la compra y venta de monedas.

Actualmente, las transacciones de divisas en la economía real bajaron al 2,5 por ciento, y ahora el restante 97,5 por ciento es de carácter especulativo. La economía real se ha convertido en un pequeño porcentaje de la actividad monetaria financiera total.

En 1997 hubo cerca de dos millones de dólares diarios de transacciones monetarias, lo que equivale volcar cada tres días todo el volumen del producto interno bruto (PBI) anual de Estados Unidos en la comercialización monetaria. Hay tres causas acumulativas de este aumento explosivo de la especulación monetaria:

* Redefinición sistémica: la primera acción importante fue la liberación del dólar del patrón oro en 1973, por el entonces presidente de Estados Unidos Richard Nixon. La "flotación" del dólar permitió que los valores monetarios estuvieran determinados por los agentes de los mercados de divisas. Se le dio más valor a las monedas de países con economías fuertes y políticas monetarias y fiscales saneadas que a las monedas de países con economías y políticas inestables o débiles. Esta "apertura" del sistema creó un marco para el juego especulativo.

* Desregulación legal: En los años 80, el ex presidente de Estados Unidos Ronald Reagan y la ex primera ministra británica Margaret Thatcher introdujeron estrategias de desregulación. El Plan Baker, aplicado por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), introdujo esos cambios a una docena de países claves del Tercer Mundo, lo que dio más margen al movimiento internacional del capital y a las empresas que anteriormente no habrían participado de la especulación.

* Tecnología: el fenómeno estructural que subyace detrás del sistema es el cambio tecnológico; la electronización del dinero y la computarización de los sistemas de mercado.

El punto de vista empresarial

Los textos económicos dicen que empresas e individuos compiten por mercados y recursos. Esto no es verdad. Empresas e individuos compiten por el dinero utilizando mercados y recursos. La apertura del sistema, que llevó a la "flotación de las divisas", también creó una nueva clase de activos. Las clases tradicionales de activos son las propiedades inmobiliarias, los bonos, las acciones y los productos básicos (commodities).

Actualmente también tenemos las monedas. Esto significa que el dinero, la vía de intercambio, se ha convertido en un activo que interviene en las carteras de inversión. Este cambio tiene distintas repercusiones según se trate de un inversionista o un comerciante "real". Desde el punto de vista de un inversionista, esta nueva clase de activos -las monedas- tiene ventajas importantes respecto de las anteriores:

* Costos de transacción extraordinariamente bajos. Colocar algunos miles de millones de dólares en divisas es 10 o 20 veces más barato que una transacción de acciones.

* Un mercado que funciona las 24 horas del día.

* El de divisas es, por lejos, el mayor mercado. La colocación de unos miles de millones de dólares en el mercado accionario implica una alteración del valor de las acciones y es visible a los demás inversionistas. Esto es así en la mayoría de los mercados de bonos, salvo en Estados Unidos y algunos mercados europeos por su gran tamaño.

Debido a estas tres ventajas, la prestación de dinero a la gente -para comprar inmuebles, automóviles o ampliar el giro comercial- ya no es la mejor forma de hacer dinero. El mercado de divisas es lo ideal. Los bancos ya no son más los grandes actores en términos de proveedores de crédito. En los últimos 25 años, el porcentaje de prestación total de crédito de los bancos, como fuente de financiamiento en América, cayó del 75 al 26,5 por ciento. Para los grandes bancos internacionales, como el Chase Manhattan, Citicorp, Bank of América, Barclays o Simitomo, el comercio de divisas generalmente representa como mínimo el 20 por ciento del total de ingresos. En un buen año será más del 50 por ciento.

Al considerar el punto de vista de los llamados negocios reales -los que fabrican automóviles, minas, o productos electrónicos-, el "riesgo cambiario" ha llegado a ser el mayor riesgo de la actividad comercial internacional, con frecuencia mayor aún que el político o de mercado. Por ejemplo, si una empresa química alemana invierte en una fábrica en India, hace la inversión en marcos alemanes. Los productos químicos de esa fábrica que se venden a escala local son pagados en rupias, la moneda de India. Si el valor de la rupia llega a caer con relación al marco alemán, entonces también caerá la rentabilidad de la inversión original. En resumen, el mayor riesgo de tales inversiones no es si los indios comprarán los productos químicos (riesgo de mercado) o si el gobierno nacionalizará la fábrica (riesgo político), sino los cambios de los valores de las monedas en juego (riesgo cambiario).

Las empresas han seguido dos grandes estrategias para enfrentar este riesgo. La primera es la reorganización del conglomerado empresarial. Los sectores de producción y comercialización se están descentralizando porque el riesgo no radica allí y porque la adaptación a las circunstancias locales puede ser manejada de mejor manera a escala local. Esto también provoca la dispersión de las instalaciones productivas a otros países. Pero mientras por un lado se está descentralizando la producción y la comercialización, por el otro se están centralizando las funciones financieras y de hacienda. Hace 20 o 30 años, cuando una compañía estadounidense tenía una fábrica grande en Alemania, la fábrica solía manejar sus propias finanzas. Ya no más. Ahora todo esto se hace centralmente en la sede de la empresa.

La segunda estrategia que persiguen las grandes empresas es un ajuste de su personal ejecutivo. En los años 40 y 50, cualquiera que fabricaba un producto podía venderlo. Así, un gerente con experiencia en producción sin duda era candidato a encargado ejecutivo. En las décadas del 60 y el 70 eso cambió. De pronto, la experiencia en comercialización pasó a ser un elemento clave para los altos cargos. Pero luego, en los 80 y 90 los que están a cargo son los especialistas financieros. Ellos son los que definen. Eso también cambió el punto de vista de la empresa y es una reacción al nuevo riesgo del que estamos hablando.

Hay que destacar dos hechos. El primero es que actualmente, la mayor institución financiera privada de Estados Unidos es General Electric. El segundo es que quienes están asumiendo el mayor riesgo cambiario son los que manejan una única moneda. Es decir, la mayoría de la gente. Todo aquél que sea propietario de su casa, maneje una única moneda (ya sea dólares, marcos alemanes o yenes) y tenga sus ahorros e ingresos en esa misma moneda, está asumiendo el mayor riesgo. Se arriesga a que todo su activo se devalúe en la eventualidad de la caída de su moneda. En un mundo de divisas flotantes, no diversificarse en monedas es como tener una cartera de acciones con una sola acción.

Primera consecuencia

La primera consecuencia de este estado de cosas es que los gobiernos nacionales están en vías de perder su poder. El estado nacional es la única entidad que no puede arreglárselas en este nuevo entorno. No tiene forma de ganar poder frente al capital global y la informática.

Quienes comercian en los mercados cambiarios están efectivamente incidiendo en los gobiernos con la venta de la moneda de un país toda vez que no están satisfechos con las políticas de ese gobierno. Si hay una cantidad suficiente de especuladores que actúen en conjunto, el valor de una moneda puede desmoronarse, creando una "crisis monetaria".

Estas abultadas ventas repentinas son consideradas por los gobiernos como "ataques" al valor de sus monedas. La devaluación de una monda puede ocurrir en un plazo muy corto, en días o incluso en horas, debido al nuevo sistema de comunicaciones de alcance mundial. No existen negociaciones ni conversaciones ni nadie que se siente en una mesa y diga: "esto es lo que vamos a hacer" o "¿qué tal con renegociar esta parte?". Sencillamente, de golpe, uno se enfrenta a la crisis de una moneda de determinado país. Tal fue el caso de la caída de la libra esterlina británica en 1991, las monedas escandinavas en 1992 y 1993, y el peso mexicano en 1994.

En el futuro es posible esperar una devaluación de ese tipo (un "ataque") al dólar estadounidense, que es el eje de todo el sistema. Pero uno podría preguntarse por qué los agentes comerciales querrían sacar al eje. Bien, desde el punto de vista de un agente individual, no importa cuál es la moneda que da beneficios. El sólo especula. Si hay una cantidad suficiente de agentes del mercado cambiario que consideran que existe la oportunidad de sacar ventaja de las fluctuaciones del dólar, la aprovecharán, porque nadie cree que su acción individual echará abajo a todo el sistema.

Segunda consecuencia

Los bancos centrales a menudo pueden intervenir cuando una moneda es atacada, ya sea comprando o vendiendo para contrarrestar a los especuladores. Pero los volúmenes de dinero que se están comercializando son tan enormes que ni siquiera los bancos centrales pueden evitar sentir el impacto. Todas las reservas de todos los bancos centrales juntos ascienden a unos 640.000 millones de dólares, de manera que podrían ser vaciadas en un tercio de un día normal de actividad especulativa.

Esto conduce directamente a una segunda consecuencia: un creciente interés en la inestabilidad del mercado porque es allí donde existe la oportunidad para obtener ganancias extraordinarias. Las grandes fluctuaciones de los valores de las monedas permiten que se obtengan suculentas ganancias con su comercialización.

Consideremos las declaraciones de líderes de posiciones opuestas. "La mayor preocupación actual es el creciente interés creado en la inestabilidad", dijo Paul Volcker, ex gobernador de la Reserva Federal de Estados Unidos, en Changing Fortunes. "La inestabilidad es acumulativa, de manera que está asegurado el posible quiebre de las divisas de flotación libre", expresó George Soros, el mayor especulador cambiario actual, en The Alchemy of Finance.

Ambos concuerdan en que hay mucha más gente ahora que tiene interés en beneficiarse de la inestabilidad; previamente tenían interés en la estabilidad. Si se tiene un sistema inestable, es sólo cuestión de cuándo se irá de las manos. Explotará en el momento en que el dólar estadounidense experimente una crisis. Cuando esto ocurra, al mundo no le quedará ningún sistema. El único antecedente es el colapso del sistema monetario romano.

En la crisis de 1929, el sistema monetario se sostuvo. Hubo otros tipos de problemas -desempleo, caídas de los mercados accionarios, inflación de la moneda en Alemania-, pero había un patrón oro que se mantuvo. Actualmente no hay un patrón oro en el que apoyarse. De manera que no existen antecedentes para un colapso de esta naturaleza. Y esto sería un fenómeno verdaderamente global. Todas las monedas del mundo están basadas en el dólar. De manera que si hay una crisis del dólar, se saca el eje y explota.

Tercera consecuencia

La tercera consecuencia resulta muy familiar. Como una gran parte de las monedas nacionales -alrededor de dos billones de dólares por día- están girando en la cibereconomía financiera, no hay un medio de intercambio satisfactorio que esté a disposición de la gente que se encuentra en el último peldaño. Las monedas nacionales no están ampliamente a disposición de las partes más pobres de la población. La era del trabajo como componente esencial de la producción se ha ido. Importa como fuente proveedora de "dinero", es decir, moneda nacional. Aunque el desempleo estructural está aumentando, la economía puede seguir "creciendo" muy bien y la tecnología nos hará cambiar aún más hacia esa dirección.

Por otro lado, en los países desarrollados está apareciendo un fenómeno nuevo: la explosión de "monedas locales", dinero que no es la moneda nacional. Esto no se ha visto desde la Gran Depresión, cuando hubo literalmente miles de monedas locales en Estados Unidos y otros países afectados por el desempleo masivo. Al apoyar el desarrollo de esquemas de monedas locales, tal vez se esté abonando el terreno para el próximo sistema. Esto podría convertirse en una de las formas más poderosas para apoyar el control ciudadano.

(Bernard Lietaer, quien tuvo una exitosa experiencia como especulador cambiario para los fondos de cobertura Gaia, es investigador del Centro para Recursos Sustentables de la Universidad de California, Berkeley. Su nuevo libro, The Future of Money: Beyond Greed and Scarcity, aparecerá este año).

De IFG News, Nº 2, Verano de 1997. IFG News es publicado por el Foro Internacional sobre Globalización, una alianza de activistas, intelectuales, economistas, investigadores y escritores de más de 19 países, que busca estimular un nuevo pensamiento sobre la llamada economía global.






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