No. 75/76 - Enero/Febrero 1998
América Latina
Brasil es la puerta de entrada de la crisis
La gran oscilación que volvieron a vivir las bolsas en Brasil el 12 de enero reforzó los análisis que señalan a este país como la puerta de entrada de la crisis financiera asiática en América Latina.
En la Bolsa de Sao Paulo, las acciones llegaron a caer ocho por ciento en la tarde del lunes 12 de enero, reflejando el bajón en Hong Kong y confirmando la extremada sensibilidad a los problemas de Asia. Pero se recuperaron, cerrando con un alza de 1,19 por ciento, gracias a mejores noticias de la Bolsa de Nueva York. La Bolsa de Río de Janeiro, menos importante, cerró el día con un índice negativo de 2,1 por ciento.
Mientras la turbulencia baila en Asia, de Hong Kong a Tailandia, Corea del Sur e Indonesia, y amenaza incluso a Japón, todos parecen coincidir en que el epicentro regional en América Latina se ubica en Brasil.
El economista estadounidense Alberto Fishlow, amigo del presidente Fernando Henrique Cardoso y otros miembros del gobierno brasileño, echó más leña al fuego. En una entrevista publicada por el diario O Estado de Sao Paulo el domingo 11 de enero, apuntó a Brasil como probable blanco de un nuevo ataque especulativo en dos o tres semanas. La nueva embestida empezará en Hong Kong, repitiendo una situación similar a la de octubre, previó. El desastre del lunes 12 en Hong Kong, con la quiebra de la empresa financiera Peregrine Investment Holdings que provocó la caída de 8,7 por ciento en la bolsa, amplió el nerviosismo, pareciendo indicar que Fishlow sólo se equivocó en la fecha.
El economista estadounidense, que orientó el doctorado del ministro brasileño de Hacienda, Pedro Malán, en la Universidad de California, destacó que Brasil está mejor preparado ahora para enfrentar y sobrevivir al nuevo ataque. Pero "Brasil perderá reservas, tendrá que mantener las altas tasas de interés y el panorama continuará incierto", incluso para la reelección de Cardoso en octubre, lamentó.
A fines de octubre y comienzos de noviembre, el país perdió casi 10.000 millones de dólares de sus reservas, que hoy se mantienen en unos 53.000 millones de dólares. Como respuesta, el gobierno duplicó las tasas de interés primarias a 43 por ciento y adoptó 51 medidas de austeridad fiscal.
Malán aseguró que Brasil está en condiciones de superar cualquier dificultad, con las medidas puestas en marcha y el "Congreso reunido para aprobar las reformas" que, en su opinión, consolidarán la estabilidad de la moneda nacional. "El real no será devaluado", garantizó, recordando que el cambio en Brasil no es fijo. Con el sistema de bandas adoptado desde 1995 el Banco Central promueve devaluaciones mensuales de cerca de 0,6 por ciento, que según analistas del mercado podrán aumentar a 0,7 o 0,8 por ciento.
Existe consenso en que la vulnerabilidad de la economía brasileña se debe a su dependencia del capital extranjero y se estima que este año tiene necesidad de captar unos 46.000 millones de dólares. El déficit en cuentas corrientes, según prevé el mismo gobierno, se acercará a unos 30.000 millones de dólares, un poco menos que el año pasado, porque las medidas adoptadas deben reducir el desequilibrio comercial y otras pérdidas de divisas, como las del turismo.
Otro problema, que se apunta como origen de todos los males, es que el gobierno no logra bajar el déficit fiscal a niveles seguros. Fracasó en lograr un superávit primario (sin incluir intereses pagados y actualización monetaria) de 1,5 por ciento del producto interno bruto en 1997, quedando cerca de cero.
De las 51 medidas fiscales y de estímulo a exportaciones, anunciadas en noviembre, unas 15 no se han hecho efectivas y difícilmente serán aplicadas. Una reforma constitucional clave, como la de la seguridad social, enfrenta dificultades en la Cámara de Diputados.
Aunque se reconozca que Brasil está mejor preparado para hacer frente a un ataque a su moneda, los analistas temen una prolongación y agravamiento de la crisis asiática, generando una situación insoportable para cualquier gobierno. El economista recordó que "Hong Kong tiene reservas de unos 90.000 millones de dólares".
La crisis llega a Chile
Chile es otro ejemplo de que la situación puede escapar al control de cualquier país. El lunes 12, el Banco Central se vio obligado a realizar una nueva incursión en el mercado cambiario para controlar el dólar, mientras el cobre siguió en baja, la bolsa comenzó la semana con incertidumbre y los pronósticos económicos eran reservados.
Todos estos síntomas han llevado a medios locales a hablar de señales de crisis para la sólida economía chilena, pero también se señala que las perturbaciones tienen origen fuera de fronteras. Autoridades y representantes del sector privado reconocen el efecto de la denominada crisis asiática sobre la economía chilena, que genera dudas sobre el comportamiento de las exportaciones y de los mercados financieros nacionales.
El precio del dólar superó la barrera de los 470 pesos, con lo cual se ratificó una tendencia alcista iniciada a fines de noviembre, cuando se cotizaba a 415 pesos, y que durante las primeras semanas de enero provocó numerosas intervenciones del Banco Central. La última incursión del instituto emisor en el mercado de cambios logró disminuir el precio del dólar en 10 pesos, aunque al precio de la venta de una cantidad no precisada de divisas.
Entre tanto, la Bolsa de Valores registró al empezar las transacciones una baja de dos por ciento, después de que la semana anterior acumulara una caída de 10 por ciento, que preocupó a observadores financieros, pues se teme por el desempeño de las empresas. Y además, se acentuó la caída del cobre, que pasó de 74,8 centavos de dólar por libra de la semana anterior a 73,8 el lunes 12, confirmando que será difícil que este producto, el principal generador de divisas del país, alcance los 103,9 centavos que mantuvo de promedio por libra en 1997.
En un informe sobre "El impacto de la crisis asiática", el matutino económico El Diario advirtió que "el comienzo del año no pudo ser peor". Las perturbaciones financieras, que ganaron en intensidad en los primeros días de este año, forzaron al Banco Central a anunciar un aumento de medio punto en la tasa de interés interbancaria, hasta siete por ciento. La medida no logró frenar la compra de dólares, aunque desvió a las colocaciones a interés capitales que se transan en la bolsa, lo cual habría acentuado la tendencia a la baja de las acciones.
El presidente del Banco Central, Carlos Massad, ya advirtió a los actores de la economía chilena que "la palabra prudencia es clave para 1998", y precisó que tanto el sector público como el privado, e incluso los particulares, deben ser cuidadosos en el gasto y el endeudamiento. El ministro de Hacienda, Eduardo Aninat, aseguró que su despacho mantiene una estricta vigilancia sobre el comportamiento de la economía y los factores externos que pudieran afectarla. "Es obligación de la autoridad económica revisar y actualizar la información proveniente de Asia-Pacífico", comentó.
Pero Massad no puso en duda la solidez de la economía chilena, que según un informe del Banco Central logró un crecimiento entre 6,5 y 6,7 por ciento el año pasado. Actores privados han sido más cautelosos, pues consideran que aún no está claro cual será el efecto de la crisis asiática, dado que el sudeste de Asia es uno de los principales destinos de las exportaciones chilenas.
Preocupación en Argentina
Economistas y agentes bursátiles de Argentina admitieron su preocupación y pesimismo ante la persistencia de la crisis financiera en Asia. Las acciones bursátiles de Argentina -que cayeron 15 por ciento en la primera semana del año- se resintieron en la apertura de la jornada del lunes 12 de la caída promedio de cinco por ciento de los valores líderes de Wall Street.
El economista Ricardo López Murphy manifestó preocupación ante el retroceso de las bolsas de Hong Kong y Tokio, que hizo impacto en Taiwan y Singapur, así como de las bolsas europeas y Wall Street. La onda expansiva originada en Asia repercutirá en Argentina no sólo en el mercado de acciones, sino que aumentará el costo del financiamiento externo y provocará retroceso productivo y una caída del empleo, predijo López Murphy, quien alertó además sobre el efecto de la devaluación de las monedas del sudeste asiático en el comercio exterior de países emergentes, como muchos de los latinoamericanos, que deberán competir en condiciones desiguales con los productos de aquella región.
El presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Julio Macchi, consideró improbable que el sistema financiero argentino se resquebraje. A su juicio, las medidas de salvaguarda adoptadas por el gobierno en 1995, después de la crisis mexicana, servirán para amortiguar un impacto grave. Sin embargo, admitió que la crisis fue subestimada en un principio por la opinión pública y las autoridades en Argentina, cuando se creyó que sólo se estaba ante un problema bursátil. "Estamos ante un fenómeno que desconocemos", reconoció Macchi, aludiendo a los alcances y persistencia del cimbronazo originado en Asia. (IPS)
|