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Cuando concurrí a Singapur en diciembre de 1966 para asistir como observador a la primera reunio'n ministerial de la Organización Mundial de Comercio, una de las demandas que la Red del Tercer Mundo y muchas otras organizaciones de la sociedad civil queríamos formular era la de mayor oportunidad de participación para las organizaciones no gubernamentales y mayor acceso de la ciudadanía a las deliberaciones de este organismo, sucesor del GATT, que tanto peso tiene en la definición de los rumbos del proceso de globalización.
A los pocos días de reunión descubrimos que en la práctica muchas de las delegaciones de los gobiernos del Sur recurrían a la prensa o a los observadores no gubernamentales preguntando si sabían qué estaba pasando... las negociaciones en la OMC son tan poco transparente que apenas una treintena de los casi doscientos miembros participan en ellas, por invitación del director general, Renato Ruggiero, mientras que los restantes países ni siquiera saben qué y quienes están decidiendo sobre temas que afectarán profundamente a sus países.
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