No. 66 - Abril 1997

Los intelectuales y la globalización

por Renato Constantino

Los intelectuales del Sur tienen la pesada carga del pensamiento colonialista. Siglos de educación imperialista han dejado un legado de dependencia que suele manifestarse en una aceptación sin cuestionamientos de las ideas del Norte y de sus prescripciones. Pero su participación en las luchas de liberación también los ha condicionado para no ser atrapados tan fácilmente. Son herederos de una tradición inspiradora de los poderosos movimientos de independencia que a mediados de siglo lograron desprender a gran parte del mundo del yugo colonial.

Actualmente, son importantes protagonistas de la lucha contra el discurso hegemónico del Norte, que parte de muchos centros de poder, principalmente de las empresas trasnacionales, los organismos multilaterales y los gobiernos de los países industrializados.

El puntal ideológico de este discurso hegemónico es el neoliberalismo, que postula la privatización, la desregulación, la liberalización de las importaciones y la orientación de las exportaciones como medio de lograr competitividad mundial y, por tanto, éxito económico. El objetivo sería un "mundo sin fronteras" donde inversiones, productos y personas fluyan libremente para beneficio de todos. Los hechos, sin embargo, demuestran que la globalización sólo trae ventajas para un grupo desproporcionadamente pequeño.

El discurso del Norte tiene tal fuerza que resulta difícil de desenmascarar. Sólo puede ser refutado por quienes son capaces de crear una contraconciencia de resistencia. Los intelectuales deben ser el antídoto a los líderes políticos, que actúan en función de consideraciones pragmáticas.

En este sentido, es necesario diferenciarlos de la "intelectualidad mercachifle", producto de instituciones oficialistas y beneficiarias de las fundaciones del Norte, entrenada en el arte de manipular, reordenar y ajustar su producción a las demandas del mercado. Son los cerebros de las trasnacionales, los tecnócratas de los gobiernos que aplican políticas prescritas por organismos multilaterales, los propagandistas de la globalización que ridiculizan a quienes hablan en contra del menoscabo de la soberanía nacional y el empobrecimiento de los sectores vulnerables. Ha invadido los medios de comunicación y de allí influye sobre la opinión pública con argumentos sofisticados y un diestro manejo de la computadora, desacreditando cualquier alternativa al modelo neocolonial de desarrollo.

Despojada de su retórica engañosa, la globalización no es más que un intento del Norte por recolonizar al Sur.

Los intelectuales son importantes custodios de los valores indígenas y pueden ser eficaces defensores de las culturas avasalladas por la avalancha cultural del Norte, promotor de un estilo de vida consumista y antiecológico. Son un recurso precioso de la sociedad y cuando ésta deja de valorarlos emprende una vía segura de extinción. Pero cuando los intelectuales dejan de apoyarse en sus propias raíces culturales, pierden influencia y se transforman en burócratas y mercachifles.

La marginación del intelectual es una tendencia preocupante en el Sur. En muchos países de Asia, la tradición intelectual pierde rápidamente importancia en la era de la globalización. El interés por aprender desaparece a medida que se instalan el entretenimiento y la trivialidad.