No. 66 - Abril 1997
Volanteando en la red
Desde que la red es red a muchos se les ha ocurrido la idea de volantear, de reproducir un mensaje miles o millones de veces para que llegue a la mayor cantidad de gente posible. La idea no es nueva, sólo que la red les da la herramienta ideal para hacerlo. También desde siempre, volantear (o spamming, ciberneologismo inglés que viene de un verso de los Monty Python) ha sido considerado de mala educación, incluso quizás uno de los cibercrímenes más detestados por el resto de los usuarios, o sea los que no volantean.
Las volanteadas de antaño, que por lo general sólo afectaban a los Grupos de Interés (newsgroups) de la Usenet, eran juego de niños comparado con lo que puede lograrse ahora. En aquellos tiempos iban dirigidos a unos 6.000 Grupos de Interés, con una audiencia no cuantificada pero que debía rondar en unos cientos de miles. Como un Grupo de Interés es en realidad una cartelera pública, pocos se sentían personalmente muy agraviados, aunque sí contrariados, al encontrar un mensaje titulado "¡Liberar a Mario Lanza!", por ejemplo, en un grupo dedicado a los modems de alta velocidad.
Todo ha cambiado. Si usted es un viejo usuario de la red, sus pasadas y presentes direcciones electrónicas probablemente ya hayan sido capturadas por los "cazadores de direcciones" que han hecho de las volanteadas un negocio. A diario se reciben mensajes que van de lo irritante ("Hágase rico en seis meses volanteando la red como yo hago, simplemente mándeme un dolar y le diré cómo") hasta lo probablemente ofensivo ("10.000 chicas desnudas en nuestro site"). No sé si volanteando se hace mucho dinero (probablemente no), pero hay otros que sí están haciendo dinero vendiendo bases de datos de direcciones: hoy se pueden comprar muchas, algunas dicen contener hasta dos millones de direcciones electrónicas "garantizadas", por sumas que rondan los cien dólares.
A juzgar por la cantidad de volantes que se reciben, el mercado para estos productos está en alza.
Una cosa es segura: el spammer se ganará el desprecio de la mayoría de los destinatarios y, a veces, el desprecio se convierte en venganza. Recientemente, un spammer recibió su castigo a través de un mensaje falsificado, que parecía emitido desde su cuenta personal en America On Line, por el cual se ofrecía pornografía infantil. No tardó en recibir la visita del FBI, ver sus cuentas suspendidas y sus cuentas bancarias congeladas. Volantear, con o sin Internet, siempre ha sido peligroso.
Ver http://www.hart.bbk.ac.uk/~trish/maponline/MAP09.html (en Inglés)
|