La gigantesca y oportuna ayuda proporcionada a Uruguay resulta inexplicable desde una óptica estrictamente local. El resultado acumulado de una política económica ciegamente persistente en el error, los efectos de la devaluación brasileña de 1999 y el "contagio" de la reciente debacle argentina, condujeron a Uruguay a la mayor crisis de su historia. Mientras el aparato productivo se ha arruinado como consecuencia de la apertura indiscriminada, cunde el desempleo, nuevos y crecientes sectores de la población caen en la pobreza y la recesión alcanza su cuarto año consecutivo, el derrumbe del sector financiero pone el punto final a un proceso notablemente fracasado.
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