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Se recuerda a los artistas por sus músicas o pinturas, a los estadistas por leyes o planes de gobierno y a los deportistas por las copas o medallas conquistadas. Pero cuando murió Herbet de Souza, conocido sólo por el sobrenombre cariñoso de Betinho, pocos obituarios brasileños lo recordaron como el autor de una pequeña joya literaria como La Lista de Ailce y menos aún por sus incisivos ensayos sobre la democracia, las empresas transnacionales y el Banco Mundial.
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