No. 74 - Diciembre 1997
Se recuerda a los artistas por sus músicas o pinturas, a los estadistas por leyes o planes de gobierno y a los deportistas por las copas o medallas conquistadas. Pero cuando murió Herbet de Souza, conocido sólo por el sobrenombre cariñoso de Betinho, pocos obituarios brasileños lo recordaron como el autor de una pequeña joya literaria como La Lista de Ailce y menos aún por sus incisivos ensayos sobre la democracia, las empresas transnacionales y el Banco Mundial.
Se recuerda a los artistas por sus músicas o pinturas, a los estadistas por leyes o planes de gobierno y a los deportistas por las copas o medallas conquistadas. Pero cuando murió Herbet de Souza, conocido sólo por el sobrenombre cariñoso de Betinho, (fecha) pocos obituarios brasileños lo recordaron como el autor de una pequeña joya literaria como La Lista de Ailce y menos aún por sus incisivos ensayos sobre la democracia, las empresas transnacionales y el Banco Mundial.
Es que el legado de Betinho, su "obra" o su "milagro" como quieren los teólogos que han propuesto su canonización, no se parece a la de otros sociólogos o a la de los políticos sino a la de los profetas: Betinho cambió la conciencia de Brasil. Y con ella el rumbo de la historia. Como aquel niño que señaló al rey con el dedo y dijo que estaba desnudo, Betinho escribió "basta ya" en un editorial e inició el Movimiento por la Etica en la Política que derrocó al presidente Fernando Collor de Mello.
Miles de personas manifestando en las calles impulsaron a los políticos a usar por primera vez en Brasil el mecanismo constitucional del impeachment, en vez del tradicional golpe de Estado, para librar al país de la corrupción institucionalizada. Y cuando no se habían terminado aún las celebraciones por esta victoria cívica, Betinho volvió a transformarse en la conciencia crítica del país, señalando que jamás podía haber democracia con más de 30 millones de hambrientos y que no había gobierno capaz de resolver este tema si la sociedad no comenzaba por hacer su parte.
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