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   No. 74 - Diciembre 1997
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Ambiente


No. 74 - Diciembre 1997

Protocolo sobre cambio climático

Un acuerdo lleno de lagunas

Ministros de Medio Ambiente de todo el mundo produjeron un acuerdo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero 5,2 por ciento en el 2012, durante la Conferencia sobre Cambio Climático, celebrada en diciembre en Japón, pero persisten dudas sobre el impacto real del llamado protocolo de Kioto.

El acuerdo para reducir 5,2 por ciento en 2012 las emisiones de gases de efecto invernadero alcanzado en la Tercera Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, celebrada del 1 al 11 de diciembre en Kioto, Japón, ya es considerado un tratado a medias, lleno de lagunas. Muchos de los temas causantes de división, entre ellos el polémico comercio de emisiones, no fueron resueltos, quedando pospuestos para discusiones a celebrarse el año próximo.
Aún así, es la primera vez que 34 países industrializados se comprometen legalmente a metas para la reducción de la producción de gases con efecto invernadero, causantes del recalentamiento del planeta. Estos mismos países se comprometieron en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992 a reducir las emisiones en el año 2000 a los niveles de 1990. Pero la mayoría no lo hizo. En efecto, sus emisiones aumentaron entre ocho y nueve por ciento desde 1990.

Después de extender un día las conversaciones fijadas entre el 1 y el 10 de diciembre, negociadores de 160 países ratificaron formalmente el protocolo de Kioto. Finalmente Estados Unidos, el mayor productor de dióxido de carbono responsable del 25 por ciento de las emisiones totales, dijo que las reduciría siete por ciento por debajo de los niveles de 1990 antes del 2012. La Unión Europea, que había buscado una reducción uniforme de 15 por ciento entre los países industrializados, dijo que reducirá las emisiones ocho por ciento en el 2012 y Japón se comprometió a reducirlas en seis por ciento en ese año.

Las presiones de Estados Unidos

Como resultado de las presiones de Estados Unidos, el protocolo cubre los seis gases de efecto invernadero: dióxido de carbono, óxido nitroso, metano, hidrofluorocarbonos, perfluorocarbonos y hexafluorido sulfuroso. En un principio, las conversaciones se limitaron a los tres primeros, pero el jefe de la delegación de Estados Unidos, Sturat Eizenstat dijo que es ambientalmente correcto incluir a los otros aunque la meta parezca menos ambiciosa.

Los países en desarrollo dijeron que fue la única opción que tuvieron, dado el alto grado de dificultad de las negociaciones. En general, fue un acuerdo aceptable ya que, después de todo, "debió acompasar preocupaciones de una naturaleza muy global", dijo Vijay Sharma, de India.

Pero activistas defensores del medio ambiente afirman que las posibilidades de que únicamente las metas conduzcan a reducciones de los gases invernadero y cambios en los dilapidantes estilos de vida en el mundo en desarrollo son más que inciertas. Bill Hare, de la organización ambientalista internacional Greenpeace, comentó que la propuesta de reducciones de cinco por ciento "está tan llena de lagunas que parece un queso suizo".

La eficacia del acuerdo

Los ambientalistas examinan si los países industrializados estarán en efecto obligados a reducir las emisiones en sus territorios, y qué medidas asegurarán que el incumplimiento sea penalizado. En otras palabras, las disposiciones que no figuran en el acuerdo son tan importantes como aquellas que componen el protocolo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

La organización Amigos de la Tierra señaló que Estados Unidos probablemente compre emisiones de Europa central y oriental, mientras continúa emitiendo gases invernadero en su territorio. Y añadió que mientras las metas finales representan un "cambio significativo" de las posiciones negociadoras de Europa y Estados Unidos, son mucho menores que el recorte de 15 por ciento al que aspiraba en principio la Unión Europea.

Christopher Bals, de la organización Germanwatch, dijo que el protocolo tenía numerosas lagunas que convertían a las metas de reducción en objetivos de estabilización. "Para el clima este es un resultado muy insatisfactorio", afirmó. No obstante, aseguró que los objetivos del acuerdo son una clara señal de que "la época de la industria de combustibles fósiles está llegando a su fin y la hora de las energías alternativas se vislumbra en el horizonte".

Pero apenas finalizada la Conferencia de Kioto comenzaron a surgir obstáculos políticos. Poco después de que los funcionarios anunciaran el acuerdo, congresistas estadounidenses prometieron "aniquilar" el pacto sobre cambio climático cuando llegue el momento de su ratificación. (IPS)


Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático

Durante la década de 1980 los datos aportados por los científicos sobre un posible cambio climático a escala mundial despertaron un interés cada vez mayor entre el público. Por tal motivo, en los años 90 se organizaron diversas conferencias internacionales, en las que se hicieron llamamientos urgentes con el fin de preparar un tratado mundial para hacer frente a dicho problema. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) respondieron a esos llamamientos creando un grupo de trabajo intergubernamental que se encargaría de preparar las negociaciones de ese tratado. Desde entonces se han hecho enormes progresos debido, en parte, al trabajo realizado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre los Cambios Climáticos (IPCC) y a la celebración de reuniones como la Segunda Conferencia Mundial sobre el Clima (1990).

En respuesta a la propuesta formulada por el grupo de trabajo, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció, en su período de sesiones de 1990, el Comité Intergubernamental de Negociación para la Convención Marco sobre el Cambio Climático (CIN/CMCC), al cual encomendó la redacción de una convención marco, así como de cualquier instrumento jurídico conexo que estimase necesario. Los representantes de más de 150 países sostuvieron negociaciones durante cinco reuniones celebradas entre febrero de 1991 y mayo de 1992 y, finalmente, el 9 de mayo de 1992 fue adoptada la Convención Marco sobre el Cambio Climático en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.

Poco tiempo después, 155 países firmaron la Convención en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, conocida con el nombre de Cumbre para la Tierra, que tuvo lugar en Río de Janeiro en junio de 1992. Desde entonces, otros estados han firmado la Convención y un número de países cada día mayor ha procedido a ratificarla. La Convención entró en vigor en 21 de marzo de 1994, 90 días después de que fue depositada la quincuagésima ratificación. La primera reunión de la Conferencia de las Partes tuvo lugar en Berlín, desde el 28 de marzo hasta el 7 de abril de 1995. El CIN/CMCC se disolvió desde entonces y la Conferencia de las Partes se hizo cargo del largo proceso de aplicación de la Convención.
Países en desarrollo, los más perjudicados

Los países en desarrollo, entre ellos los de América Latina, son mucho más vulnerables a los impactos adversos del cambio climático que los industrializados, que disponen de medios financieros y tecnológicos, según un documento preparado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático para la Tercera Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático celebrada en Kioto, Japón. Los países Africa y América Latina son "particularmente vulnerables" a las consecuencias negativas del recalentamiento de la Tierra.

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático fue creado en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), y comprende a unos 2000 científicos de todo el mundo.

El informe destacó que la pobreza, las sequías recurrentes, la distribución desigual de la tierra y la sobredependencia de la agricultura con riego natural por lluvias son los factores que hacen a Africa "particularmente vulnerable". Aunque las opciones de adaptación están disponibles en teoría, en la práctica "las acciones de respuesta humanas, infraestructurales y económicas podrían estar más allá de los medios de algunos países", explica el estudio. América Latina ocupa el segundo lugar en la escala de vulnerabilidad ante el deterioro ambiental causado por la variabilidad climática y las prácticas de uso de la tierra.

El recalentamiento del planeta "agravará los problemas socioeconómicos y de la salud, estimulará la migración de las poblaciones costera y urbana, y profundizará los conflictos nacionales a internacionales", auguran los científicos. El informe también prevé que extensas áreas de selvas y cordillera serán afectadas como resultado de cambios en el clima, ya que los ecosistemas de montaña y las zonas de transición entre tipos de vegetación son extremadamente vulnerables.

El cambio climático agravaría los efectos adversos de la continua deforestación en la selva amazónica. Esto provocará pérdidas de la biodiversidad y reducción de las lluvias dentro y fuera de la cuenca del Amazonas, y afectará el ciclo del carbono. La reducción en la producción agrícola se pronostica en las principales cosechas de México, los países de América Central, Brasil, Chile, Argentina y Uruguay. El Panel Intergubernamental afirma que las pérdidas de tierras costeras y biodiversidad afectarán a costas bajas y estuarios en América Central, Venezuela, Argentina y Uruguay.

El informe también espera que el cambio climático agreda a Asia tropical, sumándose a otras presiones como la rápida urbanización, la industrialización y el desarrollo económico. Estos factores contribuyen a la explotación insustentable de los recursos naturales, una mayor contaminación, degradación de la tierra y otros problemas ambientales.




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