No. 74 - Diciembre 1997
Betinho
Un Gandhi brasileño
por
Víctor L. Bacchetta
Conocí a Betinho en 1964, en la casa de La Teja en donde vivíamos un grupo de amigos, estudiantes universitarios en su mayoría. Compartíamos valores de solidaridad y justicia social que expresábamos fundamentalmente a través de la actividad gremial.
Lo primero que llamaba la atención en Betinho era su aspecto físico. Impresionaba la piel casi pegada a sus delgados huesos, que parecía que podrían sostener apenas su pequeña estatura. Pero lo inmediato que se destacaba era su locuacidad y enorme vitalidad.
La explicación de que había tenido tuberculosis, que se trataba además de un hemofílico, que por cualquier golpe, por pequeño que fuera, podía desangrarse y morir, daba cuenta sí de su imagen exterior, pero había una contradicción muy grande con su comportamiento.
En nuestra casa Betinho se convirtió naturalmente en el centro de atención de todos. Los relatos de su vida, de su participación en la militancia social, católica y estudiantil en Brasil, se adelantaban a nuestra experiencia, nos instruían y nos llenaban de entusiasmo.
A esa altura Betinho era dirigente de Acción Popular, un grupo decantado de esa actividad anterior, que buscaba la justicia social por medios políticos revolucionarios. Fue el camino que, con las diferencias del caso, muchos seguimos después en Uruguay.
Betinho no permaneció mucho tiempo aquí. Lo volvimos a encontrar en un congreso de Acción Popular en territorio brasileño. Pasó meses de clandestinidad en un sótano, de donde sólo podía salir para ciertas reuniones. Ante la inminencia de la prisión y la tortura tuvo que irse del país. Chile, Canadá y México fueron lugares de exilio en donde Betinho dejó su huella de hormiguita inagotable. Por encontrarnos a veces o por noticias que llegaban, sabíamos que Betinho había creado un instituto, que había escrito y publicado tales trabajos, etc., etc.
Al volver al Brasil, Betinho era una personalidad destacada, muy popular incluso a raíz de unas "cartas" de su hermano Henfil y de la canción interpretada por Elis Regina. Podía haber buscado, como muchos colegas de exilio, ser electo concejal, intendente, diputado... Pero Betinho había adquirido una visión mucho más amplia de la política y de su posible papel dentro de ella. Sin quedarse quieto un instante, Betinho creó el IBASE (Instituto Brasileiro de Analisis Socio-Económicos) y participó en todo tipo de movilización social.
Durante la administración municipal del socialista Saturnino Braga fue creada la función de Ouvidor do Povo (Oyente del Pueblo) de Río de Janeiro. Betinho fue designado para el cargo por unanimidad de las organizaciones y movimientos sociales de la ciudad.
El Ouvidor do Povo debía velar por el encauzamiento adecuado de los reclamos de la población. Aunque la afinidad entre Braga y Betinho podía hacer presumir una gestión tranquila, el Ouvidor chocó con la máquina político-administrativa y al cabo de un año renunció.
Esa integridad a toda prueba haría de Betinho una persona capaz de convertir cualquier problema humano o social, incluso una enfermedad como el sida, en un tema de atención y movilización nacional. Era así un representante por excelencia de la sociedad civil brasileña.
La Campaña Nacional contra el Hambre y por la Ciudadanía lanzada por Betinho en los últimos años generó una movilización solidaria nunca vista en Brasil, por la vastedad y amplitud de los sectores sociales, sin distinción de clases o partidos, que se sumaron a ella.
Pensando en una imagen para ejemplificar la personalidad de Betinho y la autoridad alcanzada entre sus coterráneos, no se me ocurre otra que la de un Mahatma Gandhi. Aunque las circunstancias históricas y culturales sean otras, Brasil se parece bastante a la India.
Los brasileños ahora han perdido a Betinho. Es una enorme pérdida, pero pienso que cada pueblo crea a sus líderes. Otros vendrán a ocupar su lugar. Y en cuanto a Betinho, no creo que haya sido la enfermedad, el sida en este caso, que lo haya finalmente derrotado.
Sería como pensar que lo derrotó la vida, ya que convivió siempre con la enfermedad. Y no cabe duda que Betinho vivió sus enfermedades de una manera muy especial. Al final, algún día se tenía que morir. Por eso siento simplemente que le llegó ese momento.
Y como tampoco creo que la muerte sea una derrota, le diría: Adiós Betinho, fue un placer haberte conocido. ¡Hasta la vuelta!
Betinho en Uruguay
El 31 de marzo de 1964, cuando se produjo el golpe de Estado que derrocó al presidente Joao Goulart, Betinho se encontraba en la capital, Brasilia, haciendo gestiones ante el Congreso, en nombre de la Unión Nacional de Estudiantes Brasileños (UNEB). Sin haberlo previsto, se encontró asistiendo a la última sesión del Poder Legislativo disuelto y, en medio del dramatismo del momento, no pudo dejar de hacer un discurso desde las barras, arengando a los legisladores a resistir la dictadura.
De ahí en más, identificado como uno de los líderes de ese movimiento popular al cual el golpe militar buscaba destruir, Betinho inició un largo viaje hacia el Sur, en dirección a la frontera. En Uruguay tenía algunos amigos y conocidos; se hospedó en el barrio La Teja de Montevideo, en donde un grupo de estudiantes universitarios habían creado una comunidad, para vivir de acuerdo con sus valores cristianos. En lo inmediato, Betinho debía permanecer fuera de su país, pero no duraría mucho.
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O bébado e a equilibrista
..."a noite do Brasil, meu Brasil,
que sonha com a volta do irmao de Henfil,
com tanta gente que partiu, num rabo de foguete"...
Esta canción de Joao Bosco y Aldir Blanc, cantada por Elis Regina en su momento de mayor popularidad, fue un símbolo de la esperanza de los brasileños en el fin de la dictadura y en el retorno de sus exiliados. El hermano de Henfil que menciona la letra era Betinho.
En esos años, Henfil se hizo famoso por sus caricaturas y su humor contra la dictadura. En una de las revistas de circulación nacional, Henfil escribía semanalmente una "carta" a su madre, en donde le comentaba las vicisitudes de entonces como hijo y como brasileño.
Henfil y Chico Mario, éste compositor e intérprete de guitarra, hermanos de Betinho, fallecieron unos años atrás. Como tantos brasileños hemofílicos, contrajeron el sida en una de las transfusiones periódicas de sangre a las que debían someterse por su enfermedad.
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