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Seguridad Mundial

Jueves 18 de Setiembre de 2003

Como los contras de Irán, pero más ambiciosos

por Jim Lobe

Las últimas noticias sobre la manipulación de Inteligencia durante los preliminares de la guerra contra Irak, junto con los esfuerzos de los belicistas del gobierno de Estados Unidos para agravar –en forma deliberada- las tensiones con Siria, Irán y Corea del Norte, y todo ello contra la política oficial del Departamento de Estado, denotan un esquema de trabajo similar al del asunto de los Contras de Irán, aunque mucho más ambicioso.

Cómo habría dicho Karl Marx, “Un fantasma recorre Washington – es el fantasma de los Contras de Irán”.

Incluso algunos pueblos y países son los mismos. Y los métodos son idénticos -en particular la adopción de una política exterior encubierta y paralela, en las antípodas de la oficial, por parte de una red de individuos estratégicamente ubicados en el poder.

El asunto de los Contras de Irán consistió, esencialmente, en un grupo reducido de funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos que llevó a cabo una operación secreta de venta de armas a Irán a cambio de rehenes.

El mismo procedimiento se utilizó para apoyar a los Contras de Nicaragua -Estados Unidos patrocinó a los rebeldes que luchaban contra el gobierno de izquierda de Managua-, pasando por alto la prohibición del Congreso y la política oficial que habían anunciado el Departamento de Estado y el presidente Ronald Reagan. Nunca quedó del todo claro si Reagan entendió, o si llegó a aprobar, la operación.

Las últimas noticias sobre la manipulación de Inteligencia durante los preliminares de la guerra contra Irak, junto con los esfuerzos de los belicistas del gobierno para agravar –en forma deliberada- las tensiones con Siria, Irán y Corea del Norte, y todo ello contra la política oficial del Departamento de Estado, indican un esquema de trabajo similar, aunque mucho más ambicioso.

Como sucedió con Reagan, en este caso también resulta difícil saber si el presidente George W Bush –e incluso la directora del Consejo de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice- entienden claramente y aprueban las acciones de los belicistas.

Hubo algunas señales de la creación de un aparato de política paralela poco después de los ataques terroristas del 11 de setiembre de 2001. Se supo, por ejemplo, que los líderes del Pentágono habían creado una junta asesora sobre Políticas de Defensa, presidida por Richard Perle, que discutió la posibilidad de atacar a Irak enseguida después de los ataques recibidos sin siquiera notificar al Departamento de Estado, al Consejo de Seguridad Nacional o a la CIA.

Tampoco se informó a ninguno de esos tres órganos del Estado sobre la misión asumida inmediatamente después por el ex director de la CIA y miembro de la junta asesora sobre Políticas de Defensa, James Woolsey, que organizó reuniones en Londres para investigar posibles lazos entre el presidente de Irak, Saddam Hussein, y la organización terrorista Al-Qaeda, de Osama bin Laden, como si la CIA o la propia Agencia de Inteligencia para Defensa del Pentágono no fueran confiables.

El viaje de Woolsey recuerda las travesuras más benignas de la muchedumbre de los Contras de Irán, pero veamos las últimas noticias de prensa.

Titular: El ex alumno de los contras de Irán (estrechamente relacionado, también, con Perle), Michael Ledeen, ha renovado lazos con su viejo conocido, Manichur Ghorbanifar, un vendedor de armas iraní que se convirtió en pieza de conexión clave entre Oliver North, del Consejo de Seguridad Nacional y cerebro operativo de los Contras, y los “moderados” de la República Islámica.

¿Cuál es el propósito? Parece que ciertos elementos a la cabeza del Pentágono, en particular, el subsecretario de Defensa, Douglas Feith, intentan sabotear el diálogo entre Teherán y el Departamento de Estado sobre la cooperación con Al-Qaeda y otros temas graves que afectan a Afganistán e Irak.

Newsday publicó una nota el 8 de agosto según la cual dos de los principales ayudantes de Feith realizaron varias reuniones con Ghorbanifar, a quién la CIA considera desde hace tiempo “un espía, un fastidio”, sin avisar a los demás órganos de Inteligencia del Estado, porque creen que el viejo amigo de Ledeen puede ser de gran ayuda.

Titular: Aeronave estadounidense y Fuerzas de Operativos Especiales interceptaron y destruyeron un cargamento residencial y dos caravanas pequeñas que salían de Irak y se dirigían hacia Siria a mediados de junio, matando a 80 civiles. Luego, redujeron y arrestaron a cinco guardias sirios en la frontera. Los llevaron de vuelta a Irak, donde fueron detenidos e interrogados durante cinco días, a pesar de las fuertes objeciones del Departamento de Estado.

¿Cuál era el propósito? El Pentágono dice que creyó que altos funcionarios del gobierno de Hussein intentaban huir por una ruta secundaria. Pero una nota publicada en julio por The New Yorker sugiere que la redada y los arrestos formaban parte de un deliberado esfuerzo por alimentar las tensiones con Damasco y así terminar con la notablemente estrecha colaboración entre Siria, la CIA y el Departamento de Estado en la campaña contra Al-Qaeda.

Titular: Según el Washington Times del 8 de agosto, publicación del sector politico de derecha, ciertas personas “de alta jerarquía dentro del gobierno” intentan convencer a militares chinos de ayudar a sus pares de Corea del Norte a dar un golpe de Estado contra el presidente Kim Jong Il.

No es seguro que se haya hecho la propuesta explícitamente, pero el Times señala que los líderes del Pentágono han manifestado su desacuerdo con el Departamento de Estado, que se esfuerza por embarcar a Kim en conversaciones para convencerlo de abandonar su programa de armas nucleares a cambio de un compromiso de no agresión.

Poco antes de que Corea acordara reanudar las conversaciones, durante la semana del 28 de julio, el subsecretario de Estado, John Bolton, que está mucho más cerca de los belicistas del Pentágono que sus superiores del Departamento de Estado, atacó a Kim de una forma que los analistas de Washington interpretaron como una provocación deliberada.

Titular: “Altos funcionarios de gobierno” anónimos informaron a un importante columnista conservador sobre un operativo secreto de la CIA, poniendo en peligro su carrera y, posiblemente, dejando al descubierto numerosas acciones secretas, así como a otros agentes.

¿Con qué propósito? La agente a cargo del operativo es esposa de Joseph Wilson, un funcionario retirado del servicio de Relaciones Exteriores que dijo públicamente que la afirmación de Bush de que Irak había intentado comprar uranio en Africa era un engaño.

Algunos analistas dijeron que la revelación de la identidad de su mujer, condenada por la legislación estadounidense, fue un intento de desacreditarlo a él. En la semana del 4 de agosto, Wilson declaró que la acción “tenía el claro propósito de intimidar a otros” que estuvieran pensando en revelar lo que supieran sobre la manipulación de Inteligencia del gobierno.

Nadie sabe aún si la intimidación tendrá efecto, pero funcionarios de inteligencia y del servicio de Relaciones Exteriores, así como oficiales del Ejército, todos ellos retirados hace poco tiempo, al igual que un número cada vez mayor de militares anónimos en actividad, han estado haciendo declaraciones muy coherentes sobre manipulaciones y exageraciones de los servicios de Inteligencia a fin de justificar la guerra contra Irak. Y, últimamente, ha habido declaraciones acerca de los esfuerzos realizados para ocultar pruebas sobre la amenaza que supuestamente representa Siria.

En conjunto, lo que revelan estos funcionarios y lo que ya sabe la opinion pública es la existencia de una disciplinada red de individuos de similar mentalidad, cuyo centro es la oficina de Feith y giran en torno de Perle, pero actúan con aprobación del subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, y el vicepresidente, Dick Cheney.

Esta red incluye políticos de alto nivel, como Bolton, distribuidos en sectores claves del gobierno, sobre todo el Departamento de Estado, el Consejo de Seguridad Nacional y, lo más importante, la oficina de Cheney.

Cheney, por supuesto, tiene un vínculo directo con Bush (y con los jefes de todos los departamentos), independiente de la señora Rice, y su poderoso jefe de personal y asesor de seguridad nacional, Lewis “Scooter” Libby, también goza de una influencia excepcional.

Estos dos hombres -al igual que otro miembro de la Oficina de Políticas de Defensa, el ex portavoz de los republicanos, Newt Gingrich- recibieron en la CIA, antes de la guerra de Irak, visitas cada vez más frecuentes que, según funcionarios de Inteligencia anónimos o retirados, intimidaban a los analistas que no aprobaran las evaluaciones sensacionalistas que realizaba la oficina de Feith sobre las armas de destrucción masiva de Irak y sus vínculos con Al-Qaeda.

Newsday informó que la oficina de Feith ha sido utilizada para establecer contactos en secreto con Ghorbanifar, lo cual indica que su trabajo es bastante más que el mero asesoramiento de Inteligencia y las recomendaciones políticas.

Según una oficial militar de carrera que trabajó durante ocho meses en asuntos de Oriente Cercano y Asia Meridional en la oficina de Feith, los políticos de ese círculo y sus contactos en el Departamento de Estado, el Consejo de Seguridad Nacional y la oficina de Cheney, tienden a operar “en red” y a menudo pasan por alto o simplemente ignoran los canales normales de comunicación dentro del Pentágono y otros departamentos.

”Personalmente, fui testigo de varios casos de funcionarios a los que se les dijo que no contactaran a sus pares del Departamento de Estado o el Consejo de Seguridad porque tal o cual decisión sería procesada por un canal diferente”, declaró por escrito la teniente coronel Karen Kwiatkowsky durante la semana del 28 de julio. “Lo que vi fue aberrante y contrario al orden y la disciplina”, agregó.

En una entrevista con IPS, Kwiatkowsky recalcó que sus opiniones acerca de las operaciones de Feith y su círculo eran también las de otros funcionarios del equipo, y citó a un oficial veterano “que sabía de lo que hablaba” y, antes de la guerra de Irak, le dijo: “Lo que está haciendo esta gente ahora hace que [el operativo] de los Contras de Irán parezca un juego de niños”.

”Creo que llegó la hora de realizar una investigación seria (en la oficina de Feith). Espero que el Congreso se haga cargo de ello”, declaró Kwiatkowsky.

En un artículo publicado a fines de julio y principios de agosto por la agencia de noticias Knight-Ridder, Kwiatkowski, que trabajó en la oficina de Feith hasta que se retiró en abril, comenta: “Si uno se pregunta por qué ciertos asuntos peculiares de `inteligencia´ obtuvieron el beneplácito del discurso presidencial, o por qué la ocupación post Saddam (Hussein) se caracteriza por una gran confusión y pasos en falso, tiene que buscar la respuesta en lo que ocurre dentro de la oficina del Secretario de Defensa”.

Este artículo no fue incluido en el archivo de noticias diarias “Early Bird” que se distribuye en el Pentágono.

Kwiatkowski declaró también que las operaciones de las cuales fue testigo durante su trabajo en la oficina de Feith, y sobre todo las de un grupo especial conocido como Oficina de Planes Especiales, constituían “una subversión de los límites constitucionales al Poder Ejecutivo y una invitación a engañar a un importante segmento del Congreso”.

Sus acusaciones, que confirman los informes e impresiones brindados a la prensa por funcionarios retirados de otros departamentos de Inteligencia y sus ex colegas aún en actividad, la convierten en uno de los principales testigos que, probablemente, citará el Congreso cuando empiece a investigar las manipulaciones de Inteligencia que se realizaron para justificar la guerra contra Irak. Según Kwiatkowski, las mismas manipulaciones de Inteligencia hicieron que el gobierno no pudiera prever los problemas que enfrenta ahora como ocupante de Irak o que, en sus palabras, 150.000 soldados estadounidenses se encuentren en “el nido de ratas más desagradable del mundo, sin un plan de reconstrucción nacional, sin apoyo internacional y sin planes de salida”.

Los comentarios de Kwiatkowski explicitan los temores de ciertos legisladores.

Se sabe muy poco sobre la Oficina de Planes Especiales, que fue creada inicialmente por Rumsfeld y Wolfowitz para investigar posibles relaciones entre Hussein y Al-Qaeda.

Kwiatkowski declara en su artículo que el trabajo de la Oficina de Planes Especiales tenía tres características principales: primero, los analistas de carrera del Pentágono asignados a la oficina de la Secretaría quedaron excluidos de las “áreas de interés clave” para Feith, Wolfowitz y Rumsfeld, que son Irak, Israel y Arabia Saudita. “Respecto de Irak e Israel, el trabajo principal lo hacían ciertos políticos designados para ello. En el caso de Israel, se nombró a un integrante del Washington Institute for Near [East] Policy (Instituto de Políticas para Oriente Cercano), un grupo de investigación que tiene lazos estrechos con el principal grupo de presión pro-Israel de Washington, el American Israel Public Affairs Committee.

Segundo, el mismo grupo de personas solía trabajar con otros políticos de mentalidad similar asignados a otras oficinas, en particular el Departamento de Estado, el Consejo de Seguridad Nacional y la oficina de Cheney, en lugar de con los analistas de carrera de tales divisiones gubernamentales o con la CIA.

La exclusión de la CIA de esta red podría servir para explicar por qué Cheney y Libby, que durante mucho tiempo fue socio de Wolfowitz, visitaban con tanta frecuencia la agencia, cosa que los analistas interpretaron siempre como una forma de presión para obtener conformidad con las evaluaciones de la Oficina de Planes Especiales.

El hecho de excluir las opiniones profesionales e independientes, tanto dentro del Pentágono como entre las agencias del gobierno, terminó generando “un grupo que reflexiona o toma decisiones cuya característica más común es la aceptación acrítica de conformar los puntos de vista prevalecientes”. En este caso, tales puntos de vista fueron elaborados por neoconservadores como Feith, Wolfowitz y Perle.

El ataque de Kwiatkowski coincide con la aparición de defensas a Feith en los medios de comunicación neoconservadores –sobre todo el Wall Street Journal. Feith sería primer acusado de mala planificación y tergiversación de asuntos de Inteligencia si el Pentágono se viera obligado a hacer algo. El primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, presionó a Bush para que despidiera a Feith durante varios meses, según fuentes diplomáticas. Pero en una larga defensa publicada el 5 de agosto, el editor asociado del Wall Street Journal sostiene que el equipo de Feith es el “grupo de expertos más eficaz del mundo”.

Jim Lobe es corresponsal de Inter Press Service (IPS), que autorizó la publicación de este artículo.




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