TWN Africa
TWN
Acerca de la Red

Comercio

Miércoles 10 de Setiembre de 2003

Algunas cuestiones clave en Cancún

por Martin Khor

El resultado de la Quinta Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que se celebrará del 10 al 14 de septiembre en Cancún, México, será crucial para pueblos y comunidades de todo el mundo.

Los países industrializados, encabezados por Estados Unidos y la Unión Europea, ejercerán una fuerte presión para que su programa de temas sea aceptado: apertura de mercados en el Sur en desarrollo para sus bienes, servicios y empresas, y más protección para sus propios mercados, en especial en el sector agrícola.

Los países en desarrollo han aprendido que los países ricos no les darán acceso a sus mercados, que la liberalización de las importaciones es perjudicial para sus granjas y empresas, y que deben resistir nuevos compromisos de apertura. Por eso, se resisten a la expansión de la OMC a nuevas áreas (los “temas de Singapur”). Además, pretenden que la organización cambie sus políticas perjudiciales para el desarrollo.

Por otro lado, los países industrializados se han acostumbrado a valerse del sistema del GATT-OMC como si fuera su propio club, y han aprendido a alcanzar sus objetivos aun en contra de la mayoría. ¿Será posible que, una vez más, la manipulación propia de las conferencias ministeriales de la OMC sea el factor que determine el resultado de Cancún, o los países en desarrollo se plantarán firmes esta vez?

EL PROGRAMA DE DOHA SE VUELVE UNA AGENDA CONTRA EL DESARROLLO

El programa de trabajo de la Cuarta Conferencia Ministerial (Doha, Qatar, 2001) fue promocionado por los países ricos y la Secretaría de la OMC como la “Agenda de Desarrollo de Doha”, aunque la mayoría de los países en desarrollo y las organizaciones no gubernamentales (ONG) nunca lo llamaron así, e incluso señalan que el programa se ha convertido ahora en la “Agenda Antidesarrollo de Doha”.

Se suponía que, luego de la conferencia de Doha, el trabajo de la OMC se concentraría en el desarrollo, pero eso no ocurrió. No ha habido un progreso sustancial en las cuestiones de aplicación (el programa debía corregir los desequilibrios de las normas de la Ronda Uruguay del GATT) ni se ha fortalecido el trato especial y diferenciado para los países en desarrollo. La mayoría de las propuestas de éstos se han encontrado con la hostilidad de los países industrializados.

De hecho, las cuestiones de aplicación han sido degradadas y hasta abandonadas, mientras las 24 propuestas del borrador de Declaración Ministerial de Cancún sobre trato especial y diferenciado carecen de valor comercial y no amplían el espacio político. Asimismo, el acuerdo sobre los TRIPS y la salud pública para los países con escasa o nula capacidad de fabricación de fármacos contiene tantas condiciones y restricciones que se vuelve casi inútil. En realidad, fue una concesión de los países en desarrollo (no de los industrializados) para resolver el asunto antes de Cancún.

Peor aún, en las negociaciones sobre agricultura y aranceles industriales (o acceso a mercados no agrícolas), no se ha cumplido la disposición de la Declaración de Doha en cuanto a que las necesidades e intereses de los países en desarrollo serían plenamente tomados en cuenta. Los países ricos proponen reducir los aranceles de los países en desarrollo en el sector agrícola y particularmente en el industrial, sin considerar los efectos desastrosos que esa medida tendría sobre sus granjas, empresas y medios de vida.

El actual borrador de Cancún está sesgado a favor de las propuestas de Estados Unidos y la Unión Europea. En materia de servicios, los países ricos elaboraron una larga lista de “solicitudes” para que los países en desarrollo desregulen el sector y permitan que firmas extranjeras tomen posesión de él. La situación será peor si los países industrializados logran introducir los temas de Singapur como materia de negociación de nuevas acuerdos de la OMC.

En resumen, los plazos para promover el desarrollo se han vencido, y la promesa de tomar “plenamente en cuenta” las necesidades e intereses de los países en desarrollo no se ha cumplido.

AGRICULTURA

Se prevé que ésta será la gran pelea de Cancún. A mediados de agosto, Estados Unidos y la Unión Europea se unieron para proponer: (a) un acuerdo que no los obligaría a eliminar ni reducir sus subsidios domésticos, y así les permitiría escapar al objetivo de Doha de eliminar los subsidios y “disciplinar” los créditos para las exportaciones; (b) una fórmula “mixta” para abatir aranceles pero sin afectar los más altos, mientras que los países en desarrollo deberían realizar más reducciones en varios productos; (c) nada sustancial en cuanto al trato especial y diferenciado para los países en desarrollo.

Esto enojó tanto a los países en desarrollo que 20 de ellos (incluidos Brasil, China e India) se unieron para presentar su propia propuesta, la cual: (a) comprometería a los países ricos a reducir significativamente sus subsidios domésticos de todo tipo y a eliminar sus subsidios de exportación, aplicando la “fórmula mixta”; (b) ofrecería trato especial y diferenciado a los países en desarrollo mediante compromisos de reducción arancelaria menos estrictos, la introducción de “productos especiales” y un mecanismo de salvaguarda contra las oleadas de importaciones.

Algunos países en desarrollo pretenden un trato especial y diferenciado más significativo y elaboraron sus propias propuestas. El borrador del Presidente sobre agricultura (en especial en el Anexo A) prácticamente refleja la iniciativa de Estados Unidos y la Unión Europea, a la vez que establece algunas disposiciones débiles e inadecuadas para los países en desarrollo, algunas de las cuales (como el mecanismo de salvaguarda) incluyen condiciones y todavía están por negociarse.

Se prevé que en Cancún habrá un enfrentamiento entre la posición de Estados Unidos y la Unión Europea por un lado y la de Brasil, India, China y otros países en desarrollo por otro. Seguramente, los países en desarrollo y los movimientos sociales preocupados por el impacto de las importaciones baratas sobre el sustento de los agricultores y la seguridad alimentaria no quedarán satisfechos. Para ellos, será cuestión de limitar el daño.

¿Qué se debería hacer?

Se debería rechazar el texto de Cancún sobre agricultura (Anexo A) y producir un nuevo borrador que asegure la eliminación de los subsidios de exportación y el apoyo doméstico de los países industrializados a corto plazo, y que otorgue una fuerte protección a los pequeños agricultores y la seguridad alimentaria de los países en desarrollo. Si no es posible resolver estos problemas tan complejos, los ministros de Comercio deberían pedir que se continúen los trabajos en Ginebra.

ACCESO A MERCADOS NO AGRÍCOLAS (ARANCELES INDUSTRIALES)

El sector industrial de los países en desarrollo podría sufrir un inmenso daño si se aceptara el borrador del Presidente. Existen abundantes pruebas de la desindustrialización (cierre de industrias nacionales y pérdida de empleos) en esos países debido a medidas de liberalización. Si se adopta el borrador de Cancún, la situación se volverá más crítica.

El borrador refleja básicamente la propuesta de Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá, presentada en agosto en Ginebra, que tiende a un recorte rápido y pronunciado de los aranceles industriales de los países en desarrollo. Los países ricos (y el Presidente) obviaron así la disposición de Doha de que “en las negociaciones se tendrán plenamente en cuenta las necesidades e intereses especiales de los países en desarrollo y menos adelantados participantes, previendo, entre otras cosas, que no haya una reciprocidad plena en los compromisos de reducción” y la sustituyeron por propuestas que producirían el efecto contrario.

Los elementos peligrosos del Anexo B del borrador de Cancún son: (a) el compromiso con una “fórmula lineal”, la cual establece que, cuanto más altos sean los aranceles, mayores deberán ser los recortes (como la mayoría de los países en desarrollo tienen aranceles consolidados más altos, serían más afectados que los industrializados, donde la mayoría de los aranceles son bajos); (b) la disposición de que los países en desarrollo deban incrementar la cobertura de sus compromisos arancelarios al menos a 95 por ciento, para luego reducir los aranceles; (c) el sometimiento de todos los rubros o productos arancelarios no consolidados a compromisos de reducción, mediante la duplicación de las actuales tasas aplicadas y su posterior reducción a través del “enfoque de fórmula”; (d) el compromiso de todos los miembros de reducir los aranceles a cero en siete sectores, por una “vía rápida”.

Los países en desarrollo en general se opusieron a estas propuestas durante las negociaciones preliminares de Ginebra, pero igualmente fueron incluidas en el borrador de Cancún. Si son aceptadas, se reducirá en gran medida el espacio político para el desarrollo industrial de esos países, y la viabilidad de numerosas empresas e industrias del Sur (y millones de empleos) estarán bajo amenaza.

¿Qué se debería hacer?

No se debería aceptar el borrador de Cancún sobre el acceso a mercados no agrícolas. En el pasado, nunca los países en desarrollo habían sido sujetos a una “fórmula”, mucho menos a una “fórmula no lineal”. Siempre han podido elegir los productos abarcados por sus compromisos y el ritmo de su liberalización, y esta flexibilidad debería mantenerse.

En todo caso, la conferencia de Cancún no debería adoptar decisiones que comprometan a los países en desarrollo a la fórmula no lineal, la eliminación de aranceles por sectores, la cobertura casi total de sus compromisos arancelarios ni la consolidación de sus aranceles no sujetos a compromisos al doble de las tasas aplicadas.

LOS TEMAS DE SINGAPUR

Éstos serán los asuntos más difíciles de resolver en Cancún, por ser los más contenciosos políticamente. Desde la Conferencia Ministerial de Singapur, en 1996, ha habido un constante tira y afloja entre el Norte y el Sur. Los países industrializados impulsan la introducción en la OMC de nuevos acuerdos sobre inversiones, competencia, transparencia en la contratación pública y facilitación del comercio, mientras la mayoría de los países en desarrollo se resisten. Los temas han sido discutidos, pero no hay por ahora un compromiso de “negociar” nuevos acuerdos.

En Doha, los países ricos lograron mediante tácticas de manipulación que la Declaración Ministerial estableciera el comienzo de las negociaciones sobre los cuatro temas después de la Quinta Conferencia Ministerial, pero esta decisión debe adoptarse sobre la base de un consenso explícito acerca de las modalidades de las negociaciones. Desde la conferencia de Doha, han continuado (y aumentado) las discrepancias sobre cada uno de los temas. Esto llevó a la mayoría de los países en desarrollo a adoptar la posición de que no existe un entendimiento común sobre los temas y por lo tanto no hay base siquiera para discutir las modalidades (mucho menos para un consenso sobre ellas), que la contracción de nuevas obligaciones en esos temas implicaría graves consecuencias para su desarrollo socioeconómico, que no existe una base para lanzar negociaciones y que la conferencia de Cancún debería decidir, en cambio, una mayor “aclaración” de los temas de Singapur. Los países ricos, encabezados por la Unión Europea y Japón, arguyen lo contrario: que en Doha se adoptó una decisión irreversible para comenzar negociaciones después de Cancún y que esto debería concretarse sobre la base de las “modalidades” presentadas por ellos mismos.

El borrador de Cancún prevé las dos opciones: lanzar negociaciones o sólo continuar las discusiones. Pero los partidarios de la primera opción corren con ventaja, porque su versión de las modalidades está incluida en los Anexos, aunque los países en desarrollo se opusieron. Mientras, cientos de organizaciones sociales de todo el mundo hacen campaña contra la negociación de esos temas, por considerar que no tienen lugar en una organización de comercio (al menos tres de los temas no son comerciales). La celebración de nuevos acuerdos sobre estos temas otorgaría poderes sin precedentes a las empresas multinacionales y significaría una calamidad para los países en desarrollo y para muchos ciudadanos de países industrializados.

¿Qué se debería hacer?

La mejor opción sería la exclusión definitiva de los temas de Singapur de la agenda de la OMC. Otra alterativa sería la decisión de que se precisa una mayor discusión y aclaración de los temas, y que por lo tanto no se deben empezar negociaciones. Si se adopta la peor de las opciones, es decir, lanzar negociaciones, será un desastre para el desarrollo, los derechos sociales y el propio sistema multilateral de comercio.

PROCEDIMIENTOS DE DECISIÓN ANTIDEMOCRÁTICOS Y MANIPULADORES

Aunque muchos países en desarrollo se han preparado bien para Cancún, les será muy difícil –algunos creen que imposible— hacer que sus opiniones se reflejen en los documentos de la conferencia. Ya tuvieron una mala experiencia en el proceso preparatorio de Ginebra: pese a las numerosas consultas, los borradores referentes a diversas áreas ignoraron su posición. Además, en anteriores conferencias ministeriales —excepto la de Seattle—, los países ricos siempre lograron sus propósitos.

La razón principal es que las conferencias ministeriales son conducidas de manera favorable a las principales potencias. En realidad, no existen normas ni procedimientos establecidos sobre la conducción de las conferencias, algo muy extraño para una organización que se jacta de ser “basada en normas”.

No existen procedimientos transparentes ni participativos para la redacción y revisión de los borradores. De hecho, ni los Miembros en general ni el público conoce cómo se producen esos textos. Aunque ministros y funcionarios son convocados para consultas y “reuniones informales” (que no se registran en actas), la opinión de muchos o la mayor parte de los países en desarrollo es ignorada en los textos, y esto es lo que cuenta en definitiva. En algunas de las reuniones más cruciales sólo participan unos pocos ministros (reuniones de “sala verde”). En el pasado, decisiones sobre asuntos clave como la extensión de las conferencias, qué texto adoptar como base de las negociaciones o quiénes deben ser los presidentes de los distintos grupos de negociación se han adoptado mediante procesos carentes de transparencia y excluyentes.

Muchos países en desarrollo han presentado propuestas de normas para la conducción de las conferencias ministeriales, pero los países ricos las rechazaron arguyendo que debe haber “flexibilidad” (un eufemismo que alude a la vía libre para continuar con los procedimientos de manipulación).

Los procedimientos absolutamente antidemocráticos de la OMC son el objeto de una campaña internacional de ONGs, pero esto no detendrá los esfuerzos de las principales potencias por volverlos a utilizar en Cancún. A menos que la OMC modifique su forma de funcionamiento, la organización y sus decisiones (incluidos los resultados de Cancún) carecerán de legitimidad ante el público. (FIN)

Este artículo puede ser reproducido citando al autor, la fuente original y Third World Network. Por favor envíenos copia de la publicación.




 Temas
  Ambiente
  Finanzas Internacionales
  Género
  Instituciones Financieras Internacionales
  Derechos de Propiedad Intelectual
  Seguridad Mundial
  Estados Unidos
  Política
  Trabajo
  Cooperación
  Bioseguridad
  Africa
  Política Regional
  Energía Nuclear
  Inmigrantes
  Sociedad
  Ecología
  Naciones Unidas
  Comunicación
  Derechos Humanos
  Desarrollo Social
  Economía
  Globalización
  Comercio
  Salud
  Mundo
  Patentes