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Derechos Humanos

Miércoles 6 de Agosto de 2003

Remesas familiares rescatan a la economía de Guatemala

por Third World Network

Una encuesta de casi 3.000 hogares realizada en cada uno de los 22 departamentos de Guatemala por la Organización Internacional para la Migración (OIM) destacó la importancia de la emigración y las remesas familiares como forma de mantener a flote la economía de ese país centroamericano.

Cada año, más de 90.000 guatemaltecos abandonan el país en busca de trabajo. Sin sus remesas, el crecimiento económico en 2002 y las proyecciones oficiales para 2003 se hubieran transformado en números negativos. En otras palabras, sin la diáspora guatemalteca, el país estaría en recesión.

El estudio de la OIM, titulado “Encuesta nacional sobre la migración internacional de guatemaltecos” y publicado en marzo de 2003, describe un panorama sociodemográfico más dramático que el de estimaciones previas sobre emigración, y llama la atención hacia la enorme dependencia nacional de las remesas para financiar no sólo gastos de consumo, sino también inversiones.

Entre 1960 y 2002, un total de 1,24 millones de guatemaltecos dejaron el país para vivir en el exterior: 95 por ciento se dirigieron a Estados Unidos, 2,1 por ciento a México y 1,2 por ciento a Canadá. Dentro de Estados Unidos, casi un tercio de los guatemaltecos viven en Los Angeles; otro tercio está dividido entre Nueva York, Miami, Washington D.C., Houston, Chicago y Norfolk, Virginia.

Del total de guatemaltecos que viven en el exterior, 88 por ciento, o 1,1 millón, están económicamente activos. Ellos dejaron atrás a 4,2 millones de parientes directos, que representan 36 por ciento del número total de familias de Guatemala.

Seis de cada 10 familias guatemaltecas con miembros residentes en el exterior viven en el campo. Sólo 30 por ciento de ellas viven de la agricultura o la pesca, y sólo 16 por ciento se consideran indígenas.
Entre los emigrantes, sin embargo, 41 por ciento trabajó en tareas agrícolas o pesqueras en Guatemala. Esto da la impresión de que los agricultores tienden a producir más emigrantes por familia que otros grupos.

La vasta mayoría de los emigrantes son hombres (72,7 por ciento). La OIM atribuyó este hecho a “cuestiones culturales o al hecho de que la mayoría viajan por medios irregulares, y los riesgos para las mujeres son mayores”.

Más de 90 por ciento de los inmigrantes guatemaltecos tenían entre 15 y 44 años cuando dejaron el país, “lo cual demuestra el enorme potencial de la población de esa edad para participar en actividades económicas”, dice el estudio.

La encuesta también sirvió para aclarar ideas erróneas sobre los emigrantes y sus familias. “En general, los indicadores reflejan que la población que emigra en busca de mejores oportunidades no pertenece a los estratos más pobres... dado que la mayoría ha alcanzado cierto nivel de educación”. De hecho, 86 por ciento de las familias con miembros en el extranjero pueden leer y escribir, un porcentaje muy superior al índice nacional de alfabetismo, de 70 por ciento.

Más de 7.000 emigrantes tienen estudios universitarios. Esto representa una pequeña parte del total, pero “un flujo importante de personas”, dice el estudio. “Existe una transferencia inversa de recursos humanos calificados, es decir que Guatemala prepara gente para que otros países se beneficien”, agrega. En total, casi 19.000 educadores y profesionales universitarios abandonaron Guatemala.

Los emigrantes trabajan en una gran variedad de empleos en Estados Unidos.
Según el estudio, 27 por ciento de los emigrantes económicamente activos se desempeñan como operadores de equipos mecánicos y artesanos; 22 por ciento trabajan en servicios o como vendedores; otro 22 por ciento son trabajadores no especializados, y 14 por ciento están empleados en la ganadería o la agricultura.

De los 4,2 millones de guatemaltecos con familiares en el exterior, más de un millón procede de los departamentos occidentales de Solola, Totonicapan, Quetzaltanango, Suchitepequez, Retalhuleu y San Marcos; 755.000 viven en áreas metropolitanas y 644.000 de los departamentos sudorientales de Santa Rosa, Jalapa y Jutiapa. En las regiones del norte y noreste, que tienen mayoría de población indígena, menos de 16 por ciento de la población emigrante está constituida por mujeres. Sin embargo, en las áreas metropolitanas, más de 40 por ciento de los emigrantes son mujeres.

El flujo migratorio comenzó lentamente en los años 70, motivado en parte por los efectos del terremoto de 1976. En los años 80, la cantidad de emigrantes se cuadruplicó, debido principalmente a la crisis económica y la violencia política. El ritmo continuó en aumento, y se triplicó en los años 90.

Entre 1995 y 2002, más de 90.000 guatemaltecos partieron del país cada año (250 por día), principalmente hacia Estados Unidos, en busca de una nueva vida.

Casi dos tercios de los emigrantes (63,9 por ciento) le pagaron a un “coyote” para hacer el viaje, 15,7 por ciento viajaron solos sin visas, y 15,2 por ciento lo hicieron con visa de turista. Los coyotes cobraban un promedio de 3.282 dólares por persona. Esto significa que, sólo en 2002, ganaron 191 millones de dólares por sus servicios.

La gran mayoría de la población nacional residente en el extranjero (77,5 por ciento) no visita a sus familias en Guatemala, lo que parece ser un indicador de la precariedad de su situación ante las leyes de Estados Unidos.

Casi todos los emigrantes guatemaltecos (93,3 por ciento) mantienen contacto con sus familiares en Guatemala. El medio de comunicación más utilizado es el teléfono (88,4 por ciento). Sólo 8,4 por ciento se comunican por correo postal, y 0,5 por ciento por correo electrónico.

Casi 80 por ciento de los emigrantes envían remesas a sus familiares.
Cuarenta y tres por ciento lo hacen mensualmente, 14 por ciento dos veces al mes, 14 por ciento dos veces al año y 14 por ciento una vez al año.
Cerca de 57 por ciento de los que envían remesas lo hacen a través de giros postales, y 30 por ciento mediante transferencias bancarias.

Más de 600.000 familias en Guatemala reciben remesas. En promedio, cada hogar recibe entre 1.500 y 2.000 dólares por año. El estudio no investigó los costos de las transferencias, que en algunos casos asciende a 26 por ciento del monto enviado (por ejemplo, Western Union cobra 13 dólares por enviar 50).

En 2001, los guatemaltecos residentes fuera del país enviaron 1.170 millones de dólares en remesas, principalmente en efectivo, pero también en forma de electrodomésticos, prendas de vestir, etc. En 2002, este monto aumentó a 1.217 millones de dólares. Esta cantidad representa cinco por ciento del producto interno bruto (PIB) y 30 por ciento del valor total de las exportaciones de bienes y servicios, sobrepasando las ganancias totales por venta de café, azúcar, bananas y cardamomo.

Los hallazgos del estudio contradicen la idea generalizada de que las remesas sólo sirven para cubrir gastos de consumo. Los datos revelan que las remesas no sólo cubren esos gastos (49 por ciento), sino que también sirven como capital de inversión en actividades económicas y para mejorar las condiciones de salud, educación y vivienda. Cerca de 7,1 por ciento se utiliza para pagar deudas, 7 por ciento para construcción de vivienda, 4,5 por ciento para educación y 3,9 por ciento para gastos médicos.

El hecho de que apenas 1,6 por ciento se haya invertido en negocios demuestra que las remesas no son en general un medio generador de fuentes de ingresos permanentes en Guatemala. Esto significa que el impacto macroeconómico de la emigración no es duradero y fluctuará de acuerdo con las condiciones laborales y sociales para los inmigrantes en Estados Unidos.

Aunque casi la mitad de las remesas financian costos de consumo y en parte pueden consistir en mercancías, que no cuentan para el cálculo del PIB-, al menos tres por ciento del PIB se relaciona con la demanda creada por los envíos de dinero. En otras palabras, sin las remesas familiares, la economía guatemalteca habría estado en clara recesión en 2002. Del mismo modo, las nuevas remesas rescatarán a la economía nacional en 2003. Third World Network Features. (FIN)

Este artículo fue publicado por primera vez en Central America Report (Vol. XXX, nº 20, 30 de mayo de 2003), publicado por Inforpress Centroamericana.

Al reproducir este artículo, acredítelo a Third World Network Features y, si corresponde, a la revista cooperadora o agencia involucrada, e inserte el pie de autor. Sírvase enviarnos recortes.




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