Martes 1 de Julio de 2003
Ingeniería genética presenta enormes riesgos financieros para empresas y países
por Chee Yoke Heong
Los alimentos modificados genéticamente no sólo pueden dañar la salud y el ambiente, sino también a inversionistas y empresas de la industria.
Los alimentos y productos modificados genéticamente pueden perjudicar la salud y el ambiente, pero también pueden presentar riesgos financieros para los inversionistas de la industria y para las compañías alimenticias, según recientes informes.
Monsanto, la principal firma mundial de desarrollo y comercialización de semillas transgénicas, podría tener problemas financieros si continúa concentrando su negocio en los productos modificados genéticamente, advirtió Innovest Strategic Value Advisors en un informe encargado por Greenpeace y publicado en abril de 2003 (http://www.greenpeace.org/multimedia/download/1/213812/0/Innovest_Monsanto_Analysis.pdf). Como Monsanto tiene muchos proyectos de colaboración con instituciones públicas de investigación y gobiernos en muchos países en desarrollo, es importante para los tomadores de decisiones estar informados sobre la situación financiera de la compañía.
El informe advierte a los accionistas que Monsanto enfrenta importantes riesgos de mercado que podrían amenazar las futuras ganancias de la compañía debido a la contaminación genética, el sostenido rechazo del mercado tanto en Estados Unidos como en el exterior, cuestiones de competencia y fallas de los productos. Ya con una pérdida de 1.700 millones de dólares en ventas por 4.700 millones en 2002, la estrategia transgénica de Monsanto presenta grandes riesgos, concluyó Innovest.
Innovest, un líder en servicios financieros que analiza los efectos de asuntos ambientales y sociales en las finanzas, otorgó a Monsanto su calificación ambiental más baja, lo que implica que la compañía tiene una exposición de riesgo superior al promedio y una administración inferior a la de sus pares. Como resultado, las acciones de Monsanto probablemente “no tendrán rentabilidad en el mercado de valores en el mediano a largo plazo”, pronosticó.
Las pérdidas registradas en Monsanto el año pasado provocaron modificaciones en el equipo ejecutivo de la compañía, pero no un cambio de estrategia.
“Monsanto podría ser otro desastre inminente para los inversores” después de Enron y otros desastres financieros, advierte el informe, y agrega que si la firma no toma medidas para mitigar sus riesgos de mercado, por ejemplo diversificando su estrategia concentrada en los transgénicos, es probable que los inversores sufran más pérdidas.
Actualmente, el principal producto de Monsanto, el herbicida Roundup, ya está bajo presión de la competencia y la compañía prevé que su porción del mercado se reducirá. Además, se estima que las importantes sequías que redujeron el uso de Roundup el año pasado continuarán en 2003, lo cual sugiere que las ventas seguirán afectadas. Otro problema que enfrenta Monsanto es que muchas de las hierbas que Roundup supuestamente combate están desarrollando resistencia al producto.
Sin embargo, la empresa parece confiada en el riesgoso negocio de vender obtenciones agrícolas transgénicas para compensar la caída en sus ventas de Roundup, pero según Innovest, esta no es una estrategia viable. Es de destacar que los principales cultivos transgénicos de Monsanto fueron modificados para ser tolerantes a Roundup.
¿Cuáles son los riesgos asociados con una estrategia concentrada en la ingeniería genética?
Para empezar, el rechazo de los alimentos transgénicos entre los consumidores es considerable y no muestra señales de disminuir. Al contrario, se extiende por toda la industria alimenticia, de los consumidores a los intermediarios y de los productores a los agricultores. Esta desconfianza generalizada en la biotecnología fue confirmada por un reciente estudio de opinión pública de Eurobarometer, encargado por la Dirección General de la Comisión Europea. El estudio reveló que más de la mitad de la población europea encuestada consideró que los alimentos modificados genéticamente son “de escaso valor y peligrosos para la sociedad”, y que 95 por ciento desea un etiquetado claro de esos alimentos (http://europa.eu.int/comm/public_opinion/archives/eb/ebs_177_en.pdf ).
También está el problema de los competidores que lanzan nuevos productos y desafiarán el dominio de Monsanto en el área del maíz y el algodón transgénicos, señaló un artículo del periódico The New York Times, de fecha 31 de mayo de 2003.
Gobiernos y científicos también comenzaron a cuestionar la seguridad de esos cultivos. Un caso a destacar es el de Zambia, que recientemente rechazó ayuda alimentaria que podía incluir variedades transgénicas.
El rechazo en un sector puede trasladarse a otros. Por ejemplo, agricultores de América del Norte comenzaron a cuestionar la comercialización de trigo transgénico por temor a la pérdida potencial de mercado en Europa y en el mundo, mientras muchos productores europeos han declarado que no aceptarán trigo transgénico debido a la fuerte resistencia de los consumidores a los alimentos modificados genéticamente.
Observadores del mercado advirtieron que Monsanto debe prestar atención a esas opiniones, dado que 90 por ciento de todos los cultivos transgénicos realizados en 2001 crecieron a partir de semillas de esta compañía. Monsanto produce actualmente maíz y frijoles de soya modificados genéticamente que se incorporan como ingredientes a muchos productos alimenticios. Por lo tanto, cualquier restricción mundial a los alimentos transgénicos tendrá profundas implicaciones para la empresa.
La intención de la compañía, declarada en su informe anual, de incrementar sus ingresos derivados del cobro de derechos por su tecnología de ingeniería genética en su negocio regular de semillas y productos químicos, sólo aumentará su exposición al riesgo de potenciales problemas asociados con los cultivos transgénicos.
El otro problema es el de la responsabilidad civil. La empresa tendrá que hacer frente al alto riesgo de demandas por contaminación de cultivos no transgénicos, lo cual es reconocidamente inevitable. También se prevé que Monsanto iniciará sus propios juicios contra agricultores en un esfuerzo por proteger sus derechos de patente sobre cultivos genéticamente manipulados.
El analista Andrew Cash, de UBS Warburg, coincidió con el informe de Innovest. “Existen muchos riesgos. El mercado está preocupado por la competencia, por los costos y por el pago de las características (genéticas). Tienen mucho camino por recorrer”, dijo Cash, citado por The New York Times.
El informe de The New York Times destacó que Monsanto invirtió mucho dinero para llegar adonde está hoy. En la última década invirtió miles de millones para adquirir enormes compañías de semillas y desarrollar cultivos transgénicos.
Sin embargo, las ganancias están en caída. El precio de las acciones disminuyó casi 50 por ciento en los últimos dos años, de 38 dólares en junio de 2001 a 20 dólares a fines de mayo de 2003, y la compañía sigue con dificultades en la introducción de sus productos transgénicos.
Pese a ser la mayor empresa semillera del mundo, su progreso ha estado obstaculizado por “fuertes gastos, reestructuraciones del equipo ejecutivo y costos inesperados en el esfuerzo por ganar la aceptación mundial de esos cultivos alterados”, según analistas.
Mientras gran parte de los productos transgénicos se incorpora a la cadena alimenticia, las compañías de alimentos también sufren el impacto de la ingeniería genética.
Empresas como Kraft Foods enfrentan riesgos que incluyen responsabilidad civil por sus productos, contaminación, rechazo de los consumidores, pérdida de ventaja competitiva, daño a su reputación, y preocupación entre compañías aseguradoras, accionistas y analistas. Estos riesgos las someten a riesgos innecesarios, según un análisis acerca del impacto financiero de los alimentos transgénicos en la gigantesca firma estadounidense.
El informe, publicado por Public Interest Research Groups y As You Sow Foundation, de Estados Unidos, sostiene que la contaminación de suministros alimentarios por Starlink le costó a la industria alimenticia cerca de 1.000 millones de dólares debido a anulaciones de pedidos, demandas, ventas perdidas y rechazo de los consumidores. Kraft Foods no fue la excepción, y el incidente demostró el riesgo financiero de los alimentos transgénicos y la falta de adecuación de las normas actuales para proteger a las empresas alimenticias de acciones judiciales. (http://pirg.org/ge/GE.asp? id2=3D9677&id3=3Dge&)
La contaminación de productos Kraft por cultivos transgénicos aprobados y no aprobados podría causar enormes pérdidas financieras a las compañías si éstas no trataron de impedir tal contaminación, advierte el informe.
Además, agrega, los alimentos modificados genéticamente no aumentan la rentabilidad de las empresas de alimentos. Por el contrario, la mayoría de las compañías que dejaron de usar ingredientes transgénicos registraron aumentos en sus ventas en los años siguientes.
Si empresas alimenticias como Kraft Foods continúan usando ingredientes transgénicos, correrán riesgos financieros, concluye el informe.
Mientras compañías individuales enfrentan los desafíos de la ingeniería genética, tiempos más difíciles se aproximan para el propio sector de la biotecnología.
La comunidad inversionista ya emitió señales de advertencia. “El ambiente financiero para la biotecnología es realmente duro actualmente, y algunas compañías se hundirán en el futuro cercano”, pronosticó Chris Ehrlich, socio de InterWest Partner en Menlo Park, citado por el diario estadounidense East Bay Business Times el 28 de abril de 2003.
Mientras, Morgan Stanley también presentó un panorama negativo de la industria. En mayo, la firma de inversión redujo la calificación del sector de la biotecnología, en señal de que, después de un sólido desempeño, la industria tenderá a decaer en los próximos 12 a 18 meses. “Aunque todavía hay catalizadores positivos en el corto plazo para el sector, con la probable aprobación de cuatro drogas adicionales en los próximos cuatro meses, fuertes ganancias (en el segundo trimestre)... y la continuación de un crecimiento por encima de lo normal, creemos que las tasaciones comienzan a reflejar esta realidad”, señaló la firma. “Las tasas de crecimiento comienzan a enlentecerse en el sector de grandes capitales, lo que afectará la segunda mitad de 2003 (con una competencia más dura y productos cerca de su fecha de vencimiento) y períodos posteriores”, anticipó Morgan Stanley, citada en theStreet.com.
Aunque los fundamentos “mejoraron significativamente” el año pasado, con las actuales valorizaciones “es difícil encontrar acciones cuyo desempeño pueda destacarse en el mercado a corto plazo”.
Así, el futuro de la biotecnología es incierto y plagado de problemas, y en algunas partes del mundo, la industria sufre una gran conmoción.
Debido a la incertidumbre financiera por la baja aceptación de los productos transgénicos por parte de los consumidores y usuarios, muchas empresas de la Unión Europea (UE) comenzaron a reducir sus investigaciones en biotecnología. La Comisión Europea informó que, entre 1998 y 2002, el número de pruebas de campo cayó 87 por ciento en la UE debido en gran parte al rechazo generalizado del público y a la decisión del bloque regional de no aprobar ningún lanzamiento comercial de organismos modificados genéticamente.
Más de la mitad de las pequeñas y medianas empresas y dos tercios de las grandes empresas cancelaron proyectos de investigación en los últimos cuatro años, informó la Comisión. Los otros motivos citados para las cancelaciones fueron cuestiones de regulación, es decir, situaciones jurídicas poco claras, normas confusas o muy estrictas para las pruebas de seguridad de los productos transgénicos, y el alto costo de los proyectos.
En Estados Unidos, el éxito de la biotecnología también ha sido bajo.
Según un estudio de Brookings Institution (http://www.brook.edu/dybdocroot/es/urban/publications/biotech.pdf), la mitad de las compañías biotecnológicas fundadas en los años 70 quebraron o se fusionaron con otras empresas. La incertidumbre sobre el desarrollo de productos y la economía es tan grande que la mayoría de las pequeñas empresas biotecnológicas fracasaron en las últimas dos décadas.
“La cantidad de fondos de investigación que aparentemente requiere un centro de biotecnología podría estar fuera del alcance de la mayoría de las áreas metropolitanas”, concluye el informe, basado en un estudio de centros biotecnológicos en 51 áreas metropolitanas de Estados Unidos. La mayoría de las firmas de biotecnología funcionan a pérdida, ya que realizaron enormes inversiones en investigación y desarrollo durante varios años antes de obtener ganancias por sus ventas, dice el estudio. La típica compañía de biotecnología, agrega, gastó alrededor de 8,4 millones de dólares en investigación y desarrollo y obtuvo ingresos de apenas 2,5 millones en 1998.
Mientras países e inversores luchan por unirse a la carrera biotecnológica, estas evaluaciones financieras podrían ser útiles a los gobiernos y pueblos de países en desarrollo al considerar inversiones en tecnologías y empresas de ingeniería genética. — Third World Network Features. (FIN)
Acerca del autor: Chee Yoke Heong es investigador de la Red del Tercer Mundo.
Al reproducir este artículo, acredítelo a Third World Network Features y, si corresponde, a la revista cooperadora o agencia involucrada, e inserte el pie de autor. Sírvase enviarnos recortes.
El sitio web de la Red del Tercer Mundo en inglés es http://www.twnside.org.sg
|