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Género

Martes 1 de Julio de 2003

Igualdad de género, objetivo esencial del milenio

por Noeleen Heyzer

Aunque la potenciación de la mujer y la igualdad de géneros fueron incluidas entre los Objetivos de Desarrollo del Milenio en el año 2000, todavía queda mucho camino por recorrer antes de alcanzar esas metas.

Los compromisos de los gobiernos con los derechos de la mujer y la igualdad de género, acordados en numerosos foros mundiales y en la Convención para la Eliminación de Toda Forma de Discriminación contra la Mujer, fueron reafirmados por la comunidad mundial en la Cumbre del Milenio e incorporados a los Objetivos de Desarrollo del Milenio en 2000. La Declaración del Milenio sostiene que la igualdad de género no es apenas un objetivo en sí mismo, sino una condición esencial para alcanzar todas las metas de desarrollo. Los declarantes resolvieron “promover la igualdad de géneros y la potenciación de la mujer como forma eficaz de combatir la pobreza, el hambre y las enfermedades, así como de estimular un desarrollo realmente sostenible”.

Cualquier evaluación del progreso hacia la igualdad de género exige una comprensión de los principales factores que modelan nuestro mundo actual, con consecuencias críticas para la vida de las mujeres: globalización económica, fragmentación y/o conflicto nacional, y lo que llamaré “problemas sin fronteras”. Las crisis financieras en Asia y América Latina y las negociaciones de la OMC pusieron de relieve las injusticias de la globalización. Mientras muchas mujeres se han beneficiado de las nuevas oportunidades, otras han experimentado nuevas formas de injusticia o bien más injusticia, dado que la globalización no generó empleos seguros y trasladó su trabajo a los sectores informal y casual.

Un proceso paralelo de fragmentación étnica, lingüística y religiosa es evidente en el número sin precedentes de guerras civiles. La violencia de género, incluidos el embarazo forzado, la violación y la infección deliberada con VIH, se ha vuelto una horrorosa característica de los conflictos. Más de 250.000 mujeres fueron violadas sistemáticamente durante el genocidio de 1994 en Ruanda, por poner apenas un ejemplo. Las mujeres refugiadas y desplazadas, que suman cientos de miles, son especialmente vulnerables a la explotación y el abuso sexual.

Junto a estas tendencias ocurre un aumento de problemas que no conocen fronteras, entre ellos organizaciones criminales, tráfico de mujeres y niños, tráfico de drogas y de armas, y el VIH/sida, una epidemia que afecta cada vez a más mujeres y diezma familias y comunidades.

En este escenario, la inclusión de la potenciación femenina y la igualdad de género como uno de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio representa una nueva oportunidad para hacer que los gobiernos rindan cuentas por sus compromisos hacia las mujeres. También indica una nueva determinación de recabar datos específicos sobre género, necesarios para vigilar la aplicación de esos compromisos.

En tres dimensiones seleccionadas para medir el progreso hacia este objetivo –inscripción en centros educativos, empleo remunerado y representación política–, el progreso es desparejo. Datos internacionales revelaron que sólo siete países, todos europeos, alcanzaron los niveles propuestos en los tres indicadores, mientras tres más, pertenecientes al mundo en desarrollo, están muy cerca. Los mayores déficits para las mujeres en materia de educación y empleo remunerado no agrícola se registran en los países más pobres, mientras la proporción de mujeres parlamentarias –más dependiente de la voluntad política que del poder económico– es más alta donde existen medidas de acción afirmativa, tales como las cuotas.

Las barreras al empleo femenino fuera del hogar se redujeron significativamente desde 1990. Las mujeres componen actualmente casi la mitad de la fuerza de trabajo remunerada en muchos países. Sin embargo, la segregación laboral persiste: las mujeres son destinadas en su gran mayoría a “trabajos femeninos” de poco prestigio, en general inseguros y mal pagos, y típicamente reciben un salario 20 a 30 por ciento inferior que el de los hombres, aun por igual trabajo.

Las mujeres también han sufrido de manera desproporcionada la recesión económica mundial bajo la forma de pérdidas de empleo, formas más precarias de empleo, y bajos salarios. Y las mujeres siguen siendo la mayoría de los pobres del mundo.

Equilibrar el trabajo con las responsabilidades familiares y comunitarias es cada vez más difícil, en especial en las zonas afectadas por el VIH/sida. En estas áreas, el cuidado de los enfermos y moribundos queda típicamente a cargo de mujeres, que hacen la mayor parte de las tareas domésticas no remuneradas. Esto les deja poco tiempo para los trabajos agrícolas y la preparación de alimentos, y amenaza la seguridad alimentaria familiar en muchos países. El impacto sobre las mujeres es especialmente fuerte en las situaciones de guerra y posguerra, dado que los sistemas de salud y justicia se derrumban y el colapso económico fuerza a las mujeres a la industria sexual para obtener dinero, alimentos o vivienda.

Las mujeres todavía están en general ausentes de los parlamentos, con un porcentaje de apenas 14 por ciento en 2002. Sólo 11 países que han adoptado cuotas alcanzaron el objetivo de 30 por ciento. Es interesante que la representación femenina en muchos países en desarrollo sea superior a la de algunos países ricos.

Finalmente, la igualdad de género depende del fin de la violencia contra la mujer. Aunque en casi 60 países hay en vigor o en elaboración leyes contra la violencia doméstica, este flagelo continúa siendo unas de las violaciones a los derechos humanos más generalizadas en el mundo. En 2002, un estudio de la OMS reveló que uno de cada tres mujeres prevé que será golpeada, forzada sexualmente o sufrirá otros abusos en su vida.

Estas cifras indican la urgente necesidad de mayor compromiso y más recursos de toda la comunidad internacional. El progreso hacia la meta de la igualdad de género y la potenciación de la mujer es esencial para alcanzar todos los otros objetivos. — Third World Network Features. (FIN)

Acerca de la autora: Noeleen Heyzer es directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer.

Este artículo fue publicado por primera vez en Global Future (segundo trimestre, 2003).

Al reproducir este artículo, acredítelo a Third World Network Features y, si corresponde, a la revista cooperadora o agencia involucrada, e inserte el pie de autor. Sírvase enviarnos recortes.

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