Miércoles 6 de Febrero de 2008
Estados Unidos. Pobreza en el país de la abundancia
por Bharat Dogra
La pobreza acecha en Estados Unidos, a pesar de ser una tierra de abundancia, y algunos expertos estima que la cantidad de pobres es mayor de lo que indican las cifras oficiales.
La Oficina del Censo de Estados Unidos informó que el 12,6 por ciento de la población del país (unos treinta y siete millones de estadounidenses) vive en la pobreza. Lo que es aun más grave, casi veinte por ciento de los niños menores de seis años se encuentran en esa situación.
Esas estadísticas pueden parecer chocantes para muchas personas, pero varios expertos que estudiaron de cerca la pobreza en Estados Unidos argumentan que en realidad la situación es peor. Si bien la Oficina del Censo maneja las estadísticas referidas, ha definido la “línea por debajo de la pobreza” de la siguiente manera: un ingreso anual de aproximadamente 10.000 dólares por persona o 20.000 dólares para una familia de cuatro personas. Sin embargo, el Economic Policy Institute evaluó decenas de estudios relativos a la definición de lo que constituye un “salario mínimo” en Estados Unidos y llegó a una cifra promedio de 30.000 dólares por año para una familia constituida por un adulto y dos niños, lo que equivale a un salario de catorce dólares la hora. Lo que resulta más impactante es que la mayoría de los trabajadores estadounidenses (aproximadamente el sesenta por ciento), gana menos de catorce dólares la hora.
Numerosos expertos han puesto reparos a los umbrales oficiales de la pobreza cuyo cálculo se hace multiplicando por tres los presupuestos de alimentación de los pobres. Un grupo de expertos en pobreza reunidos por el Comité de Estadísticas Nacionales del Consejo de Investigaciones Nacionales concluyó que actualmente los índices de pobreza de Estados Unidos están subestimados.
El aumento del costo de la vivienda para los pobres, en especial, aumentó las probabilidades de que las estimaciones de la pobreza, que se basan mayormente en el presupuesto destinado a alimentación, la subestimen.
La crisis de la vivienda para los pobres es en gran medida una combinación de dos factores. En primer lugar, hubo una sostenida caída de la oferta de viviendas de alquiler a precios accesibles para los pobres. En segundo lugar, la cantidad de gente pobre que compite por esas escasas unidades ha crecido al mismo tiempo.
El gasto destinado a la vivienda pública ha caído desde la década del ochenta. La expansión de las subvenciones públicas de las rentas se detuvo a mediados de la década siguiente. Debido a la escasez de viviendas de bajo costo, la gente pobre comenzó a gastar la mayor parte de sus ingresos en el alquiler.
En un ensayo titulado “Hunger in the Land of Plenty” (Hambre en la tierra de la abundancia), Janet Poppendieck explica el deslizamiento hacia la falta de vivienda y el hambre. “Un brusco aumento del costo de la vivienda puso a muchos estadounidenses empobrecidos en un dilema entre la vivienda o la comida. Para algunos la carga cada vez mayor de la vivienda resultó demasiado difícil de soportar y la falta de un techo se sumó al hambre como símbolo y síntoma de la escalada de la pobreza”, sostiene la autora. Una vez que una persona queda sin casa, argumenta, él o ella automáticamente se suma al rango de los que pasan hambre, ya que al no tener acceso a una cocina se esfuma cualquier esperanza de prepararse una comida económica.
El proyecto Community Childhood Hunger Identification ha utilizado un criterio cuidadosamente concebido y meticulosamente probado para obtener estimaciones del hambre infantil. Sus resultados, que tuvieron amplia aceptación tanto en círculos gubernamentales como de salud pública, revelaron que hay 5,5 millones de niños menores de doce años con hambre y otros seis millones en riesgo de pasar hambre.
Los pobres también se ven privados de sus derechos humanos básicos. La periodista Barbara Ehrenreich trabajó en varios lugares en los que se pagan salarios bajos para observar de cerca la realidad de las condiciones de trabajo. Esto dio como resultado el ampliamente aclamado Níckel and Dimed (traducido al castellano con el título “Por cuatro duros”), un best-seller del New York Times y Libro Notable del Año. Ehrenreich escribió: “Lo que me sorprendió y ofendió más de los lugares de trabajo mal pagado fue hasta qué punto se exige la renuncia a los derechos civiles básicos, lo que equivale al respeto por uno mismo. (…) Cuando se entra a un lugar de subempleo –y también a muchos lugares de trabajo con sueldos medios- hay que dejar las libertades civiles en la puerta, dejar atrás América y todo lo que supuestamente representa, y aprender a cerrar la boca durante todo el tiempo que dure el turno de trabajo. (…) Después de todo, no podemos enorgullecernos de ser la primera democracia del mundo si gran cantidad de ciudadanos pasan la mitad de las horas de vigilia en lo que equivale, lisa y llanamente, a una dictadura”.
Según un informe sobre la situación de niños y niñas estadounidenses (“The State of America’s Children”), del Fondo para la Defensa de los Niños (CDF, por sus siglas en inglés), persisten las altas tasas de pobreza infantil y éste es el grupo más pobre.
Según datos recogidos por CDF, uno de cada cinco niños estadounidenses es pobre ahora, y uno de cada tres será pobre en algún momento de su infancia.
El informe del CDF concluye que la visión edulcorada de la prosperidad estadounidense esconde profundas y poderosas carencias morales, económicas, generacionales y raciales que acechan debajo de la superficie. A menos que se corrijan, advierte, destruirán los ideales fundamentales estadounidenses de justicia e igualdad de oportunidades, estabilidad familiar y comunitaria, productividad económica y legitimidad moral.
La lección de todo esto para quienes están comprometidos con la reducción de la pobreza consiste en que el aumento general del ingreso o de la riqueza en cualquier país no es garantía por sí solo de que quienes están en los sectores más bajos podrán satisfacer sus necesidades básicas con dignidad. En última instancia, sólo una sociedad que cuide profundamente a sus ciudadanos puede asegurar no sólo alimentos y vivienda sino también dignidad para todos, incluidos los individuos de los estratos económicos más bajos.
Bharat Dogra es un escritor independiente radicado en Nueva Delhi, India.
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Este artículo fue publicado el 31 de enero de 2008 en Agenda Global, un suplemento semanal que circula los jueves con el periódico La Diaria de Montevideo, Uruguay. www.ladiaria.com.uy
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