Martes 6 de Noviembre de 2007
La economía paralela
por John Christensen
En secreto y con audacia, en el
último medio siglo, las élites
de abogados y contadores y sus
poderosos clientes han construido
una economía mundial paralela
–integrada por los llamados paraísos
fiscales– para evadir impuestos y
normas “territoriales”.
Esta economía paralela es un entramado de bancos,estudios jurídicos y contables, gobiernos de pequeños países con sistemas judiciales e intermediarios financieros que se combinan para servir como un “vínculo
extraterritorial” (offshore) entre las
economías legales e ilegales.
Esta red de paraísos fiscales
estimula y facilita la fuga de capitales de los países pobres en gran escala, facilita la evasión fiscal, desplazando la carga impositiva del capital al trabajo y contribuye a extender la desigualdad. Socava la integridad de los sistemas fiscales de todo el mundo y del respeto por la ley.
Los negocios encubiertos y los
tratamientos especiales erosionan a
la propia democracia.
Las finanzas offshore distorsionan
los mercados internacionales para
desventaja de la innovación y el
espíritu empresarial, y recompensan
la especulación fraudulenta y
la malversación. Es una causa
importante del crecimiento de la
corrupción de alto nivel. Funciona
a través de arreglos entre los
intermediarios financieros del
sector privado y los gobiernos de los
estados que albergan las actividades
offshore extraterritoriales de los
paraísos fiscales. La evasión fiscal
internacional es el próximo gran
frente de batalla por el desarrollo y
contra la corrupción y la desigualdad.
Contrariamente a las imágenes que evoca el término “extraterritorial”, es un error creer que la economía offshore está desvinculada y alejada
de los principales Estados.
Geográficamente, muchos de los
paraísos fiscales están ubicados
en pequeñas economías insulares
distribuidas en toda la gama de
las zonas horarias, pero política
y económicamente la mayoría
de ellos está estrechamente
vinculada a las grandes potencias.
La City (el distrito financiero) de
Londres controla el grueso de las
transacciones financieras offshore, y
muchos intermediarios financieros
de la City funcionan desde oficinas
ubicadas en territorios británicos en
el exterior y en dependencias de la
corona inglesa. Estas jurisdicciones
proyectan la impresión de que
funcionan con autonomía, pero en
la práctica actúan en gran medida
como centros de recepción de las
instrucciones emitidas por la City
londinense y otros grandes centros
financieros. Son útiles para la City
principalmente porque ofrecen una
carga tributaria nula o mínima junto
con normativas de secreto financiero
–que incluye la no divulgación
de los dueños de las empresas
y los fideicomisos– y regímenes
normativos mucho más permisivos
que los territoriales.
La activista noruega contra
la corrupción Eva Joly, conocida
por sus investigaciones sobre el
escándalo Elf, que afectó al gigante
francés del petróleo en la década
de 1990, sostiene que “no hay
nada más importante para quienes
quieren enfrentar la pobreza en el
mundo que posibilitar el rastreo de
los movimientos del dinero sucio
e imponer sanciones a aquellos
territorios que no cooperen con este
proceso”.
El secreto bancario es una gran
barrera que impide rastrear los
movimientos de dinero sucio y para
enfrentar las actividades corruptas.
El secreto dificulta la investigación
de actividades en el centro financiero
offshore y facilita el lavado de las
ganancias de una amplia gama de
actividades delictivas y corruptas, que
incluye al fraude, la malversación
de fondos y el robo, el soborno,
el narcotráfico, el tráfico ilegal de
armas, la falsificación, el abuso
de información privilegiada, la
falsificación de facturación comercial,
la manipulación de precios en
las transferencias comerciales, y
la evasión fiscal. Se idean planes
complejos para incorporar el dinero
sucio a las transacciones comerciales
legítimas y ocultar las ganancias de
los delitos y la evasión fiscal.
Un experto investigador sostiene:
“Los métodos de lavado de dinero
varían drásticamente desde lo
relativamente simple y de bajo
nivel hasta los casos de negocios
muy estructurados y complejos o
la transferencia del dinero hacia
el espacio offshore. Lo que vemos
cada vez más es la infiltración de
identidades delictivas en intereses
comerciales que de otra manera
serían legítimos. Ninguna de estas
personas podría hacer lo que hace
si no fuera por abogados, asesores
financieros y similares que los ayudan
a lavar y ocultar activos a sabiendas”.
Por lo menos un billón de
dólares (un millón de millones)
provenientes del lavado de dinero
ingresa anualmente a las cuentas
offshore. La mitad de esa suma se
origina en los países en desarrollo.
A pesar de la enorme cantidad de
iniciativas existentes contra el lavado
de dinero, es asombrosa la cantidad
de movimientos de dinero sucio que
no se detectan.
Un banquero suizo afirma que
sólo se detecta 0,01 por ciento (un
dólar de cada diez mil) del dinero
sucio que fluye por Suiza. No es
probable que otros centros financieros
extraterritoriales presenten mejores
resultados. Las técnicas utilizadas
para defraudar al fisco y lavar el
dinero sucio implican mecanismos
y subterfugios financieros similares:
paraísos fiscales, empresas y
fideicomisos extraterritoriales,
fundaciones, bancos corresponsales,
testaferros, transferencias electrónicas
ficticias, etc.
Instituciones jurídicas a las que
la sociedad les otorgó un estatuto
y privilegios especiales fueron
subvertidas con fines para las que
no fueron creadas. Por ejemplo, el
propósito original de los fideicomisos
era promover la protección de los
cónyuges y demás familiares que no
pueden mantenerse a sí mismos, y
de promover causas benéficas. Por
increíble que parezca a quienes no
estén familiarizados con la economía
offshore, en los paraísos fiscales
extraterritoriales se suelen crear
fideicomisos benéficos con el fin
de que tengan en propiedad special
purpose vehicles (SPV) o “entidades de
propósito especial” utilizadas para
la evasión tributaria internacional y
para ocultar activos y pasivos offshore, como hicieron Enron y Parmalat en sus multimillonarios fraudes.
El notable crecimiento que tuvo
la economía extraterritorial a partir
de mediados de la década de 1970
revela un fuerte punto de quiebre
en el proceso de liberalización
financiera. Mientras el capital se
ha convertido en algo totalmente
móvil, los sistemas para rastrear los
flujos internacionales de dinero sucio
siguen siendo sobre todo nacionales.
El resultado previsible ha sido un
incremento masivo en los flujos
internacionales de dinero sucio.
John Christensen es secretario de la
red internacional Tax Justice Network (Red de Justicia Impostiva) y antes trabajó en paraísos fiscales en la isla de Jersey.
Este artículo fue publicado el 1 de noviembre 2007 en Agenda Global, suplemento semanal publicado los jueves en el periódico La Diaria de Montevideo. www.ladiaria.com.uy
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