Derechos de Propiedad Intelectual
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Martes 16 de Octubre de 2007
OMPI en grave crisis
Propiedad Intelectual
por Martin Khor
La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) está sumida en una seria crisis institucional debido a denuncias de que su director general, el sudanés Kamil Idris, ha incurrido en serias irregularidades. Los gobiernos de los países miembros del principal órgano mundial dedicado a cuestiones de la propiedad intelectual no se ponen de acuerdo sobre qué hacer con él.
La OMPI finalizó su Asamblea General anual la semana pasada sin haber adoptado el presupuesto para los próximos dos años, generando así dudas sobre sus programas y financiación. Detrás de la discusión por el presupuesto lo que en realidad estaba en juego era el conflicto de cómo resolver las acusaciones de que el director general, entre otras cosas, falsificó durante muchos años su edad para tener más posibilidades de ser contratado y promovido dentro de este organismo especializado de las Naciones Unidas con sede en Ginebra.
El año pasado una auditoría elaboró un informe interno –que todavía no se ha hecho público– en el que se expusieron las irregularidades sobre su edad, y el propio Idris reveló que había nacido en 1954 y no en 1945, como indicó durante muchos años.
El director general de la OMPI explicó que había sido un error tipográfico. Pero el informe de la auditoría dio detalles acerca de cómo se había utilizado la fecha incorrecta de nacimiento durante muchos años y los beneficios obtenidos como consecuencia de ello. Según las denuncias, al decir que era mayor y en consecuencia con mayor experiencia, Idris pudo obtener posiciones de alto rango, incluso su puesto actual.
Durante muchos años ha habido acusaciones, algunas de ellas publicadas en periódicos de Ginebra, de posibles conductas antiéticas en las cuales habrían estado involucrados el director general y otros funcionarios de la Secretaría de la OMPI. Por lo tanto, la cuestión del cambio de edad fue sólo el último escándalo de una larga lista. Algunos países desarrollados, encabezados por Estados Unidos y el Reino Unido, pidieron a Idris que abandonara su oficina lo más pronto posible (su cargo expira en 2009), pues su permanencia afectaría su imagen y trabajo.
Estados Unidos pretendía que el informe de la auditoría interna y las medidas adoptadas al respecto se discutieran en la Asamblea. Pero el Grupo de países africanos argumentó que era prematuro, porque el informe todavía no había sido discutido por el comité de auditoría de la OMPI. Con el clima de crisis en el aire, el presidente de la Asamblea de la OMPI, el embajador de Nigeria Martin Uhomoibhi, convocó a un pequeño grupo de países para resolver este tema. Pero no lo logró. Estados Unidos, respaldado por los países europeos y Japón, plantearon que el comité auditor se reuniera y presentara un informe en el término de dos meses, y que se tomara ahora la decisión de convocar a la Asamblea de la OMPI a una sesión especial en febrero próximo. Los africanos, con el apoyo de varios países en desarrollo, aceptaron la propuesta pero quisieron que las medidas a adoptar fueran consideradas después de que se publicara el informe. Con un plazo por delante en este tema, los países desarrollados decidieron impedir la aprobación del presupuesto y el programa de la OMPI para el periodo 2008-2009.
Se escudaron en que no se había podido llegar a un acuerdo en otra propuesta (de Estados Unidos y Japón para rebajar los aranceles de patentes cobrados por la OMPI) para argumentar que como se ignoraban los futuros ingresos del organismo no se podía aprobar un presupuesto.
Fue una táctica apenas disfrazada para vincular la aprobación del presupuesto con una decisión en torno al problema del director general que los satisficiera. Como no se tomó una decisión al respecto, el nuevo presupuesto está bloqueado. Las normas de la OMPI dicen que de no aprobarse un nuevo presupuesto el organismo todavía puede actuar utilizando el mismo grado de financiamiento de los dos años previos. Por lo tanto, no hay una amenaza inmediata de suspensión del pago de salarios y cuentas ni sus actividades. Pero sí queda afectada la expansión de sus gastos y actividades, previstas en el nuevo presupuesto.
Los países desarrollados lograron crear una atmósfera de crisis y la sensación de que básicamente se suspenderían las futuras actividades para negociar nuevos tratados o nuevos tipos de actividades hasta que se resuelva el problema del director general.
Seguramente insistirán en que se celebre una sesión especial de la Asamblea en torno a este tema. Para que ello ocurra, más y más países en desarrollo tendrán que abandonar su defensa de Idris. Delegados de África, Asia y América Latina expresaron que no están defendiendo al director general pero que, al igual que cualquier otra persona, merece un trato justo y un proceso debido, y que hasta que no se discuta el asunto en el comité de auditoría no habría que presumir la necesidad de adoptar una medida drástica. Tampoco les gustó el chantaje apenas velado de que el Programa para el Desarrollo aprobado por la Asamblea –dirigido a beneficiar a los países en desarrollo– no se aplicará adecuadamente porque el presupuesto está bloqueado, y que recién podrá desbloquearse cuando el director general acepte irse.
Muchos preguntan por qué los países occidentales decidieron actuar contra Idris a esta altura, cuando las denuncias de malversaciones financieras en la OMPI están circulando desde hace años. Diplomáticos de los países en desarrollo opinan que a los países desarrollados les agradaba Idris porque había incidido en que el programa de la Secretaría fortaleciera e hiciera más estricta la propiedad intelectual en los países en desarrollo. Sin embargo, en años recientes, los países en desarrollo han estado defendiendo una reforma importante de la OMPI por la cual sus normas y programas serían más propicios al desarrollo. El director general no era necesariamente amigo de este proceso, pero no pudo detenerlo.
Ahora, los países más poderosos encuentran que la OMPI y su director general ya no les resultan útiles y pretenden imponer un cambio en la dirección actual antes de que se afiancen los aspectos de “desarrollo”. Por lo tanto, no es sólo la dirección de la OMPI lo que está en juego, sino también sus objetivos, dirección y actividades fundamentales. Los próximos meses serán cruciales para su resolución y la forma que se encontrará para ello.
Martin Khor es director de Third World Network (TWN).
Este artículo fue publicado el 11 de octubre 2007 en Agenda Global, un suplemento semanal que circula los jueves con el periódico La Diaria de Montevideo, Uruguay. www.ladiaria.com.uy
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