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Comercio

Lunes 8 de Octubre de 2007

Señales conflictivas en torno a la Ronda de Doha

por Martin Khor

Continúa la incertidumbre sobre si las negociaciones de la Ronda de Doha de la OMC se reanimarán o continuarán decayendo. El gobierno de Estados Unidos hizo algunos gestos positivos la semana pasada, pero el Congreso de ese país no está afín a un acuerdo.

¿Volverá repentinamente a la vida la conflictiva Ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC) o entrará en un nuevo impasse y posiblemente una muerte lenta? Todavía es difícil de predecir, y las próximas semanas seguramente aclaren la situación.

Estados Unidos, el mayor miembro de la OMC, del cual depende la Ronda, emitió señales contradictorias la semana pasada.

Por un lado, está el optimismo que surge de una reunión realizada en Nueva York entre los presidentes George W. Bush, de Estados Unidos, y Lula da Silva, de Brasil. Por el otro, está la visión pesimista que surge de cómo ven los líderes del Congreso estadounidense a la Ronda de Doha.

Lula y Bush, salieron radiantes de su reunión suplementaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

“Tuvimos una buena discusión sobre Doha, un compromiso compartido con una ronda exitosa de conversaciones comerciales”, declaró Bush. “Le aseguré al presidente (brasileño) que Estados Unidos demostraría flexibilidad, especialmente en nuestras diferencias agrícolas, para ayudar a lograr un avance importante”.

Lula expresó que en los próximos días podrían anunciarse noticias positivas sobre las conversaciones comerciales mundiales. “Acerca de la Ronda de Doha, Brasil está dispuesto a hacer todo lo que sea necesario para lograr un acuerdo”, expresó.

Y el canciller brasileño, Celso Amorim, dijo a la prensa que Bush confirmó que Estados Unidos estaba dispuesto a reducir sus subvenciones agrícolas máximas que tienen efectos de distorsión del comercio, a una franja entre 13.000 millones y 16.500 millones de dólares por año.

Amorim comentó que eso era suficiente para alentar a los dos países a comprometerse totalmente con las negociaciones, pero añadió que un acuerdo exigiría que las subvenciones se redujeran a aproximadamente 13.000 millones de dólares.

Sin embargo, Estados Unidos exige un elevado precio por lo que aparenta ser su oferta. Quiere que los países en desarrollo liberalicen sus mercados en materia de bienes agrícolas e industriales, así como en los servicios. De lo contrario, no hay acuerdo.

A la mayoría de los países en desarrollo no les importa hacer algunos compromisos, incluso importantes, pero no en el grado que les exigen Estados Unidos y otros países desarrollados.

Si les recortan tan radicalmente sus aranceles industriales (por ejemplo a cinco-quince por ciento), temen que sus empresas nacionales no sobrevivan a la competencia de importaciones baratas. Los ingresos de sus agricultores también se verían perjudicados ante la introducción de importaciones en el mercado.

La Representante Comercial de Estados Unidos, Susan Schwab, ya ha dado señales de que si las conversaciones fallan se iniciará un “juego de culpas”. Su dedo apunta a países como Brasil, India, Sudáfrica como los “desbaratadores” que no aceptarán las profundas reducciones arancelarias exigidas por Washington.

Algunos diplomáticos consideran que la posición agresiva de Schwab se debe a la dificultad que tiene para concretar algo, porque al final es el Congreso de Estados Unidos el que adopta los acuerdos comerciales.

El presidente de Estados Unidos perdió su autoridad comercial de vía rápida y la Cámara de Representantes y el Senado, controlados por los demócratas, no están afines a aprobar acuerdos comerciales.

En un artículo titulado “El éxito de Doha necesita un nuevo presidente de Estados Unidos”, el Financial Times dijo que hay escepticismo en Washington en cuanto a que se produzca un avance importante en las conversaciones de Doha.

El éxito de las negociaciones comerciales mundiales seguramente tendrá que esperar hasta que haya un nuevo presidente en la Casa Blanca, expresaron antiguos miembros del Congreso entrevistados por el Financial Times.

Charles Rangel, presidente del comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes, que regula el comercio exterior, declaró: “A esta altura no creo que tengamos que hacernos cargo de Doha, lamentablemente. Creo que será la presidenta Clinton quien tendrá que lidiar con eso”. Se refería, obviamente a la candidata demócrata a la presidencia, Hillary Clinton.

Una carta que diez senadores (siete republicanos y tres demócratas) enviaron a Schwab pidiéndole que se oponga al texto sobre algodón contenido en un acuerdo preliminar sobre agricultura subraya las dificultades que planteará el Congreso de Estados Unidos a las negociaciones de Doha. El texto reclama que Estados Unidos reduzca más drásticamente las subvenciones sobre el algodón que sobre otros productos, debido a la campaña de los agricultores africanos para obtener un trato más justo para su algodón. Pero los senadores quieren mantener la elevada protección que reciben los cultivadores de algodón de Estados Unidos y amenazaron con rechazar todo el acuerdo de Doha en caso de que se mantenga el texto sobre el algodón.

El algodón es una cuestión muy sensible y de alta prioridad, especialmente para las delegaciones africanas. Así, la adopción de una medida que implique cambiar el texto puede provocar un gran descontento.

La forma en que evolucionen las conversaciones en la OMC en los próximos días dejará en claro si es posible que a fines de este año se logre un acuerdo. De lo contrario, las negociaciones podrían pasar a una etapa de “movimiento lento” hasta que asuma un nuevo presidente en Estados Unidos, con un nuevo mandato comercial.

Martin Khor es director de Third World Network (TWN).

Este artículo fue publicado el 4 de octubre de 2007 en Agenda Global, un suplemento semanal que circula los jueves con el periódico La Diaria de Montevideo, Uruguay. www.ladiaria.com.uy




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