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Instituciones Financieras Internacionales

Martes 18 de Setiembre de 2007

Lo que se cumple y lo que no, afortunadamente

Las referencias del FMI en Irak

por Robert Weissman

Irak no ha cumplido casi ninguno de los objetivos políticos y militares fijados por el Congreso de Estados Unidos hasta setiembre, pero sí estaría cumpliendo los que le ha impuesto el FMI, salvo uno, afortunadamente.

La Oficina de Contabilidad Gubernamental de Estados Unidos confirmó lo que es obvio: las “referencias” que el Congreso fijó para evaluar los avances en la guerra de Irak no se cumplirán en el plazo de setiembre.

Lamentablemente, resulta que Irak sí está cumpliendo otra serie de referencias: las impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

A fines de 2005 el FMI celebró un acuerdo de contingencia con Irak por el cual pone fondos a disposición de ese país a cambio de que acepte ciertos dictados. No obstante, más importante que el dinero de la institución financiera, la aceptación del acuerdo fue una condición para que Irak recibiera importantes reducciones en las obligaciones de pago de las cuantiosas deudas adquiridas por el régimen de Saddam Husein.

El FMI acaba de publicar la Carta de Intención más reciente de Irak, el Memorando de Políticas Económicas y Financieras, y el Memorando Técnico de Entendimiento, del 17 de julio. La presunción con respecto a esos documentos es que hay una “apropiación” de los mismos por parte de Irak y que constituyen un informe sobre la decisión de ese país de aplicar las políticas a las que se comprometió con el FMI. Sin embargo, todo el mundo sabe que las políticas las impone la institución multilateral y que los informes son un intento por quedar bien con su amo financiero.

Los documentos dieron a conocer el avance de Irak en el cumplimiento de las políticas exigidas por el FMI. Con una excepción importante -la privatización del sector petrolero-, Bagdad informa que está realizando avances concretos en el cumplimiento de las demandas, lo que implica entregar la economía a las empresas privadas, reducir las dimensiones del gobierno así como su papel en la economía, y retirar las protecciones laborales.

El gobierno iraquí informa que:

* Seguirá “evitando los aumentos indebidos de salarios y pensiones”.

* Está limitando rigurosamente las contrataciones en el sector público “para mantener los salarios dentro del monto presupuestado”.

* Está recortando los gastos en materia de pensiones públicas, en especial eliminando la indexación de la inflación, que se traduce en una gigantesca reducción de los pagos de pensiones en un país donde la tasa de inflación es del diecinueve por ciento.

* Las empresas públicas que no se vendieron o entregaron al sector privado –una prioridad de Paul Bremen, ex presidente de la Autoridad Provisoria de la Coalición- serán obligadas a actuar con criterio comercial, un preludio casi seguro de su posterior privatización.

* Ha adoptado medidas para asegurar que los inversionistas extranjeros reciban el mismo trato que las empresas iraquíes.

* Los tipos arancelarios se mantendrán en niveles muy bajos (cinco por ciento), imponiendo enormes dificultades a las empresas iraquíes que obviamente deben tratar de moverse en las circunstancias económicas más difíciles.

Pero las noticias no son del todo malas.

Aparte de algunas cuestiones contables nada triviales, el único de los objetivos clave del FMI que no cumple el gobierno iraquí es el de la privatización del sector petrolero.

Quizás porque esto es también una referencia clave del Congreso de Estados Unidos, el gobierno no habla de sus crecientes problemas en este sector. En cambio, establece: “El gobierno de Irak continuará sus esfuerzos por desarrollar un sector de hidrocarburos competitivo y transparente. El proyecto legislativo en materia de hidrocarburos será presentado al Consejo de Representantes cuando se logre el acuerdo final entre todas las partes interesadas, posiblemente en los próximos meses. La propuesta legislativa incluye una ley preliminar de petróleo y gas para regular el sector, una ley preliminar para reestablecer la Compañía Petrolera Nacional Iraquí, una ley preliminar que reorganiza el Ministerio del Petróleo, y una ley preliminar de administración financiera sobre la distribución de los ingresos petroleros”.

Este incumplimiento destacable, y bienvenido, refleja la oposición generalizada de Irak a los designios de las grandes empresas petroleras para controlar el petróleo iraquí, y el éxito de una campaña internacional para dejar al descubierto los planes de usurpación por las grandes petroleras. Todos los grupos étnicos y regionales de Irak creen que la explotación del petróleo iraquí debe estar bajo el control de las compañías estatales iraquíes y no de las transnacionales. Según una encuesta de julio, uno de cada dos iraquíes mantiene esa posición.

Antonia Juhasz, investigadora asociada de Oil Change Internacional y autora del libro The Bush Agenda: Invading the World One Economy at a Time (La agenda de Bush: invadiendo el mundo, una economía por vez), dice que “todos creían que esta ley se iba a aprobar porque nadie sabía de qué se trataba. Ahora que ya se sabe, parece mucho menos probable que realmente se apruebe”.

Es demasiado simplista decir que la movilización popular podrá derrotar el extraordinario poder del FMI, porque hay incontables ejemplos de gobiernos que imponen políticas draconianas de la institución financiera a pesar de levantamientos e insurrecciones populares. Por su parte, Irak parece estar accediendo a la mayoría de lo que le ha exigido el FMI, fuera del sector crucial del petróleo.

Pero en especial por la situación de debilidad actual del FMI, la movilización popular en los países endeudados tiene ahora cierta oportunidad de resistir las políticas de la institución financiera afines al gran capital y hostiles al trabajo, la salud pública y el desarrollo. Irak tiene muchos más recursos que los países africanos pobres, la mayor parte de ellos todavía sujetos al autoritarismo, pero también está asediado por el caos y la división. Si los iraquíes pueden resistir al FMI –y a los otros actores poderosos que procuran transferir el control de su petróleo a las transnacionales- entonces podría haber esperanzas de resistencia en otros lugares.

Robert Weissman es editor del Multinational Monitor, con sede en Washington, y director de Essential Action: www.essentialaction.org Este artículo se prublicó en ZNet, el 1 de setiembre de 2007.




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