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Inmigrantes

Lunes 13 de Agosto de 2007

Noción de patria

por Roberto Bissio

Como muchos ecuatorianos, Rafael ha vivido en el exterior. Como estudiante brillante que fue, en 1991 obtuvo una beca del gobierno belga. En la universidad de Lovaina conoció a Anne, se enamoraron “a primera vista”, se casaron después de dos años de noviazgo y tienen tres hijos.

Este matrimonio le hubiera permitido a Rafael obtener residencia permanente en Bélgica. En cambio, la pareja resolvió radicarse en Ecuador, donde Anne enseña en una escuela primaria y Rafael continuó su carrera de profesor de economía, que luego lo llevó a ser ministro y actualmente Presidente de la República.

Ana también es ecuatoriana y también está en Bélgica. Vive junto con su hija Angélica, de once años, está separada de Xavier, el padre de Angélica, pero éste ve a su hija regularmente y ambos están orgullosos del desempeño escolar de la niña, que tras cuatro años de estudios ya habla perfecto francés. Se dice que Ana estaría considerando la posibilidad de casarse con un belga de origen colombiano, pero ella ha preferido no hablar en público sobre esta relación.

El deseo de privacidad de Ana es el mismo que ha llevado a Anne a no querer ningún rol de “primera dama” y continuar enseñando en el colegio La Condamine. Sus historias personales, sin embargo, se volvieron una crisis política en Bélgica y un conflicto diplomático entre este país y Ecuador el pasado 30 de junio.

Cuando comenzaban las vacaciones de verano, Ana y Angélica fueron arrestadas por la policía belga, acusadas de estar ilegalmente en el país. Después de un mes de detención fueron introducidas a la fuerza en una furgoneta que las llevaba al aeropuerto holandés de Shiphol para ser deportadas. A mitad de camino la justicia belga ordenó parar el procedimiento. Fueron llevadas de vuelta a Bruselas, donde un médico constató trazas de golpes en las rodillas y el tórax de Ana y de ligaduras en sus puños y tobillos.

Angélica no vio a su madre ser golpeada, pero escuchó sus gritos. “Yo estaba desesperada”, cuenta Angélica. “Lloré mucho. Yo no me quería ir. Nos trataron como criminales, como si fuéramos a hacerles mal. Pero nosotras somos cristianas”.

Anne Malherbe, que es tímida y no está acostumbrada a lidiar con la prensa, fue a visitar a Ana y Angélica en el centro de detención. A la salida de la cárcel para extranjeros ilegales conocida como “127bis” en Steenokkerzeel, dijo que apresar a una niña a partir de una delación después de haberle permitido ir a la escuela pública durante cinco años, y mantenerla presa un mes “parecía de la Gestapo”. “Me da vergüenza ser belga”, afirmó.

Esas declaraciones espontáneas de una ciudadana belga que no desempeña cargo oficial alguno en Ecuador llevaron al ministro belga de Relaciones Exteriores, Karen De Gucht, a convocar al embajador ecuatoriano para pedir explicaciones por “ofensas infundadas e inaceptables”. La convocatoria a un embajador a rendir explicaciones es una expresión de tensión en las relaciones entre gobiernos y no es un recurso usual en Bélgica. De Gucht alegó que si hubiera aceptado voluntariamente su repatriación, Ana Cajamarca podría haber recibido fondos de apoyo para facilitar su reinserción en Ecuador. Mencionó también la ayuda belga a Ecuador del orden de los diecinueve millones de dólares al año, lo cual puede ser tanto un alegato de buena fe como una velada amenaza.

El tema de las deportaciones forzadas de inmigrantes es un asunto candente en la política interna belga, donde está creciendo por un lado la derecha xenófoba y, por otro, hay activas organizaciones de derechos humanos y de defensa de los sans papiers (indocumentados), que mantienen viva la memoria de la muerte en manos de la policía de una veinteañera nigeriana en 1998 durante su deportación forzada.

Selma Bekhelifa, abogada de Ana Cajamarca, argumenta que “los informes psicológicos muestran cómo la detención ha traumatizado a esta niña (Angélica)”. No hace falta ser especialista para creerle y fue en base a la Convención Europea de Derechos Humanos que un juez belga ordenó la libertad inmediata de ambas.

En Bégica los sindicatos de policías se oponen al arresto de los extranjeros sin papeles por considerarlo “inútil”, pero el ministro del Interior quiere una política de “tolerancia cero”, incluso frente a los niños de los migrantes. Este debate es una parte no menor en las discusiones actuales sobre la formación de una nueva coalición de gobierno.

Por su parte, Rafael Correa se dirigió directamente a los belgas en su programa radial: "Quiero decirle a Bélgica, ese pueblo belga al que tanto quiero -mi esposa es de allá y mis hijos tienen doble nacionalidad, la considero mi segunda patria-, a este ministro que dijo que, si los ecuatorianos estuvieran tan maltratados en Bélgica por qué todos se quieren quedar, ojalá algún día, por todo el abuso que hayan hecho de su naturaleza, no tengan una lluvia ácida o una catástrofe natural que los obligue a salir. En todo caso, si algún día ustedes, compañeros belgas, se ven obligados a salir de su propia patria tengan la seguridad de que aquí, en Ecuador, serán recibidos como hermanos, porque nosotros consideramos que no hay seres humanos ilegales y siempre tendremos los brazos abiertos".

Correa anunció el inicio en 2008 de un “plan agresivo de retorno” de migrantes “con incentivos para que puedan regresar a su patria los que quieran hacerlo”. Entre otras medidas, el proyecto incluirá créditos, bonos de vivienda, asesoría y eliminación de aranceles para muebles y equipos que traigan del lugar de residencia.

Político al fin, Correa no pudo evitar referirse a su propuesta de “construir una patria donde nadie más tenga que salir y los que un día salieron puedan regresar, para evitar estas humillaciones de nuestros compatriotas en el extranjero” y se preguntó con ironía retórica: “Si el presidente Chávez, si Evo Morales, si Fidel Castro, si quien les habla metemos tres días presa a una madre extranjera con su hija de once años... ¿qué nos dirían?

La decisión final sobre la suerte de Ana y Angélica será tomada por la justicia belga el 18 de setiembre. (FIN)

Roberto Bissio es director ejecutivo del Instituto del Tercer Mundo.

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Este artículo fue publicado el 9 de agosto de 2007 en Agenda Global, un suplemento semanal que circula los jueves con el periódico La Diaria de Montevideo, Uruguay. www.ladiaria.com.uy




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