Instituciones Financieras Internacionales
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Martes 15 de Mayo de 2007
El Banco del Sur, entre la economía y la política
por María José Romero
La iniciativa de crear el Banco del Sur, como una “alternativa financiera para la recuperación e integración económica de los países de Sudamérica”, fue impulsada originalmente por los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela, y Néstor Kirchner, de Argentina. Los presidentes de Ecuador, Bolivia, Paraguay y Brasil fueron agregando sus respaldos, aunque entre ellos existen diferentes ideas sobre qué debe hacer este Banco.
Las expectativas que genera el nacimiento de la nueva entidad, dentro y fuera de la región, se pueden resumir en la siguiente interrogante: ¿habrá encontrado América Latina una alternativa al Fondo Monetario Internacional (FMI), al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo (BID)? El proceso de creación del Banco del Sur se encuentra aún en sus primeros pasos, por lo que esta pregunta aún carece de respuesta. Sin embargo, es posible analizar el contexto en el que la propuesta surge y sus potencialidades.
La relación de América latina con el FMI y el Banco Mundial cambió sustancialmente en los últimos años. La mayoría de los presidentes actualmente en el poder se pronuncian, aunque con diferencias importantes de tono y estilo, en contra de las políticas que ambas instituciones impulsaron a través de sus condicionalidades. Y para librarse de la tutela del FMI, Argentina y Brasil, seguidos más tarde por Uruguay y más recientemente por Ecuador, pagaron por adelantado sus deudas con esta institución. Esto fue posible gracias al crecimiento económico que experimentan los países latinoamericanos a partir del aumento internacional del precio de sus exportaciones y la disponibilidad de fuentes alternativas de crédito.
En este nuevo escenario, el FMI ha perdido relevancia como institución orientadora en la economía y en las políticas. Desde la crisis financiera del sudeste asiático en 1997-1999, las recomendaciones políticas del FMI -liberalización de los sistemas financieros, entre otras- sufren de una profunda crisis de legitimidad debido a su responsabilidad en el agravamiento de la crisis asiática y en la debacle argentina de 2001. En contra de toda la evidencia, los directivos del FMI se negaron a asumir responsabilidad alguna de la institución en ambas coyunturas.
La propuesta del Banco del Sur surge en un momento en que desde distintos ámbitos se demanda una reforma de la arquitectura financiera global, pero no está claro aún si se tratará de una institución de fomento, al estilo del Banco Mundial o del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) brasileño, o un fondo para enfrentar crisis de pagos futuras, como el FMI. Las economías latinoamericanas necesitan de ambos. Hay que promover la inversión y también es necesaria una herramienta de último recurso ante crisis financieras.
Además, la creación del Banco del Sur requiere que los miembros fundadores negocien su estructura, forma de gobierno y autoridades, la operativa (marco de préstamos y criterios de admisión) y la relación de la nueva institución con las entidades regionales ya existentes: el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR), la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (Fonplata).
Para influir en el proceso hay que ser parte de él y tal vez por eso Brasil se incorporó plenamente como miembro fundador en la reunión de Quito del 3 de mayo. Brasil ya cuenta con un banco de desarrollo propio, el BNDES, por lo que sus objetivos y necesidades pueden ser distintos de los de Argentina y Venezuela. El gobierno de Lula ha mostrado interés en que el Banco del Sur se dedique a cubrir las necesidades de inversión en infraestructura de un Mercosur expandido y parece con menos necesidad de proteger sus reservas. En cambio, según declaraciones de Chávez y de su ministro de Finanzas, Rodrigo Cabezas, la idea de Venezuela es que el Banco del Sur se convierta en el FMI de América del Sur, proyecto que cuenta con el apoyo argentino. “No podemos seguir colocando 200.000 millones de dólares de nuestras reservas en el primer mundo y después someternos a sus condiciones para obtener algunos dólares”, dijo el presidente ecuatoriano Rafael Correa. Y la ministra argentina Felisa Miceli estima que el Banco del Sur debe permitir “mejorar la autonomía financiera” de los países participantes. Sin embargo, para el ministro de Economía brasileño Guido Mantega “el aporte de reservas internacionales (por parte de los miembros) no es la mejor manera de capitalizar el Banco”.
En este sentido, la iniciativa ecuatoriana de creación del Fondo del Sur podría constituir una alternativa al proyecto original. Así, un banco como institución de fomento de inversiones públicas, separada de un fondo como instrumento de intervención en casos de emergencias económicas nacionales, aparece como una propuesta más aceptable para Brasil, que rechazaba la opción de una sola institución con ambos cometidos.
Sin embargo, no todos los países de la región han sido seducidos por el proyecto. Los gobiernos de Chile, Colombia y Perú han manifestado su total desacuerdo con el Banco del Sur, argumentando que “están muy contentos con la CAF, el BID y el Banco Mundial, ya que están siendo atendidos”.
En una postura escéptica se encuentra Uruguay, el único país miembro del Mercosur que aún no ha respaldado la iniciativa. Según el ministro de Economía, Danilo Astori, el proyecto le “genera muchas dudas”, ya que “la región tiene instituciones financieras sólidas que han venido cumpliendo un muy buen papel”.
Desde México, el ex canciller Luis Ernesto Derbez, afirma que “no se puede hablar de integración” en relación al Banco del Sur, ya que se trata “del proyecto político” de un gobernante, en directa alusión a Chávez y su cada vez más influyente posición en la región.
Hasta el momento, algunos defensores de la iniciativa sostienen que la razón fundamental del Banco del Sur es de tipo financiero y económico -el conjunto de reservas internacionales que tienen los seis países involucrados suman 164.000 millones de dólares-, mientras que para otros se debe privilegiar una visión política del proyecto, que implique la reformulación de los contenidos del financiamiento para el desarrollo y la búsqueda de una alternativa viable que permita a los países de la región cortar definitivamente con las instituciones financieras internacionales. De acuerdo a los más optimistas, en menos de dos meses seremos testigos del nacimiento de la nueva entidad. Los técnicos se reúnen el 11 de mayo en Río de Janeiro y los ministros volverán a encontrarse en Asunción el 22 de mayo.
Y en Asia también
Los ministros de Finanzas de China, Japón, Corea del Sur y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (el grupo llamado ASEAN+3) anunciaron el sábado 5 de mayo en Kyoto la creación de un Fondo Monetario Asiático (FMA), con una dotación inicial de 80.000 millones de dólares, destinado a dar respuestas comunes a futuras crisis financieras y a independizarse de las recetas del Fondo Monetario Internacional.
El FMA es un paso adelante en el proceso conocido como Iniciativa Chiang Mai, iniciado en mayo de 2000, y por el cual los países asiáticos podían enfrentar ataques especulativos, prestándose dinero unos a otros con un marco común pero mediante acuerdos bilaterales.
Los trece ministros se mostraron optimistas sobre el crecimiento de la región, pero alertaron sobre los riesgos de nuevas subidas del precio del petróleo, desequilibrios globales y un potencial enfriamiento en las economías de los países industrializados. Para enfrentar estos riesgos se creó el FMA y se anunciaron, además, medidas dirigidas a estimular la demanda interna para depender menos de las economías extrarregionales.
Choi Seok-won, analista de Hanwha Securities Co., comentó que “los esfuerzos de Japón por establecer un ‘bloque del yen’ en Asia fracasaron en los años ochenta por presión de Estados Unidos. En esa época, sin Japón, el resto de Asia pesaba poco, pero ahora hay un mercado regional que incluye a China, por lo que el intento de crear un bloque económico asiático puede resistir la oposición norteamericana”. (FIN)
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María José Romero es politóloga e investigadora de Instituciones Financieras Internacionales (IFIs) en el Instituto del Tercer Mundo (ITeM).
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Este artículo fue publicado el 10 de mayo de 2007 en Agenda
Global, un suplemento semanal que circula los jueves con el
periódico La Diaria de Montevideo, Uruguay.
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