Martes 20 de Junio de 2006
El Sur lucha por un sistema de la ONU más justo
por Martin Kohr
Cancilleres del Movimiento de Países No Alineados y del Grupo de los 77 se reunieron recientemente en Malasia. Los ministros prometieron alzar la voz del Sur en materia de relaciones internacionales, incluso en cuanto al proceso de reforma de la ONU.
Malasia fue anfitrión de dos reuniones de cancilleres de países en desarrollo. Se trata de las dos agrupaciones más importantes del mundo en desarrollo: el Movimiento de Países No Alineados (NOAL) y el Grupo de los 77 y China (G-77).
Las reuniones adquirieron especial importancia por realizarse en medio de una coyuntura crítica, cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) comienza a someterse a una profunda reforma.
Si la reforma sale bien, la ONU saldrá fortalecida. Pero si los países industrializados logran su propósito, el foro mundial saldrá debilitado en su función de desarrollo y perderá cada vez más importancia para el Sur.
Malasia es presidente del NOAL hace tres años, y condujo los preparativos de la reunión ministerial del movimiento, realizada del 27 al 30 de mayo.
La reunión del NOAL aprobó un documento de 58 páginas con detalles y propuestas sobre la reforma de la ONU y las posiciones del grupo sobre diversos asuntos, desde terrorismo hasta seguridad, desarrollo y política regional.
Se trata de un amplio compendio sobre la posición en que se encuentra el Sur actualmente en una amplia gama de asuntos internacionales. El documento será una importante contribución a la cumbre de líderes políticos del NOAL, a realizarse en La Habana a mediados de septiembre.
En un mundo dominado por una superpotencia y donde las acciones militares unilaterales han pasado por alto a la ONU, el NOAL adquiere tanta importancia (si no más) como la que tenía cuando se formó para promover las aspiraciones políticas de los nuevos países independientes.
Aunque el NOAL se concentra en asuntos políticos, también se manifiesta sobre cuestiones de desarrollo. El G-77, por otro lado, se concentra casi exclusivamente en asuntos económicos y sociales y en las actividades de la ONU vinculadas con ellos.
En la reunión ministerial de media jornada del G-77, el 29 de mayo, el canciller malasio y anfitrión Syed Hamid Albar dijo que la reforma de la ONU podía proyectarse como un choque de ideas sobre lo que la ONU es y defiende.
Syed Hamid Albar destacó que el G-77concibe al sistema multilateral como la esencia de las relaciones interestatales, un sistema basado en la igualdad soberana de las naciones, codificado en el derecho internacional, y encarnado en la ONU y su Carta. Se trata de países que trabajan juntos en cooperación para alcanzar los objetivos de la Carta y de importantes conferencias internacionales.
“Nuestro concepto de la ONU se opone al ideal que ellos tienen de un sistema multilateral integrado por una colección de sistemas plurilaterales, en que la ONU sea sólo uno de esos sistemas. De ahí sus esfuerzos para reducir a la ONU a ciertas áreas nicho, manejarla como un negocio y diluir la naturaleza intergubernamental de la organización”, dijo.
En cuanto al presupuesto de la ONU, dijo: “Nos preocupan los esfuerzos por usar el ‘poder de la billetera’ para impulsar reformas en cierta dirección favorable a los intereses de un país, o de un pequeño grupo de países. Estos esfuerzos son contraproducentes y contrarios a las obligaciones de la Carta. Destruirían el bien más preciado de la ONU, que es su legitimidad, derivada de su naturaleza equitativa”.
El canciller malasio advirtió que la revisión de la “coherencia del sistema” de la ONU procura cambiar radicalmente instituciones del foro mundial. Los países en desarrollo deben estar atentos a los esfuerzos por utilizar este proceso como pretexto para reducir y debilitar a la ONU, previno.
Ministros de otros países también se pronunciaron. Muchos compartieron la opinión de Malasia de que las reformas deben ser impulsadas por el deseo de fortalecer al sistema de la ONU, para que tenga un papel central en el desarrollo como centro del sistema multilateral, y no de debilitarlo o reducirlo a “áreas nicho”.
La mayoría de los ministros que hablaron criticaron duramente a algunos países industrializados por imponer un tope al secretario general de la ONU en los gastos de reforma, en un intento por condicionar el financiamiento de la organización a la dirección y el ritmo de los cambios.
Aziz Pahad, vicecanciller de Sudáfrica (actual presidente del G-77), manifestó la preocupación de su grupo por ese límite de gastos, que le ha dejado al secretario general solo 50 por ciento del presupuesto anual hasta ahora, y pidió que se levante ese tope para fines de junio.
Jamaica, el anterior presidente del G-77, señaló que la reforma debería hacer a la ONU más eficiente en el área del desarrollo, y se opuso a cualquier cambio que debilite a las agencias de la organización.
Además, consideró injusto poner un tope a los gastos vinculados con la reforma, y advirtió que ésta debe fortalecer al multilateralismo y no a estrechos intereses políticos.
India dijo que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial se han alejado de sus funciones originales. Estas instituciones tienen poder pero no mandato, mientras que el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC) tiene mandato pero no poder.
La coherencia entre estas organizaciones debería basarse en el liderazgo de la ONU en cuestiones económicas mundiales.
China opinó que todos los países deberían tener poder de decisión en cuanto al proceso de reforma. Es importante que los países en desarrollo tengan una estrategia para proteger su interés común, agregó.
Aziz Pahad concluyó diciendo que el G-77 continuaría el diálogo con los países industrializados, y que en el proceso de reforma de la ONU los fuertes no deberían mandar a los débiles.
La reunión aprobó una declaración de 32 párrafos sobre la reforma de la ONU, que guiará su posición en las futuras conversacioines. Third World
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