Lunes 8 de Mayo de 2006
Negociaciones de OMC encuentran nuevo obstáculo
por Martin Khor
El 21 de abril, una reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) concluyó que era imposible cumplir el plazo del 30 de ese mes para avanzar en las negociaciones sobre aranceles agrícolas e industriales, y decidió cancelar una reunión de ministros de Comercio. La sustitución del principal enviado comercial de Estados Unidos en esta situación crucial aumentó la incertidumbre.
Las negociaciones de la OMC se toparon con un nuevo obstáculo cuando una reunión de miembros clave, el 21 de abril, concluyó que el plazo del día 30 para alcanzar acuerdos sobre “modalidades” no se podría alcanzar.
La reunión también acordó cancelar una reunión de unos 30 ministros de Comercio que iba a comenzar a principios de mayo. Se esperaba que los ministros aprobaran las modalidades e impulsaran la atribulada ronda de negociaciones comerciales de Doha.
El incumplimiento del plazo refleja las persistentes diferencias entre los países miembros de la OMC sobre diferentes asuntos, especialmente cómo liberalizar el comercio de bienes agrícolas e industriales, así como los servicios.
Los países ricos resisten los reclamos de recortar sus altos subsidios y aranceles agrícolas lo suficiente para permitir que los bienes agrícolas de países en desarrollo entren en sus mercados.
Asimismo, esos países presionan a los países en desarrollo para que recorten drásticamente sus aranceles industriales, de modo que los productos de aquéllos puedan ingresar a los de éstos. Los países más pobres argumentan que necesitan aranceles para proteger sus pequeñas industrias, que de otro modo se arruinarían.
Las empresas de servicios del Norte (por ejemplo de banca y telecomunicaciones) también presionan para que se les permita entrar en países en desarrollo, que a su vez sólo aceptan la liberalización si sus empresas nacionales están en condiciones de soportar la competencia de gigantescas firmas extranjeras.
Detrás de la complejidad de las negociaciones diplomáticas en la OMC, hay mucho en juego para los países en desarrollo. Ellos necesitan promover sus intereses de manera ofensiva para ganar más exportaciones, y mantener sus intereses de manera defensiva para no abrir demasiado sus mercados y así evitar que sus empresas y agricultores sucumban ante las importaciones y la competencia de firmas extranjeras.
Un movimiento en falso que conduzca a un acuerdo injusto podría perjudicar o destruir sus economías.
El plazo del 30 de abril para las modalidades (que comprenden principalmente fórmulas y números para recortar aranceles sobre bienes agrícolas e industriales y subsidios agrícolas) fue fijado por la última Conferencia Ministerial de la OMC, celebrada en Hong Kong el pasado diciembre.
Se consideraba que el cumplimiento del plazo era importante para progresar en otras áreas, de modo que el acuerdo final de la Ronda pudiera firmarse en diciembre.
Si el plazo de diciembre tampoco se cumple, es posible que el nuevo tratado no sea ratificado por Estados Unidos, dado que la autoridad presidencial para firmar acuerdos comerciales por la “vía rápida” (sin que el Congreso pueda modificarlos, sino sólo aprobarlos o rechazarlos) vence el próximo junio.
En la llamada reunión de “sala verde”, el 21 de abril, a la que sólo fueron invitados unos 30 embajadores, se llegó a dos conclusiones: los plazos no podrían cumplirse, y la pequeña reunión ministerial debía cancelarse, dado que los ministros no tendrían una base para acordar nada.
La reunión sólo acordó “intensificar” las negociaciones”. No se anunciaron nuevos plazos, pero se sabe que debe haber resultados antes de julio, o de lo contrario será posible salvar la Ronda.
El incumplimiento del plazo se sumó a otro revés para las negociaciones: el anuncio por el presidente estadounidense George W. Bush de que su principal enviado comercial, Rob Portman, dejaría esa función para encabezar la oficina de presupuesto de la Casa Blanca.
Portman, considerado un “peso pesado” en la política, será reemplazado por Susan Schwab, un “peso ligero”. Esto generó especulaciones de que el gobierno de Bush había restado a las negociaciones en la OMC su carácter de prioridad.
Se dice que Bush desea primero que nada salvar su atribulada presidencia, y que los asuntos nacionales tienen prioridad para él. En otras palabras, si las conversaciones de la OMC insumen demasiado esfuerzo o exigen demasiado de Estados Unidos (en especial en materia de agricultura), entonces pueden ser sacrificadas.
Un veterano congresista estadounidense dijo recientemente que las conversaciones de la OMC están muertas y culpó de esto a la Unión Europea, por ser a su criterio un socio poco confiable. Por otro lado, el comisario de Comercio de la Unión Europea, Peter Mandelson, culpó a Estados Unidos por bloquear el progreso.
El juego de culpas ha vuelto a comenzar. Si ni Estados Unidos ni la Unión Europea pueden mejorar sus ofertas hasta ahora insuficientes para la reducción de su protección agrícola, los países en desarrollo tienen por delante una difícil elección: pueden aceptar las ofertas de ambas potencias (pese a ser insuficientes o insignificantes) y a cambio abrir sus economías, a sabiendas de que esto puede perjudicar sus perspectivas de desarrollo, o bien pueden dejar que las negociaciones continúen más allá de 2006, en la esperanza de lograr un mejor acuerdo cuando cambien las condiciones. Third World Network Features 2959/06
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