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Comercio

Viernes 28 de Abril de 2006

La nueva ley de Pascal

por Devinder Sharma

El ex comisario de Comercio de la Unión Europea, Pascal Lamy, actúa en la dirección general de la Organización Mundial del Comercio (OMC) como si fuera el principal negociador comercial de los países ricos e industrializados. Según la nueva ley de Pascal, el comercio es un proceso de una sola vía: de los países ricos a los pobres.

Llegó, dejó en claro su parcialidad y hasta amenazó. Pascal Lamy no ha cambiado. Incapaz de despojarse del horrendo papel que desempeñó como comisario de Comercio de la Unión Europea en los últimos años, actúa ahora como si fuera el principal negociador comercial de los países ricos e industrializados.

Conocido como un negociador astuto y un hábil manipulador, el actual director general de la OMC amenazó indirectamente a India y Brasil para que adoptaran un “enfoque flexible” a fin de acelerar las negociaciones.

En vísperas del vencimiento el 30 de abril del plazo para finalizar modalidades sobre agricultura y acceso a los mercados para los productos no agrícolas (NAMA), Lamy realizó una rápida visita a Brasil e India en la primera semana de abril, supuestamente para remover obstáculos. En realidad, aprovechó la oportunidad para dar un sermón: “Permanezcan alertas, permanezcan involucrados, analicen todas las situaciones y hagan fuerte presión. Esto ayudará a acelerar las negociaciones”.

Lamy utilizó una y otra vez el garrote y la zanahoria, imperturbable ante las masivas protestas de agricultores, la vehemente oposición de otras partes interesadas -incluso empresarios- y la “dura” posición del ministro de Comercio indio Kamal Nath y su equipo de negociadores. El director general aseguró a los interesados que trabajaría por una reducción “significativa” de los subsidios agrícolas de la Unión Europea y Estados Unidos, pero dejó bien claro que no habría trato a menos que los países en desarrollo correspondieran con recortes en sus aranceles aduaneros sobre bienes industriales.

En suma, Lamy busca ofertas significativas de recortes arancelarios de países en desarrollo sobre productos industriales como moneda de cambio para obtener reducciones a los subsidios agrícolas de los países ricos.

Así es Pascal Lamy. Absolutamente despreocupado por la destrucción del sustento de millones de pequeños agricultores del mundo en desarrollo debido a las importaciones agrícolas baratas y altamente subsidiadas, publica en serie cifras sobre crecimiento que no dan testimonio de la realidad en el terreno. Sabe bien que el compromiso de eliminar gradualmente los subsidios a la exportación (no más de tres por ciento del total) antes del año 2013 no es más que una promesa vacía, pero trata de convencer a los negociadores de países en desarrollo del “gran sacrificio” que los países industrializados han hecho.

Además, habla de la necesidad de terminar la Ronda de Desarrollo de Doha para fines de 2006 sin reconocer siquiera que los países industrializados no han cumplido con su obligación primaria de eliminar los subsidios internos (que actualmente ascienden a unos 360.000 millones de dólares al año), como habían prometido en la Ronda Uruguay.

Aunque India había eliminado para 2001 las restricciones cuantitativas a la importación de productos agrícolas y la mayoría de los países en desarrollo habían reducido los aranceles, los países industrializados no se han preocupado en absoluto por cumplir las normas, dentro de una organización supuestamente “basada en normas”.

El propio Lamy ha resistido todas las iniciativas de recorte de subsidios agrícolas. De hecho, poco después de la Conferencia Ministerial de Doha, en noviembre de 2001, realizó una rápida visita a Nueva Delhi en su carácter de comisario de Comercio de la Unión Europea. En esa ocasión, dejó claro que Europa no reduciría su apoyo financiero a la agricultura: “Necesitamos mantener a nuestros siete millones de agricultores en sus granjas. Esto es una obligación política para nosotros. Por lo tanto, que nadie se ilusione con que eliminaremos los subsidios agrícolas”, declaró.

Lamy fue también el principal arquitecto del escandaloso marco de julio de 2004, que otorgó una protección legal a las violaciones a las normas sobre subsidios al permitir a los países industrializados aumentar sus subsidios agrícolas, arruinando así todos los esfuerzos de los países en desarrollo por eliminar el llamado “compartimento azul”, que incluye medidas causantes de distorsión el comercio. El nuevo marco permite a los países industrializados trasladar buena parte de sus subsidios agrícolas del compartimento verde o el ámbar al azul.

En otras palabras, la ventaja que los países en desarrollo habían obtenido con la derogación el 31 de diciembre de 2003 de la “cláusula de paz” (por la cual los países en desarrollo no podían impugnar subsidios agrícolas en los países ricos) se revirtió. Ahora, esos países se verán enfrentados a un compartimento azul igualmente perjudicial.

El marco permite a Estados Unidos y la Unión Europea aumentar sus subsidios agrícolas a partir del nivel actual. Es obvio que la primera fase del recorte de subsidios en 20 por ciento no se basa en el nivel actual, sino en otro muy superior basado en los tres componentes: el total consolidado y final de la medida global de la ayuda (compartimento ámbar), la ayuda de minimis y el compartimento azul.

Para la Unión Europea, esto representa 95.760 millones de euros. Después de aplicar los primeros recortes, el bloque podría seguir ofreciendo subsidios por 76.630 millones. ¿Cómo podría Lamy renegar de lo que él mismo creó?

La tarea de Lamy ahora es asegurarse de que los países en desarrollo concentren ahora su atención en el acceso a los mercados. Para quien ha seguido las negociaciones, es evidente que ese desvío ya ha ocurrido.

Sin importar la fuerte y creciente oposición al injusto régimen comercial, algunos países en desarrollo han sido invitados informalmente a una conferencia mini-ministerial en Ginebra, en la última semana de abril. Si persiste la oposición al acuerdo propuesto por Lamy, la fecha de esa conferencia se postergaría hasta mediados de julio. Al igual que ocurrió con el marco de julio de 2004, que no fue estrictamente legal pero contó con un poderoso respaldo político, la próxima mini-ministerial de unos 30 países consideraría un texto preliminar sobre modalidades agrícolas.

Tomando en cuenta que los países en desarrollo siempre se han doblado ante el altar del comercio mundial, es previsible que las desigualdades evidentes de la Ronda de Desarrollo de Doha se incluyan rápidamente en el marco sobre modalidades, bajo la habitual consigna “tómalo o déjalo”. El destino de unos 3.000 millones de agricultores del mundo en desarrollo se sellará, por lo tanto, en los próximos días. Contra todas las normas de funcionamiento democrático, el resultado de la mini-ministerial se impondrá después al resto del mundo en desarrollo.

Al igual que el marco de julio de 2004, que revirtió todo lo logrado en materia de subsidios agrícolas, las modalidades finales sobre agricultura y NAMA también podrían devolver las negociaciones al punto cero, en el cual el comercio es un proceso de una sola vía: de los países ricos a los pobres. ­ Third World Network Features 2957/06

Acerca del autor: Devinder Sharma es un analista de políticas comerciales y alimentarias radicado en Nueva Delhi, India.




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