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Comercio

Lunes 3 de Abril de 2006

G-24 advierte sobre nueva crisis financiera mundial

por Martin Khor

En una reciente reunión del Grupo de los 24 (G-24), que representa a países en desarrollo en el FMI y el Banco Mundial, se advirtió sobre una próxima crisis financiera mundial causada por una abrupta caída del dólar estadounidense. El efecto sería devastador sobre muchos países en desarrollo, y deberían tomarse medidas para prevenir la crisis o enfrentarla.

Una nueva crisis financiera mundial causada por la caída del dólar estadounidense no sólo es posible sino probable, y los efectos podrían ser devastadores para muchos países en desarrollo.

Para prevenirla, las principales economías financieras deberían tomar medidas colectivas y establecer un servicio de crédito para ayudar a los países en desarrollo afectados por la reducción de las exportaciones o el aumento de las tasas de interés.

Este fue el reciente mensaje de Ariel Buira, director del G-24, que representa a países en desarrollo en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.

Buira, quien fuera director ejecutivo por México en el FMI, advirtió sobre efectos devastadores si una significativa caída del dólar causada por el creciente déficit comercial de Estados Unidos provoca una recesión mundial.

Su informe, escrito conjuntamente con Martín Abeles, de la New School University, fue presentado a una reunión del Grupo Técnico del G-24 realizada el 16 y 17 de marzo en Ginebra.

Otros oradores señalaron que el FMI está enfrentando una crisis de confianza y la gran amenaza de volverse irrelevante, mientras países en desarrollo decepcionados por las políticas de la institución reducen su dependencia de los créditos de la agencia, a la vez que surgen otras alternativas como fuente de financiamiento.

Buira y Abeles analizaron el probable impacto de una crisis potencial del dólar sobre países en desarrollo a través de una reducción de los flujos de capital, crecientes tasas de interés y reducción de las exportaciones.

Los autores advierten sobre la amenaza de un agravamiento de los desequilibrios económicos mundiales. El actual déficit de cuenta corriente de Estados Unidos se amplió a 6,5 por ciento del producto interno bruto en 2005, y se prevé que aumentará a siete por ciento en 2006 y a 10 por ciento en cinco años. Mientras, el superávit de cuenta corriente de Japón y China aumentó en 2005.

Una repentina reasignación de carteras a partir de activos denominados en dólares, o sólo una reducción gradual de la demanda de dólares estadounidenses como divisa de reserva, acarrearía enormes costos debido a la caída del valor de esos activos y el aumento de las tasas de interés en dólares, provocando un enlentecimiento de la economía estadounidense y por consiguiente una reducción de la actividad económica mundial.

Esto, a la vez, podría provocar una ola de proteccionismo comercial y devaluaciones competitivas. Los países en desarrollo serían perjudicados por el aumento de las tasas de interés, junto con la probable caída de los precios de productos básicos y las exportaciones de manufacturas.

Los autores señalan que el FMI es responsable de la promoción de la estabilidad financiera internacional, y su omisión en ese sentido es causa de gran preocupación.

Actualmente, Estados Unidos es el mayor deudor neto del mundo. A fines de 2004, el resto del mundo poseía 12,5 billones de dólares de activos estadounidenses, mientras que los activos poseídos por Estados Unidos en el resto del mundo ascendían a casi 10 billones. Esto significa para Estados Unidos una posición de inversión internacional neta equivalente a menos 2,5 billones.

Hasta ahora, la demanda de activos en dólares estadounidenses ha financiado el incremento del déficit nacional de cuenta corriente, pero la actual fuerza de esa divisa se debe a factores transitorios. Las tasas de interés aumentarán si los inversores extranjeros temen la devaluación del dólar estadonidense. Además, la burbuja de los bienes raíces podría reventar en Estados Unidos, y por ende reducir el gasto doméstico y agravar el efecto de contracción del aumento de las tasas de interés.

Los autores señalan que “no se precisa una grave pérdida de atracción de los activos denominados en dólares para que el dólar se debilite”. “Todo lo que se precisa es que la voluntad de otros de seguir comprando activos denominados en dólares estadounidenses caiga por debajo de la insaciable demanda de crédito de Estados Unidos para financiar su déficit”, afirman.

Probablemente esta posibilidad se concrete, en la medida en que los ahorristas de superávit procuren diversificar sus carteras (China y la OPEP ya anunciaron que lo harán).

Un consiguiente aumento en las tasas de interés de Estados Unidos significaría una amenaza para las finanzas públicas en muchos países en desarrollo, y esto se complicaría por el probable incremento en la banda de tipos de interés. Esto aumentaría el costo del servicio de deudas con tipo de interés variable, y aumentaría las tasas sobre nuevas deudas.

Un documento del FMI estimó que un incremento de tres puntos porcentuales en las tasas de interés de países en desarrollo con respecto al nivel de fines de 2004 haría que esos países gastaran 1,5 por ciento más de su PIB en el servicio de la deuda.

Según el Banco Mundial, un aumento de dos puntos porcentuales en las tasas de interés de Estados Unidos reduciría en uno por ciento el crecimiento de economías emergentes. Si la banda de tasas de interés también se ampliara, la ralentización sería más grave, de dos puntos adicionales en 2005 y de 4,5 puntos adicionales en 2006.

También habría efectos negativos sobre el comercio, en especial por la caída de los precios de los productos básicos. Lo más preocupante es el impacto de una recesión estadounidense sobre China e India, porque esto también afectaría la demanda de productos de otros países en desarrollo. En particular, China es actualmente un importante mercado para África, América Latina y el Caribe.

La mayor parte de la carga de la depreciación del dólar estadounidense recaería sobre países con régimen de tipo de cambio flotante, principalmente de Europa, América Latina y África. Asia sería afectada por la caída de las exportaciones, y la ralentización económica en Asia afectaría una vez más a América Latina y a África, porque la demanda y los precios de sus productos básicos caerían.

Los autores proponen que el FMI adopte una actitud preventiva y una estrategia coordinada para resolver desequilibrios mundiales. El Fondo debería organizar discusiones sobre las opciones políticas e inducir a los países más ricos a adoptar medidas concertadas.

El Fondo también debería estar dispuesto a ofrecer apoyo financiero a los países en desarrollo afectados, en condiciones que no agraven la contracción económica.

Asimismo, los autores proponen la creación de un servicio contracíclico para ayudar a los países en desarrollo afectados por una abrupta caída de sus exportaciones y un aumento en las tasas de interés de su deuda externa.

Otro artículo redactado por Devesh Kapur y Richard Webb, “Beyond the IMF” (Más allá del FMI), sostiene que el Fondo ha perdido rápidamente relevancia y legitimidad, y que padece una crisis de identidad y de pérdida de interés. Webb fue presidente del Banco Central de Perú.

La demanda de fondos del FMI está en el punto más bajo de la historia, y los prestatarios se apresuran a pagar sus créditos por anticipado. Además, la institución ha perdido importancia porque los países tienden a tomar préstamos de mercados privados o a acumular sus propias reservas de divisas, para no tener que pedirle créditos. Estos países también están realizando acuerdos regionales, por ejemplo los de canje financiero entre los bancos centrales de Asia para combatir ataques especulativos, y de un mercado regional para bonos en monedas locales. – Third World Network Features




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