Lunes 14 de Febrero de 2005
Competencia en la OMC por el más alto cargo.
por Martin Khor
En agosto cesa en su cargo el actual director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Supachai Panitchpakdi. Se presentaron cuatro aspirantes a sucederle y el proceso de selección concluirá a más tardar el 31 de mayo con una decisión del Consejo General de la OMC. Será una competencia interesante, como quedó de manifiesto en una reunión especial organizada en la OMC para que los candidatos se presentaran y respondieran preguntas formuladas por los miembros, así como en otra mantenida con organizaciones no gubernamentales.
Comenzó la campaña para el cargo de director general de la OMC. Cuatro candidatos compiten por la sucesión del actual director general, Supachai Panitchpakdi, ex primer ministro adjunto de Tailandia, cuyo mandato termina el 31 de agosto: el ex comisario de Comercio europeo Pascal Lamy, el ministro de Comercio de Mauricio, Jaya Krishna Cuttaree, el embajador de Brasil ante la OMC, Luiz Felipe de Seixas Correa, y el ex embajador de Uruguay ante la OMC Carlos Pérez del Castillo.
“Todos son buenos candidatos y es difícil escoger entre ellos”, es lo que suele escucharse cuando surge el tema. Detrás de bambalinas hay un fuerte cabildeo.
En el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional ya se sabe que el funcionario principal es elegido por Estados Unidos y la Unión Europea, respectivamente. El director general de la OMC, o de su predecesor el GATT, también solía ser de países industrializados. Pero esta tradición se quebró cuando en 1999 se anunció la candidatura de Supachai, quien libró una dura batalla con Mike Moore, de Nueva Zelanda.
Varios observadores consideran que Supachai habría ganado si hubiera habido un sistema de votación. Es más, los miembros de la Asociación de Países del Sudeste Asiático (ASEAN) insistieron en que la decisión fuera adoptada por votación. Pero como es habitual en la OMC, donde las decisiones se adoptan por consenso, en lugar de una elección hubo interminables consultas y al final se logró una solución de compromiso: Moore ejercería durante los tres primeros años y Supachai durante los tres siguientes. Un resultado de esto es que una persona de un país del Sur ocupa ahora el máximo cargo de la OMC y tres de los cuatro aspirantes al cargo son del mundo en desarrollo.
Esta vez la OMC espera evitar otra batalla que provoque divisiones. La reunión con los candidatos tuvo lugar el 26 de enero y fue un interesante ejercicio de conocimiento. Aún más inusual fue una reunión con ONGs esa misma noche, cuando tres candidatos aceptaron una invitación a participar de una “audiencia pública”. El cuarto candidato, Pérez del Castillo, si bien fue invitado, no asistió.
Las ONG plantearon cinco preguntas y cada una fue respondida por los candidatos en las cinco rondas del debate. Los candidatos dieron respuestas interesantes, con estilos contrastantes.
Lamy, un experimentado político, tuvo una actuación mesurada y trató de contrarrestar su imagen de agresivo funcionario comercial europeo expresando que, como director general de la OMC, sería sensible a las preocupaciones de los países en desarrollo y la sociedad civil. Cuttaree surgió como ministro de Comercio en la lucha de los países en desarrollo más pequeños por un tratado mejor en el desequilibrado sistema comercial. Y Correa fue el prolijo y comprometido diplomático que dio el argumento de que con un director general con experiencia proveniente del mundo en desarrollo, la OMC podría hacer cumplir a los países industrializados su promesa de suprimir los subsidios y abrir sus mercados, a la vez de incluir la dimensión del desarrollo en el sistema.
Las ONG quisieron saber si los candidatos cambiarían el oscuro proceso decisorio de la OMC.
Lamy admitió que él mismo había criticado a la OMC por su falta de transparencia (en realidad, había calificado a este proceso de “medieval”), pero expresó que desde entonces había mejorado y procuraba mayor transparencia.
Cuttaree acordó que hay una percepción de que la OMC no es transparente. El antagonismo en las conferencias ministeriales de Seattle y Cancún refleja ese problema y no es bueno que exista una división entre la sociedad civil y la OMC. A menos que logremos traer mayor transparencia a la OMC, su futuro correrá peligro, añadió.
Correa dijo que la transparencia tiene dos aspectos: uno interno (dentro de la OMC) y otro externo (las relaciones de la OMC con el mundo exterior). La OMC tiene problemas en ambos. Hay un tema de integración y participación de parte de las delegaciones en las negociaciones que podría ser resuelto por un buen presidente y mediante formas inventivas de hacer que la gente participe. También se comprometió a mejorar las relaciones de la OMC con las ONG.
¿Cómo abordarían los candidatos la próxima Conferencia Ministerial de la OMC, que se realizará en Hong Kong en diciembre, dado el historial deficiente de las reuniones anteriores? ¿Tratarían de asegurar un acuerdo a toda costa?
Correa dijo que el papel del director general es obtener un acuerdo dentro del mandato cuando se iniciaron las actuales conversaciones de Doha, y no procurar un acuerdo a toda costa. Para ser legítimo, un acuerdo debería basarse en intereses de desarrollo que reviertan las normas desequilibradas, afirmó.
Lamy manifestó que como la función del director general es limitada, no puede imponer cosas a los miembros. Si los países pobres no están de acuerdo con algo, de alguna manera harán pesar su posición, como lo hicieron en Cancún. Además, el futuro de la OMC no depende del éxito de la próxima Conferencia Ministerial. La OMC ha sobrevivido al fracaso de reuniones ministeriales.
Cuttaree dijo que algo especial le ocurrió a la OMC en Cancún. “Nunca había visto tanto acaloramiento generado y tanta división entre los grupos, especialmente entre los países industrializados y en desarrollo”. Expresó que el grupo de los 90 (países en desarrollo) querían que la reunión resolviera temas importantes para ellos, como algodón y agricultura, pero en lugar de eso se les pidió que aceptaran negociar temas nuevos, como inversión y competencia, para los cuales no estaban preparados. Y lamentablemente se responsabilizó a los países pobres por el fracaso de Cancún.
Sobre liberalización agrícola se preguntó a los candidatos qué les dirían a los agricultores de los países en desarrollo, cuyas formas de sustento han sido destruidas por las importaciones de productos agrícolas baratos.
Cuttaree dijo que es un error creer que todos los países en desarrollo pueden exportar más si se liberaliza el comercio, ya que los países africanos no tienen la capacidad de exportar incluso si los mercados fueran más abiertos. Por otro lado, en muchas partes de África las importaciones baratas podrían liquidar la industria avícola.
Correa añadió que los agricultores de los países en desarrollo están amenazados por la liberalización agrícola, ya que se ven afectados por las importaciones provenientes de los países industrializados, por ejemplo, productos lácteos, maíz y algodón. Las conversaciones de Doha están destinadas a resolver estas amenazas. Subrayó que es injusto exigir a los países en desarrollo que liberalicen sus mercados cuando en los países industrializados todavía existen subsidios a la exportación y subsidios internos. Como director general, él les diría a los agricultores de los países en desarrollo que tienen razón y “ayudaremos a resolver ese problema”.
Lamy manifestó que les diría a los agricultores que la OMC no tiene el mandato de liberalizar la agricultura sino de profundizar la liberalización. Hay formas suficientes de proteger a los agricultores vulnerables de la liberalización de las importaciones, como los conceptos de productos sensibles y especiales, y un mecanismo de salvaguardia especial.
¿Cómo trabajaría cada candidato con las ONG si fuera designado director general?
Lamy contestó que, de hecho, él había sido acusado de debilidad, de que está demasiado del lado de las ONG.
Cuttaree dijo que muchos ven a las ONG como una molestia, pero eso es un crédito para las ONG ya que su preocupación no es pelear por intereses sectarios sino por los intereses más generales. “Me gustaría ver este tipo de relaciones con las ONG en la OMC”, añadió.
Correa dijo que en el mundo actual es fundamental mantenerse en estrecho contacto con las ONG, que él estaba constantemente en contacto con varias ONG sobre numerosos temas y que había aprendido mucho. Como presidente de las negociaciones de la convención del tabaco en la Organización Mundial de la Salud tuvo una enorme interacción con las ONG, las que aseguraron que sus decisiones como presidente estaban en la dirección correcta. “Haré eso como director general y espero que ustedes sigan presionando”, afirmó.
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Martin Khor es director de la Red del Tercer Mundo.
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