Viernes 24 de Setiembre de 2004
Aumento de precios evidencia dependencia del petróleo.
por Martin Khor
El precio mundial del barril de petróleo ha cruzado la barrera de los 49 dólares y puede llegar a los 50. Las oscilaciones suelen atribuirse a la inestabilidad política de algunos países productores, pero también existen otros factores subyacentes, como la creciente demanda y la disminución de las reservas, que podrían ser los indicadores del fin de la era del petróleo barato, o del petróleo mismo.
Es muy probable que el precio mundial del petróleo supere la barrera psicológica de los 50 dólares por barril. Esto puede servir para generar una mayor consciencia de lo vulnerable que es el planeta en términos de petróleo.
Si bien es cierto que las incertidumbres políticas han colaborado con el acelerado aumento registrado últimamente en el precio del petróleo, también hay factores estructurales que pueden hacer de esta suba algo permanente. Algunos analistas están hablando ya del fin de la era del petróleo.
Se sabe que la barrera de los 50 dólares también será superada pronto y los expertos han hablado de la posibilidad de que el barril llegue a costar 60 dólares.
Era fácil echarle la culpa a la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) por los aumentos. Pero ahora esos mismos países dijeron que el presente aumento de precio es “un gran problema” y multiplicaron la producción para tratar de cubrir la demanda.
El aumento se debe también a la inestabilidad política de los principales países productores, Irak y Venezuela, y a los problemas políticos y legales de la mayor empresa petrolera de Rusia, Yukos.
La incertidumbre respecto del suministro ha operado como disparador del precio.
Sin embargo, una de las razones subyacentes es el veloz aumento de la demanda de petróleo, generada por el crecimiento económico de varios países y los patrones de gran consumo de energía que aún se mantienen en el mundo industrializado.
Por primera vez, el mundo está utilizando alrededor de 80 millones de barriles de petróleo por día. Y esta cifra resultará escasa dentro de unos pocos años, si se mantienen la taza y tipo de crecimiento actuales.
En su último libro, The End of Oil (El fin del petróleo), Paul Roberts muestra en detalle cómo ha ido incrementando el consumo de petróleo, mientras las reservas van disminuyendo.
El consumo de petróleo ha aumentado significativamente en los países en desarrollo debido al auge de la venta de automóviles registrado en muchos lugares. En China floreció la industria automotora, con el consiguiente desplazamiento de la bicicleta, al menos en las ciudades.
El plan de China era fabricar un millón de automóviles en 2000 y 3,5 millones en 2010. Esto, sumado a la sorprendente tasa de crecimiento económico total registrada en el país, ha hecho que se dispare la demanda china de petróleo.
En India se triplicó la posesión de automóviles en la última década y se espera que se multiplique por más de tres, nuevamente, para 2020. Esto cuadruplicará el consumo de combustible en transporte y requerirá la importación de 3,5 millones de barriles diarios, señala Roberts.
Se calcula que la demanda de petróleo de los países en desarrollo pasará de 25 millones de barriles diarios en 2003, a 67 millones en 2020.
Pero el mayor consumo de petróleo sigue ocurriendo en los países industrializados, donde el estilo de vida se caracteriza por el derroche de energía.
Entusiasmados por el bajo precio del combustible en los expendedores, los estadounidenses se han dedicado a comprar grandes autos y camionetas que consumen mucho, señala Roberts.
El rendimiento promedio de un vehículo nuevo en Estados Unidos, hoy, es de menos de cuatro kilómetros por litro de combustible: la menor eficiencia conocida desde 1988. Dicho rendimiento podía aumentar un tercio si la flota de autos de 2003 hubiera tenido el mismo desempeño y la misma distribución de peso que los automóviles fabricados en 1981, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
En las dos próximas décadas, se estima que el consumo mundial de energía aumentará entre 1,5 y 2,5 por ciento por año, advierte el experto. Un porcentaje anual de 2,5 implica la duplicación de la demanda de petróleo y energía en 2032.
Mientras se hacen estos cálculos, la producción de las principales zonas petroleras de Occidente –tales como Alaska, la cuenca occidental de Canadá y el Mar del Norte británico. México podría llegar al punto culminante de su producción en 2005, Noruega en 2004 y Rusia en 2015.
Esto hará que el mundo dependa cada vez más de la OPEP para conseguir el petróleo necesario, con lo cual la participación de dicha organización en el suministro planetario pasaría del 28 por ciento actual, a 40 por ciento en 2010. Y eso preocupa enormemente a Occidente. “El panorama petrolero a largo plazo no es muy alentador”, concluye Roberts. “Aunque uno no adhiera al temor de que se termine el petróleo mañana, se trata de algo que hacia el final del año se volverá riesgoso en términos técnicos, geológicos, ambientales, económicos y políticos”, explica.
”Sin embargo, por ahora, los gobiernos y los pueblos que los eligen parecen encontrarse en una situación de negación [de lo que está sucediendo] con el petróleo... La verdadera pregunta no es si el petróleo se va a acabar (eso sucederá), sino si tenemos la capacidad y la voluntad política de ver esa consecuencia a tiempo y estar preparados”, sostiene Roberts.
Mientras, la geopolítica del petróleo ha estado relacionada con muchos de los conflictos de los últimos años. Muchos creen que la invasión y ocupación de Irak estuvo más motivada por el deseo de controlar el petróleo de ese país que por liberar a los iraquíes, o eliminar las armas de destrucción masiva (no había ninguna).
Hay fuertes sospechas de que el enorme interés que viene mostrando Occidente por la situación de Dhafur, en Sudán, se deba en parte al petróleo.
Un artículo publicado hace poco en The Guardian, de Londres, menciona las enormes reservas intocadas del sur de Sudán y Dhafur. “Mientras siguen explotando oleoductos en Irak, Occidente no sólo tiene un claro motivo para querer controlar fuentes alternativas de energía, sino que también ha adoptado oficialmente la política de que los ejércitos se usen para hacer precisamente eso”, indica el autor de la nota, John Laughland.
¿Qué hay que hacer? Ya que la escasez de petróleo es algo cada vez más real, los países deberían cortar el gasto excesivo de energía y hacer un uso más eficiente de la misma. Habría que empezar cuanto antes a usar fuentes alternativas de energía que sean renovables e inocuas para el ambiente.
Hace años que se habla de estas cosas, pero pocos países han pasado a la acción.
Una de las razones es que el precio del petróleo se mantuvo muy bajo. De hecho, incluso los 49 dólares que costaba el barril era un precio bajo, si se tiene en cuenta la inflación y se compara con el aumento en otros productos.
De modo que, aunque el aumento de precio del petróleo tendrá un impacto negativo sobre el poder adquisitivo de los consumidores, así como sobre los costos de producción y operación, al menos sirve para señalar que llegó el momento de empezar a ahorrar energía y tomar medidas para conservarla.
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