Lunes 26 de Julio de 2004
La nueva disputa por Africa
por Shannon Field
La Unión Europea se ha alejado de los tratados multilaterales y procura en cambio negociar acuerdos de asociación económica con países africanos individuales o pequeños grupos de países. Este artículo sostiene que el cambio responde a la táctica "divide y reinarás" y oculta la ambición de explotar mercados nacionales.
Los mercados de Africa, y no sus recursos humanos ni minerales, son ahora objeto de disputa entre las grandes potencias. La Unión Europea y Estados Unidos compiten entre sí por esos mercados y buscan explotarlos por cualquier medio.
Así, el compromiso con las negociaciones multilaterales de comercio ha dado lugar a la estrategia "divide y reinarás", que procura acuerdos comerciales bilaterales y regionales y evita que los países más pobres negocien como bloque, su única fuente de fuerza política. Esta táctica resultó útil en la época colonial, cuando las potencias manipulaban las relaciones y el equilibrio de poder entre sus colonias para promover sus propios intereses. Parece que los países más industrializados tienen éxito hoy con la misma estrategia y obtienen grandes concesiones de países con muy escaso poder de negociación.
Estados Unidos ha sido quizá la potencia que declaró más directamente sus intenciones. Tras el colapso de la Quinta Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), celebrada en Cancún en setiembre de 2003, el representante comercial estadounidense, Robert Zoellick, declaró: “Estados Unidos tiene una agenda en múltiples frentes. Seguiremos abriendo mercados de una u otra forma”. Washington cree que alcanzará con más facilidad sus objetivos en forma bilateral, y no mediante el “ingobernable” sistema multilateral. Y la Unión Europea (UE), aunque inicialmente confirmó su compromiso con el sistema multilateral, practica una política similar a la de Estados Unidos para maximizar sus ganancias a través del foro que más le sirva. De ahí su campaña por concretar acuerdos de asociación económica (AAE) con países o regiones individuales sobre la base del pacto de Cotonou, lo cual le permitiría obtener las concesiones que no pudo obtener en Cancún.
Los AAE son acuerdos de libre comercio entre la UE y países o grupos de países de Africa, el Caribe y el Pacífico (ACP). Su objetivo es eliminar barreras comerciales entre la UE y ACP, y típicamente incluyen pactos de libre comercio compatibles con la OMC. Pero dada su falta de infraestructura, servicios públicos y productividad, los países de Africa no están en condiciones de practicar el libre comercio con un gigante como la UE. Si los fabricantes de esos países en desarrollo se exponen a más competencia de las industrias europeas, se encontrarán en desventaja por su falta de economías de escala y de acceso a las últimas tecnologías. Los AAE tendrían un efecto especialmente negativo en las economías de la Comunidad de Desarrollo de Africa Austral (SADC, por sus siglas en inglés), al aumentar el desempleo, acelerar la desindustrialización y asfixiar a las pequeñas y medianas empresas que forman la espina dorsal de esas economías.
Los países en desarrollo son conscientes del impacto potencial de los AAE en sus economías y han aprendido la lección de Cancún: como bloque, el mundo en desarrollo puede resistir las demandas del mundo industrializado. Como resultado, los países de ACP reclamaron un acuerdo obligatorio con la UE sobre principios comunes, antes del comienzo de negociaciones regionales. Pero las negociaciones ya comenzaron, aunque no surgió ningún resultado obligatorio de la primera ronda de negociaciones entre la ACP y la UE.
Probablemente, la UE insistirá en que ACP abra 90 por ciento de su comercio en 12 años. Sin embargo, según el pacto de Cotonou, los países de ACP pueden abrir sus economías más lentamente y excluir de la apertura a sectores sensibles. El libre comercio puede arruinar a productores africanos si productos europeos, abaratados por los subsidios de la Política Agrícola Común, inundan sus mercados. ACP pretende vincular las reducciones arancelarias a la consecución de objetivos de desarrollo, pero la UE se niega. En particular, SADC pretende un mayor apoyo en materia de desarrollo humano, servicio de la deuda, alivio de la pobreza y reducción de la dependencia de los productos básicos.
La UE quisiera negociar sobre servicios en todos los sectores antes de 2006, pero muchos señalan que se debe permitir a los países de ACP excluir de la liberalización a importantes servicios públicos como la salud, la educación y otros. Por un lado, los países en desarrollo reclaman fondos para desarrollar el sector de los servicios de ACP, pero la UE sostiene que tal asistencia no es necesaria. Asimismo, ACP recomienda aplicar programas de procesamiento, comercialización, distribución y transporte antes de liberalizar el comercio, pero la UE argumenta que eso puede hacerse después de lanzados los AAE.
En cualquier futura negociación de un AAE, los países africanos deberán cuidarse de los intentos de la UE por forzar la inclusión de los llamados “temas de Singapur”. El énfasis de la UE en estos temas (inversión, políticas de competencia, facilitación del comercio y contratación pública) contribuyó al colapso de Cancún. En particular, cabe esperar que la UE presione para iniciar negociaciones sobre la transparencia en la contratación pública. Sin embargo, la liberalización de las compras del Estado podría afectar el derecho de los países a determinar sus prioridades económicas y forzar a países en desarrollo a publicar sus licitaciones en toda la UE, negando la prioridad a sus empresas nacionales, que ha sido una importante herramienta de la política industrial de muchos países del Sur.
Los países en desarrollo también deben ser capaces de limitar la propiedad extranjera, exigir mano de obra local e insistir en empresas conjuntas. La liberalización de las inversiones es una consecuencia y no una causa del desarrollo, y sólo debe procurarse una vez que un país ha alcanzado cierto nivel de competitividad. Los países del Norte no liberalizaron sus regímenes de inversión hasta que sus economías estuvieron avanzadas. ¿Por qué entonces esperan que lo hagan los países africanos, que todavía no han reducido su nivel de pobreza ni encontrado el camino hacia el desarrollo sostenible? Ninguno de los compromisos impulsados por la UE en las negociaciones de los AAE son favorables para los países en desarrollo de Africa. Tanto los planificadores políticos como la sociedad civil deben darse cuenta de que esta es una nueva batalla, en que la capacidad de negociación realmente cuenta. – Third World Network Features
Acerca de la autora: Shannon Field es subdirectora del Instituto para el Diálogo Global, que publica Global Dialogue, de donde se extrajo este artículo (vol. 9.1, abril de 2004).
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