Viernes 16 de Enero de 2004
Y el gigante Monsanto sigue cayendo...
por Claire Robinson
La gigante biotecnológica Monsanto, continúa su proceso de caída, ahora que se ha visto forzada a abandonar el mercado europeo. Tal vez dirija ahora su mira al sudeste asiático.
Un destacado suceso marca la agudización de la caída de las perspectivas mundiales en materia de modificación genética. La compañía biotecnológica más grande del mundo, Monsanto, anunció que abandona el trabajo sobre trigo y cebada para el mercado europeo.
También reducirá su personal mundial entre 7% y 9% para fines del próximo mes de agosto, discontinuará su programa de productos farmacéuticos y reducirá los costos asociados con su negocio del herbicida Roundup.
Monsanto está buscando un comprador para sus actividades en materia de semillas cerealeras en Cambridge y posiblemente para sus emplazamientos de ingeniería genética en Francia, Alemania y República Checa.
La empresa registró una pérdida neta de 188 millones de dólares en el tercer trimestre de 2003, o 72 centésimos por acción, comparado con una pérdida neta de 27 millones, o 10 centésimos por acción, en el mismo periodo de 2002. La caída del precio de las acciones se debe en parte a un acuerdo que la compañía estableció en agosto para responder a demandas judiciales por un valor de 700 millones de dólares.
El litigio involucró a la planta química de Monsanto que había fabricado bifeniles policlorinados, o PCB, hace años en Alabama, y de la cual los residentes declararon había afectado su salud y propiedades.
Otro factor es que hace tres años expiró la patente de Monsanto en los Estados Unidos sobre el glifosato, el principal ingrediente de su herbicida Roundup. Durante muchos años el Roundup fue el pan de cada día de Monsanto, pero ahora otras compañías están fabricando versiones más baratas.
Monsanto ha intentado enfocarse en semillas modificadas genéticamente y patentes de trigo, soja y otros cultivos. Pero una serie de informes negativos de asesores del gobierno del Reino Unido sobre las perspectivas de los transgénicos en Europa, conjuntamente con la resistencia continua de los consumidores, impidieron que la compañía evitara el derrumbe.
En una llamada en conferencia, Hugh Grant, ejecutivo principal de Monsanto, manifestó que la decisión de salir del negocio de los biofármacos (o cultivos “farmacéuticos”) se basó en la “incertidumbre de las ganancias a más largo plazo, de un negocio que requiere un elevado aporte de capital”. Dijo que la compañía estaba recortando los gastos en investigación y desarrollo y centrándose más en proyectos que tenían un retorno a más corto plazo. La salida de Monsanto de los biofármacos tuvo una buena acogida general. La biofarmacia, en que se manipula genéticamente a los cultivos para producir medicamentos o productos químicos industriales, ha concitado la oposición no solamente de grupos ambientales sino también de compañías productoras de alimentos. Temen que el trigo conteniendo fármacos o productos tóxicos termine finalmente en las tortillas de maíz, obligando luego a tener que retirar los productos del mercado -con el elevado gasto que ello implica- y generando desconfianza pública en la seguridad de los alimentos.
¿Qué futuro tiene Monsanto? Una compañía que ha apostado su fortuna a los cultivos transgénicos que los consumidores no comerán, a productos químicos peligrosos que están siendo cada vez más cuestionados por la legislación de la Unión Europea y por juicios privados, y a una tecnología que obliga a nuestros cultivos alimenticios a producir toxinas, seguramente no tenga otra opción que transformarse radicalmente o morir.
Mientras tanto, emplea la clásica táctica industrial de dirigir sus actividades a países donde cree que la oposición será más débil. El vocero de la compañía ha mencionado el sudeste asiático como el nuevo mercado para Monsanto.
Sobre la escritora: Claire Robinson es editora asociada de la Science in Society (Ciencia en Sociedad), una revista publicada por el Instituto del mismo nombre, con sede en Londres. El presente artículo ha sido reproducido del Número 20 (otoño/invierno 2003) de la revista.
Este artículoe puedee ser reproducidoe citando al autor, como
fuente original al Servicio Informativo de la Red del Tercer Mundo
y la revista u organismo cooperador involucrado en el artículo.
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