En un momento histórico, 10 millones de personas expresaron su rechazo a la guerra contra Irak. Las manifestaciones que tuvieron lugar en más de 620 ciudades del mundo no fueron para solidarizarse con Saddam Hussein, sino con el pueblo iraquí, además de constituir una protesta contra un orden mundial que conlleva guerras y tensiones. Se trata de un orden mundial que incrementa la pobreza y vuelve más profunda la brecha entre ricos y pobres, generando una patología social que alimenta al terrorismo y a los movimientos violentos
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