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Foro Social Mundial


No. 137/138 - Marzo/Abril 2003

Martin Khor

Sociedad civil más gobiernos pueden lograr justicia mundial

por Kalinga Seneviratne

La siguiente entrevista a Martin Khor, director de la Red del Tercer Mundo, fue publicada el 26 de enero en el número tres de TerraViva, el diario que la agencia de noticias Inter Press Service (IPS) publicó durante el Tercer Foro Social Mundial, celebrado en Porto Alegre del 23 al 28 de enero de este año.

Martin Khor ha estado activamente comprometido en el movimiento internacional de la sociedad civil por más de una década. Khor asistió en 1999 y 2000 al Foro Social Mundial (FSM) y al Foro Económico Mundial (FEM) de Davos, donde incluso participó en uno de los paneles de discusión. Según él, la sociedad civil debe trabajar estrechamente con los gobiernos del Sur para poder hacer los cambios necesarios al sistema económico mundial de modo de favorecer a los débiles sobre los poderosos. TerraViva dialogó con él este año en Porto Alegre.

Usted asistió al FSM y al FEM en años anteriores. ¿Cómo compara ambos foros?

Davos provee un foro para que las elites discutan una gran variedad de asuntos. Es interesante asistir, observar y participar de esa reunión. La participación allí es sólo por invitación y está limitada a unas 2.000 personas. El paradigma del FEM es el actual orden nacional e internacional. Supone que el actual sistema es básicamente bueno, aunque algunas cosas deberían modificarse. En Porto Alegre, sustancialmente se discuten los mismos asuntos sociales, políticos y económicos, pero el paradigma es diferente. El FSM no supone que el actual orden mundial es inevitable y bueno, sino que cuestiona todo e intenta ofrecer alternativas.

Cuando estuvo en Davos como representante de ONGs del Tercer Mundo, ¿tuvo la oportunidad de hacerse oír ante personas influyentes?

En 2000, fui invitado a hablar en un panel sobre la Organización Mundial de Comercio (OMC) junto a destacados oradores de gobiernos y empresas de Europa y Africa. En ese sentido, pude hacerme oír. Pero aquí en Porto Alegre, el nivel intelectual de las discusiones es mucho más diverso que en Davos.

Algunos dicen que el FSM es una reagrupación de la izquierda sin el bagaje del viejo partido comunista ni símbolos como la hoz y el martillo, Lenin y Marx. ¿Usted lo ve de esa forma?

No. Depende de cómo se defina la izquierda. Si se define como el partido comunista tradicional y su antigua ideología, no lo veo presente aquí. Por supuesto que hay personas pertenecientes a partidos de izquierda. El (gobernante) Partido de los Trabajadores de Brasil es considerado un partido de izquierda. Lo que tenemos aquí es una diversidad de visiones. Por ejemplo, hay personas interesadas en el ambiente que sienten que el actual sistema económico daña el ambiente y por tanto se debe cambiar ese sistema y el comportamiento de las personas. No creo que esa visión pertenezca a la izquierda tradicional.

Aquí hay muchas personas desilusionadas de la forma de funcionamiento del libre mercado, y no reclaman el viejo sistema socialista, en que el Estado controlaba toda la economía, sino una adecuada regulación gubernamental del mercado, de modo que beneficie a la sociedad, y que esa regulación se realice en el plano nacional e internacional. También reclaman responsabilidad empresarial, para que no tengamos una repetición de (el escándalo financiero de) Enron ni de la tragedia de Bhopal, y la regulación de los mercados financieros para no tener una repetición de las crisis de Argentina o del sudeste de Asia. Además, la reforma de la OMC y el Fondo Monetario Internacional (FMI), para que no sirvan a los intereses de los países ricos, sino que sean justas para los países en desarrollo y las comunidades pobres. Aquí en el FSM tenemos críticas hacia esos asuntos, pero también tenemos alternativas. Esta es la esencia del movimiento del FSM. No creo que toda esta variedad de pensamiento creativo e innovador combinado con acción pueda catalogarse como izquierda.

La prensa suele presentar a las ONG como opuestas a los gobiernos, en especial en el Sur, pero la Red del Tercer Mundo ha trabajado muy estrechamente con gobiernos del Sur. ¿Cómo ve esa relación entre las ONG y los gobiernos?

Si un gobierno ha sido elegido democráticamente, tiene su propio papel que desempeñar como representante del pueblo en la formulación de políticas. Por otro lado, las ONG, como voces de la sociedad civil, tenemos el derecho legítimo de hacer aportes a los gobiernos, de decirles que tenemos una posición y ellos deben tenerla en cuenta, que deben considerar seriamente nuestras opiniones y propuestas, así como escuchan a las empresas y toman en cuenta sus opiniones.

¿Cree que la sociedad civil está logrando influir en la conducción del mundo? ¿Es usted optimista o pesimista sobre el futuro?

En comparación con 10 o 15 años atrás, el impacto de la sociedad civil es hoy muy superior. Hace 15 años, la mayoría de las ONG trabajaban a nivel local y algunas a nivel nacional. Muy pocas –mucho menos las de países en desarrollo– estaban activas a nivel internacional. Esto ha cambiado porque las ONG nos hemos dado cuenta de que muchas decisiones se adoptan en el plano internacional y no nacional; por ejemplo las decisiones del FMI, los mercados de productos básicos, los mercados financieros o la OMC. Nuestros propios gobiernos integran algunas de estas organizaciones, pero no han podido tener un papel eficaz debido a la estructura institucional, por ejemplo del FMI o la OMC, donde las decisiones son manipuladas por las grandes potencias.

Por lo tanto, las ONG del Sur decidimos asignar parte de nuestros recursos humanos y financieros a seguir esas actividades internacionales y dar a conocer nuestra opinión a nuestros gobiernos y a la sociedad civil mundial. La sociedad civil está bien organizada y es capaz de cooperar entre sí, en el Norte y en el Sur, y además nuestras opiniones están teniendo impacto simplemente porque las viejas políticas ortodoxas no funcionan.

A veces, movimientos como los del FSM son descritos como movimientos contra la globalización, pero eso que usted mencionaba es la globalización de las ONG. ¿Qué comentario le merece esto?

La etiqueta "antiglobalización" fue creada por los medios de comunicación. Creo que la mayoría de los grupos de aquí no se consideran contrarios a la globalización. No estamos contra la cooperación internacional, y de hecho la promovemos. No estamos contra el comercio internacional ni la ayuda financiera entre países. Estamos contra un sistema de relaciones económicas en que los países poderosos y las empresas multinacionales dominan y crean las normas para perpetuar su dominio. Por lo tanto, muchos nos consideramos un movimiento por la justicia mundial, es decir, una nueva relación entre países que favorezca a los débiles y no a los fuertes, a las comunidades locales –trátese de agricultores, consumidores o trabajadores– y no a los estrechos intereses comerciales de unos pocos bancos y compañías que están arruinando al mundo.






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