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En los mercados globales, el crimen sí paga. Y paga mucho. Tanto paga que en un mundo ávido de capitales los mercados financieros "desregulados" compiten entre sí por atraer las inversiones de los traficantes de drogas, mercaderes de armas y proxenetas de gran escala. Algunos gobiernos miran discretamente a otro lado cuando se trata de que ingrese dinero que ayude a equilibrar su balanza de pagos. En no pocos casos los criminales están en el gobierno.
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