No. 68 - Junio 1997
LIBROS
Paisaje urbano de Asia
por
Patrick Markee
In the Cities of the South: Scenes from a Developing World
(En las ciudades del Sur: escenas de un mundo en desarrollo)
Jeremy Seabrook. Verso. 330 páginas. |
La vida urbana de Jakarta, Nueva Delhi, Dhaka, Bangkok y varias ciudades asiáticas transita por las páginas del libro de Jeremy Seabrook de forma vívida y pormenorizada.
Pero sus recorridos tienen un tema en común: la historia secreta de la "nueva economía global", la realidad brutal de la reestructuración económica en el mundo en desarrollo. Esas fuerzas económicas aparentemente intangibles son una realidad concreta para los habitantes e inmigrantes de las ciudades del sur de Asia. Seabrook habla de la gente y la vida de las ciudades recientemente industrializadas despojándose de toda jerga científico social.
Lo que diferencia a este libro de otros de su género es su apasionada indignación por la despiadada realidad de estas ciudades recientemente industrializadas, y su capacidad para relacionar los retratos de la vida urbana con un análisis más amplio del capitalismo global contemporáneo.
Nos cuenta de una joven tailandesa, Buonma, que trabajó durante tres años en una fábrica de pescado donde habían agregado "anfetaminas al agua potable". La productividad aumentó pero Buonma dio a luz una niña con una deformación facial. En Indonesia, en una fábrica de vestimenta que trabaja en régimen de subcontratación para Levi-Strauss, las obreras deben mostrar su ropa interior al capataz como prueba de que están menstruando y poder así usufructuar el día de licencia reglamentario. En las ciudades de toda la región, los conductores de triciclos y otros medios de transporte marginales hablan de las difíciles condiciones de trabajo, la corrupción en filas de la policía y del funcionariado, y los salarios por debajo del nivel de subsistencia.
A lo largo de su viaje, Seabrook descubre puntos en común en las experiencias de la nueva clase trabajadora asiática: el terrible costo humano de la emigración del campo a la ciudad, la pérdida de algo vital e irrecuperable de la vida rural, el desdibujamiento de los pobres en los asentamientos marginales y su instalación forzada en los alrededores de las ciudades, la mercantilización del sexo que cobra sus víctimas entre las niñas y jóvenes inmigrantes, como parte del proceso de "urbanización".
Tan vívido y preciso como el retrato de los habitantes es la descripción de las ciudades. En la ciudad de Ho Chi Minh, Seabrook encuentra una creciente "cultura de la mendicidad": vendedores ambulantes que venden escombros de la guerra, proxenetas y prostitutas, toda una fauna alimentada por el turismo y la capitulación del gobierno al capital trasnacional. Un profesor vietnamita describe la década posterior a la guerra como de "desastre económico", pero añora el breve período de autosuficiencia en la larga historia colonial del país. En Jakarta, la explotación del obrero en las fábricas se agudiza con la paranoia autoritaria de los militares. Los sindicalistas son encarcelados o desaparecen, un legado de la guerra sucia en la que se masacró a miles de "comunistas subversivos". A las mujeres que trabajan en las industrias de la vestimenta y la electrónica se les niega sistemáticamente sus derechos y, si protestan, corren el riesgo de ser violadas o golpeadas por la policía y el ejército. No es de extrañar que el costo de la mano de obra en textiles y manufacturas de Indonesia represente sólo el ocho u 11 por ciento de la producción total, un tercio incluso del de Tailandia.
El nuestro es un mundo crecientemente urbano. En efecto, en los próximos 10 años, por primera vez en la historia, más de la mitad de la población del mundo estará viviendo en ciudades. Pero no es sólo una cuestión de geografía, o de las formas físicas y culturales de nuestras comunidades. La revolución urbana, legado de la revolución industrial, creó lazos más fuertes y no obstante más invisibles entre los consumidores del Norte y los productores del Sur.
Los trabajadores que pueblan las páginas de este libro cosieron los jeans, ensamblaron los aparatos de video, juntaron los camarones, moldearon el plástico: en definitiva, crearon el mundo de consumo del Norte. La distancia -la física, la cultural, la que nuestras imaginación debe recorrer- oculta las relaciones entre el trabajo del Sur y el consumo del Norte. El precio de los objetos que conforman nuestro mundo surge del régimen de precios que mantiene al Norte rico y al Sur empobrecido, y su costo humano es el de los inmigrantes expulsados del campo a la vida desesperada, contaminada, estresante y sin escapatoria de la ciudad.
Pero debajo de la desesperación se esconde la solidaridad presente en los barrios marginales, entre los obreros y los pobres.
Seabrook termina su libro expresando gratitud hacia "los pobres de las ciudades del Sur por lo que nos enseñaron, no sólo de nuestro pasado sino del futuro que nos aguarda si no reconocemos nuestro destino común y actuamos acorde a él".
|