No. 42 - Marzo 1995
MUJER
Sobre mujeres y vampiros
por
Carla Rodrigues (*)
Las mujeres de este fin de siglo viven tironeadas entre los avances en el terreno laboral y social del siglo XXI y los retrocesos de las relaciones personales, propias del siglo XVIII.
Hay quienes afirman que el siglo XXI ya comenzó, que la evolución tecnológica es enorme y tan vertiginosa que adelantó el inicio del próximo milenio a la segunda mitad de la última década. No faltan los indicadores de tal avance, como, por ejemplo, las cifras que muestran la participación de la mujer en el mercado de trabajo. Es una novedad reciente que se viene consolidando y los datos disponibles son alentadores. En la década de los 80, la participación de las mujeres en la economía estaba concentrada en la franja etaria de 20 a 24 años. Por lo general, en edades más avanzadas se percibía una retracción de la actividad económica femenina, ya que las mujeres pasaban a dedicarse a las tareas domésticas.
Los avances de puertas afuera
Una reciente investigación de la socióloga brasileña Cristina Bruschini muestra una modificación de esta tendencia en la década de los 90. No sólo aumentó la presencia de la mujer en el mercado de trabajo, sino que además los porcentajes de participación se mentuvieron altos también en las edades más avanzadas.
Ya en 1990, los indicadores señalaban que 52,7% de las mujeres de la franja de entre 25 a 29 años, y que el 52,9% de las mujeres entre 20 y 24 años estaban en el mercado laboral. No se repetía el comportamiento verificado en la década anterior, cuando el ingreso al mercado de trabajo no se consolidaba como una elección.
Las mujeres de las franjas de entre 30 a 39 años y de 40 a 49 años también presentaron elevados índices de participación en el mercado de trabajo, 54,7% y 49,5% respectivamente, lo que confirma la opción preferencial por la actividad laboral fuera del hogar.
El atraso de la vida privada
Si estos números y otros -como el crecimiento de la tasa de escolaridad femenina, a 74%, y la reducción del índice de fertilidad a 2,5%- son señales de avance, no faltan tampoco, las cifras propias del siglo XVIII.
Por ejemplo, la mayoría de las mujeres víctimas de la violencia en el hogar tienen hijos; y es entre las mujeres que crece el índice de contagio de VIH.
Las mujeres tanto de Brasil como de otros países en desarrollo, trabajan promedialmente entre 12 y 18 horas diarias, contando el tiempo que dedican a la segunda jornada de trabajo en el hogar. El número de abortos por año ha sido estimado en Brasil en 1,4 millones. Según informaciones de la investigadora Sarah Costa, en Rio de Janeiro, por ejemplo, apenas el 2% de esos abortos son efectuados en clínicas clandestinas y el 57% son consecuencia del uso de diferentes medicaciones u otros métodos caseros aun menos seguros. Son cifras que señalan el atraso de la vida privada.
Es en las relaciones personales que se pone de manifiesto este atraso. Reconocerlo no es difícil. La dificultad está en admitir que del avance en las relaciones personales entre hombres y mujeres depende la propia evolución de la humanidad.
Vampiros
Es justamente de relaciones personales que trata el filme "Entrevista con un vampiro". Así como las mujeres, los vampiros viven en el siglo XVIII y reproducen los conflictos que la sociedad moderna aún no resolvió. Se trata de dos vampiros, uno masculino y otro femenino. Uno es sólo deseo, el otro sólo instinto. Uno es amado, el otro ama. Uno busca placer, el otro busca amor. Uno es poderoso y el otro es dominado. Uno no quiere ver crecer a su hija, y el otro acepta que éste es el camino natural de la vida. Uno quiere mantener todo como está, el otro quiere evolucionar.
Fuera del cine, en la vida real, las mujeres ya demostraron que prefieren la evolución, el siglo XXI. Están cada vez más presentes en el mercado de trabajo, por ejemplo. En casi todos los países del mundo, la tasa de fecundidad se ha reducido significativamente a lo largo de los años, mientras las tasas de escolaridad suben. Los conflictos de la vida pública, en síntesis, están siendo resueltos. Falta mucho aún, es cierto. Pero los indicadores muestran que la tendencia es positiva.
Un equilibrio difícil
Es dificultoso conciliar una existencia entre dos momentos históricos tan diferentes. Es arduo compatibilizar el siglo XIX y el siglo XVIII. De la puerta para afuera, la libertad de estar prácticamente en todas las profesiones, de ganar salarios iguales a los hombres, de ocupar cargos públicos, de disponer del propio cuerpo y la propia vida sin las amarras que tanto costó romper.
Puertas adentro, el deber de cuidar de las cocinas y los niños, los propios ingresos destinados a gastos secundarios, la subordinación del lugar de la esposa, la responsabilidad no compartida de la anticoncepción y las dificultades para disponer de la individualidad.
El resultado de tanta esquizofrenia ha sido un aumento creciente del número de separaciones y divorcios.
Son pocas las mujeres que han alcanzado el equilibrio entre su vida pública y privada, pero hay algunas que tienen ese privilegio. Son tan o más importantes que los hombres que las acompañan y encuentran la igualdad no sólo de puertas afuera. Pero las que no alcanzaron aún esta situación de equilibrio, o viven solas o aceptan, en sus vidas privadas, la reproducción del modelo clásico de subordinación. Cuentan, en verdad, con la chance de compensar con el progreso obtenido fuera de casa el atraso con el que aún se encuentran puertas adentro.
Volviendo al cine, en "Entrevista con un vampiro", el personaje femenino se libra de este papel de subordinación en relación al personaje masculino cuando el vampiro muere. Fuera de la ficción no es ésta la solución que las mujeres modernas quieren. El progreso indica que debe haber otras.
(*) Periodista asesora de comunicación del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos, IBASE
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