No. 42 - Marzo 1995

El mundo está enfrentando no sólo una crisis ecológica sino también una crisis social igualmente explosiva.

Sombrías estadísticas cuentan la historia. Más de mil millones de seres humanos viven en un estado de pobreza absoluta, con niveles de ingreso y de consumo por debajo de los niveles de pobreza definidos nacionalmente. Alrededor de 120 millones de personas en todo el mundo se encuentran desempleados. Uno de cada 115 habitantes de este planeta vive en condiciones de inmigrante o refugiado, luego de haber sido forzado a abandonar su tierra natal por razones económicas, políticas o militares.

El mundo está enfrentando no sólo una crisis ecológica sino también una crisis social igualmente explosiva.

Sombrías estadísticas cuentan la historia. Más de mil millones de seres humanos viven en un estado de pobreza absoluta, con niveles de ingreso y de consumo por debajo de los niveles de pobreza definidos nacionalmente. Alrededor de 120 millones de personas en todo el mundo se encuentran desempleados. Uno de cada 115 habitantes de este planeta vive en condiciones de inmigrante o refugiado, luego de haber sido forzado a abandonar su tierra natal por razones económicas, políticas o militares.

Estas cifras, incapaces de reflejar en plenitud el horror de la condición humana, dan al menos una idea de la amplitud de la crisis. Por tratarse de una crisis mundial, con causas que a menudo traspasan las fronteras de los países afectados, parece claro que debe ser enfrentada en una escala mundial. De ahí la convocatoria de la ONU para realizar este año una Cumbre sobre Desarrollo Social, tema de tapa de este número.

Las preocupaciones formales de esta Conferencia son los problemas de la pobreza, el desempleo y la desintegración social en el mundo. Como definición amplia de los problemas que aquejan al mundo de hoy, tales preocupaciones son irreprochables. Pero, como definición de los temas a ser discutidos en la Cumbre, es demasiado vaga. La cuestión ha sido definir en términos más concretos los temas y las acciones a ser discutidas en la Cumbre y esto insumió la mayor parte del proceso preparatorio de esta Conferencia. Los esfuerzos hechos al comienzo para resolver esa cuestión no dieron ningún resultado, pero gracias al trabajo incansable de algunas ONGs y representantes de los países del Tercer Mundo, los temas claves de la Cumbre quedaron finalmente bien definidos. Estos son la deuda externa, el ajuste estructural y la responsabilidad de las instituciones de Bretton Woods, el FMI y el Banco Mundial.

La carga de la deuda es uno de los más problemas serios para los países del Tercer Mundo, especialmente para los países de Africa. Ha habido numerosos llamados y propuestas del Sur para la reducción y la cancelación de la deuda, pero el Norte no atendió aún el reclamo.

Estrechamente vinculado al problema de la deuda está el tema del ajuste estructural. Los Programas de Ajuste Estructural (PAE) han deteriorado los programas locales de salud, vivienda y educación y, en términos generales, han empobrecido a los países y las poblaciones donde fueron aplicados. Ha quedado claro que las llamadas "redes de seguridad social" no son una respuesta a estos problemas y que lo que se requiere, como mínimo, es una reformulación de los PAE. Las naciones del Norte deben tratar este tema de manera honesta y franca, si quieren llegar a resultados exitosos.

Por último, la cuestión de la falta de responsabilidad de las instituciones de Bretton Woods también hace necesario tomar algunas decisiones duras. Aunque se hayan convertido, hoy en día, en dos de las más poderosas organizaciones financieras del mundo, con un impacto decisivo en las naciones por separado y en la economía mundial en su conjunto, éstas instituciones no rinden cuentas a la comunidad de las naciones representada en la ONU. Es fundamental asegurar que las políticas desarrolladas por ellas sean coherentes con las políticas y acciones sociales de las Naciones Unidas.

Es obvio que estos problemas son de importancia crucial para el Sur y que una resolución favorable tendrá un tremendo impacto en el desarrollo futuro de estas naciones. Ha sido positivo, sin duda, que el Norte se avenga a debatir estos problemas, pero resta por verse si existirá buena fe en la discusión y la solución de estos problemas tan trascendentes.