No. 45 - Junio 1995
POLÍTICA REGIONAL ARGENTINA
El lugar de la verdad
por
Valeria Zapesochny
A raíz de algunas revelaciones que ya no podían mantenerse en silencio, la sociedad argentina volvió a sentir el dolor de una cicatriz que para algunos ya era vieja. Por primera vez, quienes ejercieron el terror durante la última dictadura militar, admiten culpas y colocan a toda la población en "el lugar de la verdad".
A mediados de 1994, la Comisión de Acuerdos del Senado Argentino recibió del Poder Ejecutivo Nacional el pedido de ascenso de los Capitanes de Fragata Juan Carlos Rolón y Antonio Pernías, ambos oficiales de la Armada Argentina de activa participación en épocas de la dictadura militar.
Durante las entrevistas mantenidas con los senadores, ambos oficiales admitieron que, en el accionar de la dictadura militar se habían cometido "excesos" y "errores".
Primeros reconocimientos
Tales "excesos" se debieron a los métodos utilizados por las Fuerzas Armadas para aniquilar a los grupos políticos armados, Montoneros y ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo).
El saldo de tales "errores" fue la desaparición de 30.000 personas, el allanamiento de hogares, el secuestro de niños y la utilización de mecanismos de tortura y asesinato, como la picana eléctrica y los "vuelos", que consistían en tirar personas vivas al Océano Atlántico desde aviones de la Fuerza Aérea.
Las declaraciones de Rolón y Pernías -implicados en numerosos secuestros y asesinatos que tuvieron como escenario la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los centros de detención clandestina más importantes de la época- sacudieron al país.
A casi 20 años del comienzo de la dictadura, se pusieron en debate los temas centrales del genocidio: la participación de los oficiales y suboficiales y el cumplimiento de órdenes aberrantes. Por primera vez en la historia, además, los militares comenzaron a dar sus propios testimonios.
El "vuelo" del capitán Scilingo
Meses después de los controvertidos pedidos de ascenso, el ex capitán de corbeta Francisco Scilingo abrió aun más la brecha. Scilingo confesó sentirse culpable de haber sido partícipe de los llamados "vuelos". El mismo Scilingo fue partícipe de dos travesías con el igual destino: arrojar al mar los cuerpos anestesiados y aún con vida de mujeres y hombres.
La confesión de Scilingo fue relatada bajo la forma de una entrevista en el libro del periodista Horacio Verbitsky titulado "El vuelo".
El relato afirma que los prisioneros eran evacuados de sus centros de detención, donde se les comunicaba que serían trasladados a otros penales y que debían ser "vacunados" antes del viaje. Las "vacunas" eran en realidad fuertes dosis de Pentotal (anestesia), que se reforzaban una vez que el avión había tomado altura. El destino final de los detenidos era el océano.
Scilingo no se manifestó completamente arrepentido, pues considera que la lucha contra la subversión era necesaria y se siente satisfecho con esto. Pero se siente culpable de haber sido partícipe y de haber acatado órdenes que hoy considera "aberrantes y alejadas de los principios fundamentales del Ejército de la Nación".
En su alegato, Scilingo responsabilizó a los principales jerarcas de la dictadura militar (Jorge Videla y Emilio Massera) y les pidió que entregaran las listas con los nombres de los desaparecidos y los lugares de detención y que se hicieran cargo de las órdenes impartidas.
En plena campaña electoral, la reacción inmediata del gobierno de Carlos Ménem y de los actuales responsables de la Marina fue minimizar las declaraciones del ex capitán.
En 1983, anterior gobierno constitucional de Raúl Alfonsín había ordenado la formación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), presidida por el escritor Ernesto Sábato. Luego de meses de trabajo, la CONADEP publicó un informe denominado "Nunca Más" en el que se detallaron muchos de los métodos de represión empleados por la dictadura y se registraron los nombres de más de 9.000 desaparecidos.
En 1985, se llevaron a cabo los juicios públicos a las cúpulas de las Fuerzas Armadas.
La limitación del ser humano
Laura Bonaparte, integrante del grupo Madres de Plaza de Mayo, es psicóloga y tiene 70 años. Tres de sus hijos (Noni, Irene y Víctor Bruschtein) fueron secuestrados y asesinados junto a sus parejas durante la dictadura, cuando tenían entre 21 y 25 años. Su marido corrió la misma suerte. Sus nietos fueron secuestrados y luego devueltos a sus abuelos.
En diálogo con SEM, Laura dijo que "los hechos relatados por la CONADEP y los relatos de las víctimas y familiares de desaparecidos durante los juicios a las Juntas, habían constituido hasta el momento, el único testimonio de la mal llamada 'guerra sucia'. Pero la verdad de la CONADEP era una verdad 'incompleta'. Faltaba el testimonio de los militares. Yo descubro en este momento, que los únicos que pueden ubicarnos en el lugar de la verdad son ellos, los militares, y esto es terrible. Un ex detenido político puede hablar y contar su versión. Pero, ¿y después? Hay trozos de historia que quedan sueltos, que no podemos armar".
Para Bonaparte "Scilingo ubica a toda la población en el lugar de la verdad y a nosotras, las Madres, también. No estoy defendiéndolo, pero esto es cierto y marca la limitación del ser humano. De pronto, casi 20 años después, el enemigo, el propio militar es el que coloca en el lugar de la verdad a la sociedad".
El gobierno sin respuestas
Alicia Pierini, abogada y subsecretaria de Derechos Humanos de la Nación, afirmó que "las expresiones de Scilingo no son nuevas. Nada de esto debe sorprendernos. Todos sabíamos qué ocurrió durante la dictadura. Personalmente creo que no existen listas; si existieron tales listas fueron destruidas en el ocaso del gobierno militar. Todo lo que necesitamos saber está explicado y detallado en el informe de la CONADEP. De todas formas, esta Subsecretaría sigue recibiendo denuncias que no fueron hechas en esa época. Hasta el momento, hemos recibido casi 300 nuevas denuncias".
Desde el gobierno se pretendió desautorizar las declaraciones de Scilingo y otros oficiales y suboficiales, acusándolas de estar teñidas de electoralismo, pues se efectuaron poco antes de las elecciones del 14 de mayo.
Sin embargo, tal como explica Laura Bonaparte "con este tipo de cosas uno no hace bandería política. Solamente lo que puede hacerse es denunciar y exigir justicia. Nosotras, las Madres, pedimos hoy las listas, no sólo de muertos y desaparecidos; pedimos las listas de los genocidas que asesinaron. Quiero saber cómo, dónde y cuándo asesinaron a nuestros hijos, porque quiero tener el derecho de poder enterrarlos. Creo que es un derecho y un deber, para mí y para la población, enterrarlos. El dolor, claro, a veces no nos deja pensar. Pero debemos tener las cosas claras, a pesar del dolor, del enorme dolor".
Histórico reconocimiento del jefe del Ejército
Poco después, el teniente general Martín Balza, actual jefe del Ejército, sorprendió a la sociedad argentina con declaraciones inéditas para los altos mandos: en un discurso que fue aplaudido por casi todos los sectores de la sociedad, afirmó que "las listas de desaparecidos no existen en la fuerza que comando" pero promovió la reconstrucción de listas, instando a sus subordinados a colaborar en caso de contar con información.
La autocrítica de Balza tuvo como mensaje central el reconocimiento de que hubo torturas y asesinatos durante la represión, expresando que se utilizaron métodos "por encima de la dignidad, mediante la obtención de información por métodos ilegítimos, llegando incluso a la supresión de la vida".
Sobre la cuestión de la obediencia debida por parte de oficiales y suboficiales, dijo que "nadie está obligado a cumplir una orden inmoral o que se aparte de las leyes y reglamentos militares" y agregó "delinque quien vulnera la Constitución Nacional, delinque quien imparte órdenes inmorales, delinque quien cumple órdenes inmorales, delinque quien para cumplir un fin que cree justo, emplea medios injustos, inmorales".
Para Estela Carlotto, presidenta de la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo, "los testimonios de estos militares y el reconocimiento del general Balza resuenan con todo el peso de la historia. No estamos en una coyuntura: éste es un momento trascendente. De todas formas, a pesar de que considero las declaraciones de Balza como un hecho positivo, disentimos con su llamamiento a los subordinados para reconstruir las listas. Nosotras y todos los organismos de derechos humanos exigimos la remoción de sus puestos de todos los militares que hayan sido acusados por violaciones a los derechos humanos".
Para Laura Bonaparte, "en tanto no hablen todos los militares, estas Fuerzas Armadas tienen que disolverse. Nosotros no podemos pagar impuestos para que le paguen el sueldo a los asesinos de nuestros hijos. La población puede ir madurando, en la medida en que pueda ir escuchando. Estas cosas se incorporan, son muy arcaicas como para no ser incorporadas".
Mientras tanto las Madres y Abuelas siguen marchando todos los jueves en la célebre "ronda" en la Plaza de Mayo, frente a la sede del gobierno, y resuenan los pedidos de los organismos de derechos humanos y de la propia Justicia. Todos reclaman en un mismo sentido: la verdad completa, las listas, la dignidad. Para que los horrores del pasado -tal como dice el título del informe de la CONADEP-, no ocurran "nunca más".
Fuente: SEM
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