No. 45 - Junio 1995
DROGAS
La violencia de lo ilegal
por
Diana Cariboni
El tráfico ilegal de cocaína ha crecido hasta convertirse en uno de los negocios más grandes del mundo. Quienes lo manejan acrecientan su peso económico en la sociedad, tienen cada vez más injerencia en la vida política, integran gobiernos y trafican con armas. Las autoridades de los países involucrados declaran su voluntad de terminar con el narcotráfico. Pero pese a todos los recursos dispuestos para luchar contra este comercio ilegal, pese a las fuerzas especiales, la represión y los operativos, la cocaína sigue siendo la droga por excelencia en las sociedades de consumo de este fin de siglo.
La cocaína es uno de los catorce alcaloides de la planta de coca. Para aislarlo es necesario un proceso químico en el que deben intervenir otros componentes.
En primer lugar, las hojas de coca se colocan en fosos cavados en la tierra y revestidos de polietileno.
En esos fosos, la coca se mezcla con ácido sulfúrico diluido en agua. La mezcla es pisoteada hasta transformarse en una pasta, a la que se añade querosén para lograr la separación del alcaloide, que sube a la superficie. Este es el sulfato de cocaína o pasta básica de cocaína (PBC). A este producto se lo somete a un proceso de lavado con acetona para eliminar impurezas. Al añadirse el ácido clorhídrico se obtiene el producto final: el clorhidrato de cocaína o cocaína pura.
La cocaína "buena"
Poco después de aislada la cocaína, en 1884 fue aplicada por primera vez como anestésico local en cirugía, mientras Sigmund Freud publicaba su ensayo "Ueber Coca", donde recomendaba la cocaína como alivio para los trastornos provocados por la tensión nerviosa y la fatiga. A fines del siglo XIX el consumo de la cocaína se extendió entre las clases altas y el ambiente artístico de EEUU y Europa. Por entonces se difundía el producto conocido como Vin Mariani, hecho en base a extracto de coca, que llegó a ser un tónico recomendado por todos los médicos de la época para curar diversos males. Paralelamente la firma farmacéutica Parke Davis comercializaba coca en forma de cigarrillos y en una bebida alcohólica "Coca Cordial".
En esta vertiente está el origen de la Coca-Cola, que fue patentada en 1895 como medicamento contra el dolor de cabeza y estimulante.
En 1906 la cocaína fue ilegalizada por las autoridades de EEUU. El proceso en contra de la cocaína se incrementó cuando en 1922 el Congreso de EEUU determinó en forma oficial que la cocaína era un narcótico y prohibió su importación así como la de hojas de coca.
Pese a las prohibiciones o quizás por ellas, la cocaína se ha convertido a lo largo del siglo en una droga altamente apreciada y consumida. Su precio es altísimo y su comercio es uno de los más rentables del mundo. En ámbitos artísticos, empresariales y políticos de Europa y EEUU es sinónimo de opulencia y distinción, aunque también es consumida en Japón, Europa del Este y América Latina, en menor medida.
Narcotráfico: negocio destinado a perdurar
El fabuloso negocio de la cocaína es probablemente una de las variantes más rentables de lo que conocemos como narcotráfico. Así se define a todo el proceso de producción, transporte y venta ilegal de drogas ilegalizadas o controladas en el mundo.
En este proceso trasnacional cada uno juega su juego. Hay países consumidores: EEUU, Europa Occidental y Japón, que mantienen una fuerte demanda; y países productores: Bolivia, Perú y Colombia, fundamentalmente.
En los países consumidores desarrollados, la demanda de drogas alcanza niveles crecientes, quizás como resultado de un estilo de vida generador de estrés y ansiedades.
Para los países productores, pobres y subdesarrollados, la producción y el tráfico de drogas es una fuente de ingresos más importante que muchos rubros tradicionales de exportación.
En la actualidad el mercado estadounidense absorbe casi la totalidad de las drogas producidas en América Latina, un tercio de la heroína y el 80% de la marihuana. En cuanto al número de consumidores en ese país, se estima que unos 20 millones de personas consumen marihuana, entre 8 y 20 millones son consumidores de cocaína y 500 mil de heroína.
En los territorios de Perú y Bolivia se encuentran las plantaciones de coca. Allí además operan los productores de la pasta básica. En Colombia se procesa y se refina el PBC, y se financian y organizan las redes de producción de drogas de América Latina. Además se efectúa el trabajo de distribución hacia EEUU. En Colombia se encuentran los grupos o carteles que comandan estas operaciones: Medellín, Cali y Bogotá.
Más lucro que el petróleo
Un kilogramo de PBC cuesta unos US$ 5.000 en Bolivia o en Perú. El proceso subsiguiente de adulteración provoca que el producto que llega al consumidor final no cuente con más de 15% de cocaína pura. Para adulterar la droga se utilizan sustancias tan diversas como lactosa, anfetaminas, leche en polvo o harina. El kilogramo original termina valiendo entre 200 mil y 500 mil dólares.
La mayoría de las ganancias permanecen en los países consumidores, donde se efectúan operaciones de blanqueo de dinero, se suministran los productos químicos para producir la cocaína y se venden armas a gobiernos y narcotraficantes.
"El valor monetario del tráfico de drogas ha superado el comercio internacional del petróleo y sólo es menor al comercio de armas", afirma el estudio de IEPALA. "El negocio de la droga mueve en el mundo unos 300 mil millones de dólares al año".
En Bolivia los ingresos anuales por la coca alcanzan los US$ 600 millones y superan el valor de todas las otras materias exportables. La producción por derivados de la coca asciende a 4.000 mil millones de dólares. El 20% de la población laboral adulta trabaja en este rubro.
En Perú los ingresos por la industria de la coca son de mil millones de dólares al año, un 30% de todas las exportaciones en rubros tradicionales. El 15% de la población activa se emplea en esta actividad.
En Colombia, el ingreso por exportación de drogas, de mil millones de dólares, es superior a la exportación de café.
Las regiones productoras de drogas se han transformado en zonas de aparente desarrollo. Los carteles otorgan créditos y seguros a los grupos que producen cocaína. Los campesinos plantadores de hojas de coca han mejorado sus ingresos, pues el precio de este cultivo es más alto que el de cualquier otro.
Mientras crece la adicción al consumo de drogas, se incrementan las campañas y la lucha contra el narcotráfico. Pero la prohibición permanece inalterable.
Además de los problemas sanitarios que conlleva el consumo, la violencia y la criminalidad han alcanzado niveles muy altos. El tráfico ilegal de cocaína necesita, para sostenerse, de otros actos delictivos: contrabando, asesinatos, corrupción, tráfico de armas.
El poder de los "narcos" ha derivado en una creciente injerencia en la política de los países productores, financiando campañas electorales, corrompiendo a jueces y funcionarios y, en definitiva, rompiendo todas las estructuras de control del Estado. Las instituciones nacionales, como los parlamentos, ejércitos y cuerpos de policías, están cada día más involucrados en el negocio.
El intervencionismo de EEUU
Por otra parte, la decisión de las autoridades estadounidenses de combatir el creciente consumo de cocaína atacando a los productores y traficantes en sus países de origen, trajo como consecuencia directa que el principal punto de las relaciones entre EEUU y los países productores haya sido el narcotráfico.
La creación de la Drug Enforcement Agency (DEA), en julio de 1973, fue el paso fundamental para institucionalizar la injerencia.
Entre las funciones primordiales de la DEA se cuentan la de entrenar y asesorar a oficiales de países en desarrollo en el control de drogas y respaldar el establecimiento de leyes contra las drogas en los países en desarrollo, como la polémica ley 1008 de Bolivia, que suspende las libertades individuales.
Entre los actos más claros de injerencia de los últimos años se cuentan la intervención militar en Bolivia en 1986, y los tratados de extradición como el firmado con Colombia en 1982. Quizás el antecedente más grave haya sido la sentencia del Tribunal Supremo de EEUU, en 1992, que legalizaba el secuestro de sospechosos en otros países.
La política estadounidense se ha centrado en la erradicación total de los cultivos de coca, incluyendo los no excedentes. Durante los gobiernos de Ronald Reagan y George Bush, la administración norteamericana supeditó toda la ayuda para el desarrollo al cumplimiento de las metas de erradicación total.
Pero además, realizó intervenciones militares directas; efectuó fumigaciones sobre las plantaciones de coca con herbicidas que destruyen la materia orgánica, los nutrientes y microorganismos, y promovió la creación y entrenamiento de fuerzas especiales.
Fuentes: "Coca, cocaína y narcotráfico", IEPALA Editorial, CEDIB e IPS
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