Actualidades / Desarrollo
|
|
No. 175 - Diciembre 2003
Foro de ONU sobre Financiación para el Desarrollo
Continúan las penurias financieras en el Sur
por
Martin Khor
El año pasado el Sur hizo una transferencia neta de recursos de alrededor de 200.000 millones de dólares, según demuestran las cifras reveladas en un foro de la ONU en octubre, en momentos en que las finanzas de los países en desarrollo sufrieron reveses en los frentes del comercio, la deuda y la inversión.
Un año y medio después de la Conferencia Internacional de las Naciones Unidas sobre la Financiación para el Desarrollo, realizada en Monterrey (México, marzo de 2002), la situación financiera de los países en desarrollo parece ser peor. No sólo no reciben más recursos y financiación para el desarrollo sino que en 2002 tuvieron una transferencia negativa, o sea, que hubo una transferencia neta de los países en desarrollo hacia los países industrializados e instituciones internacionales por un valor de 200.000 millones de dólares.
Así quedó expuesto claramente en el “diálogo de alto nivel” convocado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el primero de una serie de diálogos bienales para evaluar la aplicación de los compromisos realizados por los gobiernos en Monterrey y del Consenso de Monterrey, el marco de política emanado de la conferencia, que se realizó del 29 al 31 de octubre y adoptó diversos formatos:
* “audiencias informales” con la sociedad civil y representantes comerciales, para que éstos expusieran sus opiniones a los gobiernos;
* ocho mesas redondas con la participación de ministros, expertos, organizaciones internacionales, ONGs y empresarios;
* un plenario oficial o sesión de apertura con la presencia del Secretario general de la ONU,y los directores del FMI, el Banco Mundial, la UNCTAD, el PNUD, ECOSOC y el subdirector general de la OMC; y
* un “diálogo interactivo” de todo un día con la participación de gobiernos y otras partes interesadas.
Hubo una cantidad razonable de ministros de finanzas de países en desarrollo (principalemnte de África), y un número bastante reducido de ministros de países industrializados. Los directores del FMI y el Banco Mundial participaron sólo en la sesión plenaria de apertura.
Las discusiones versaron sobre toda una gama de temas, pero algunos predominaron claramente, como el de que a pesar de Monterrey, la situación financiera de los países en desarrollo ha empeorado.
Transferencia del Sur al Norte
Esto está simbolizado por las cifras más mentadas del diálogo: el aumento de la transferencia neta de recursos financieros que ha salido de los países en desarrollo en el año 2002 y que equivale a casi 200.000 millones de dólares. En lugar de recibir fondos, los países pobres transfieren ahora cifras enormes a los países ricos.
El informe del secretario general de la ONU, Kofi Annan, al diálogo demuestra que en el período 1994-1997, los países en desarrollo recibieron en promedio 30.000 millones de dólares por año. Pero en 1998-2000 esta situación se había revertido y el Sur transfirió 111.000 millones anualmente en términos netos. Luego la situación se agravó aún más. En 2001, la transferencia neta egresada fue de 155.000 millones de dólares, hasta llegar a los 193.000 millones de dólares en 2002.
La mayor parte de esos temas -especialmente la transferencia neta de fondos salida de los países en desarrollo- tomaron relieve en el diálogo de la sesión plenaria de apertura realizada en el salón de la Asamblea General de la ONU el 30 de octubre. Muchos de los comentarios más categóricos se hicieron en el diálogo interactivo posterior.
En la apertura, Kofi Annan exhortó a revertir el balance negativo y arreglar el sistema de manera que todos los países y las personas, especialmente los pobres, puedan beneficiarse.
Si bien la AOD aumentó a 57.000 millones de dólares en 2002, lo poco que se ganó por un lado se perdió por la enorme transferencia de recursos netos del mundo en desarrollo -la mayor hasta el momento, del orden de los 200.000 millones de dólares- expresó. Aun tomando en cuenta las sutilezas y detalles, el resultado general desafía el sentido común, manifestó, y añadió que los fondos deberían ir de los países desarrollados hacia los países en desarrollo, pero esos números revelan que está ocurriendo lo contrario.
Los fondos que podrían promover la inversión y el desarrollo en los países en desarrollo, construir escuelas y hospitales o apoyar otras etapas para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, son, por el contrario, transferidos al exterior, agregó.
La aplicación de los compromisos de Monterrey revelaron un resultado mixto.
Si bien la ayuda oficial al desarrollo (AOD) aumentó, sigue estando muy lejos de lo necesario para cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En el sector comercial, las subvenciones y los aranceles asfixiaron la capacidad de los países pobres de competir en condiciones justas. Las inversiones extranjeras directas en el mundo en desarrollo también se redujeron. Fueron demasiados los países en desarrollo que siguieron soportando cuantiosas deudas, lo cual deja en claro que tal vez la iniciativa de reducción de la deuda de los Países Pobres Muy Endeudados haya pecado de exceso de optimismo y tal vez sea necesario un marco internacional para la reestructuración de la deuda.
En su informe, Annan se refirió a las recomendaciones:
Deben tomarse medidas para lograr más resultados de la reunión anual de primavera entre el Consejo Económico y Social (ECOSOC) de la ONU, la OMC y las instituciones de Bretton Woods. Esa reunión requería una mejor preparación, más enfocada, si se quería cumplir el papel especial que le concedió el Consenso de Monterrey como custodio de la coherencia, la coordinación y la cooperación.
Una discusión franca
El presidente de la Asamblea General de la ONU, el canciller de Santa Lucia Julian Robert Hunte, comentó que el Consenso de Monterrey reflejó las decisiones fundamentales adoptadas para resolver los problemas de la financiación para el desarrollo.
El diálogo debería ser una discusión franca de las dificultades encontradas para llevar a la práctica los compromisos y acuerdos de Monterrey. Uno debe preguntarse si el sistema de la ONU tiene la posición adecuada como para repercutir en el proceso de la financiación para el desarrollo. ¿Se han adoptado medidas suficientes para mejorar la coherencia y eficiencia entre las agencias donantes? ¿Cuál debería ser el papel de ECOSOC en cuanto a hacer un seguimiento de los avances realizados y proponer medidas ulteriores para aplicar el Consenso de Monterrey?
Reveló que el informe de evaluación sobre la aplicación del Consenso de Monterrey arroja resultados combinados. Dentro de los resultados positivos figura que después de Monterrey la AOD tuvo un aumento del 4,8 por ciento. Algunos estados donantes llegaron a la meta de la ONU de 0,7 por ciento del producto nacional bruto de AOD y se comprometieron a llegar al uno por ciento en el periodo 2005-2006. Otros establecieron plazos para llegar al porcentaje de 0,7 por ciento.
También hubo signos incipientes y alentadores con relación a la solución de la crisis de la deuda, como las propuestas de un enfoque amplio para reestructurar la deuda externa de los gobiernos y la utilización de cláusulas de acción colectiva. Por su parte, muchos países en desarrollo trabajaron para crear entornos favorables a escala nacional, fortaleciendo la gobernanza económica y mejorando la participación democrática.
Por otro lado, señaló, las corrientes financieras privadas dirigidas a varios países en desarrollo se redujeron o se tornaron negativas. Hubo muy pocos cambios con relación a problemas tales como el acceso a los mercados, el trato especial y diferenciado, la deuda, la situación de deterioro de los países dependientes de los productos básicos, las subvenciones agrícolas y la falta de participación de los países en desarrollo en los procesos decisorios de las instituciones financieras internacionales.
El presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, dijo que no era ningún secreto que todavía quedaba mucho por hacer para cumpir con los objetivos de Monterrey. Los países industrializados deben marcar el camino, cumpliendo los compromisos pasados.
Se señaló que esta era la primera vez que un presidente del Banco Mundial se dirigía a la Asamblea acerca de un tema. Pero la asociación de la financiación para el desarrollo hizo que la coordinación entre los dos organismos fuera fundamental. Al Banco Mundial le preocupan los desequilibrios, tal como que se gastaron 800.000 millones de dólares en presupuestos de defensa, mientras que se destinaron sólo 56.000 millones de dólares para la ayuda para el desarrollo.
El director gerente del FMI, Horst Kohler, declaró que el panorama económico mundial estaba mejorando y que las economías adelantadas tenían ahora mejores perspectivas. Pero sigue habiendo riesgos, especialmente la excesiva dependencia de la economía mundial en el crecimiento de Estados Unidos y los desequilibrios resultantes de la cuenta corriente global. Opinó que la solución ordenada de esos desequilibrios debería ser el objetivo principal de la política económica internacional. Para ello se hace necesario tener un criterio cooperativo que involucre a todos los países y regiones más importantes.
Kohler expresó que el FMI seguiría desempeñando su función de aplicar el Consenso de Monterrey. En su trabajo con países de bajos ingresos, el FMI se estaba enfocando en un marco de políticas macroeconómicas e instituciones saneadas. Redujo el alcance de sus condicionamientos concentrándose en los sectores que resultan centrales para lograr objetivos macroeconómicos básicos.
La efectividad del FMI como institución de cooperación depende de que todos los miembros tengan posibilidades de expresarse y una representación apropiada, manifestó. Con ese objetivo el FMI había adoptado recientemente varias medidas para promover la capacidad de las oficinas de los directores ejecutivos de los países en desarrollo y en transición, apuntando a mejorar su participación efectiva en la formulación de las políticas y la toma de decisiones.
Coherencia en las políticas
El secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), Rubens Ricúpero, exhortó a que ECOSOC cumpliera la función de ser un foro donde discutir la coherencia en las políticas y producir un entorno de crecimiento mundial propicio para que los países en desarrollo puedan lograr sus objetivos nacionales en materia de políticas. Esto podría ser uno de los ladrillos de la nueva arquitectura internacional.
Consideró que Monterrey constituye una respuesta holística a los problemas de la financiación para el desarrollo pero no llegó a ser un proyecto para el desarrollo. No fue un punto de llegada sino un punto de partida para un proceso en marcha. El desafío es combinar y ordenar los diversos aspectos del Consenso de manera de poder avanzar en su aplicación e identificar los sectores en los que el Consenso debe ser ampliado.
El impulso para esa conferencia lo dieron las transferencias netas negativas de recursos reales por parte de numerosos países latinaomericanos con posterioridad a la crisis de la deuda de la década del 80, la “década perdida” del desarrollo. En los últimos años, las corrientes financieras netas siguen siendo desde el mundo en desarrollo hacia el mundo desarrollado. Este año sería el séptimo de corrientes netas negativas de recursos financieros de los países en desarrollo a los industrializados, lo cual sugiere que el mundo tendría otra “década perdida”.
Lamentablemente, algunos países, como Argentina y Bolivia, que aplicaron enseguida las medidas que finalmente fueron incluidas en el Consenso, están teniendo ahora niveles de vida muy por debajo de los que tenían en el década perdida, y han quedado excluidos de las posibilidades de financiamiento externo.
Las corrientes de IED se mantienen positivas pero se redujeron sustancialmente. El crecimiento del comercio mundial también decayó más o menos acorde con la disminución de las corrientes de capital. Esto afectó los precios de los productos básicos de los países pobres. Es indispensable reanudar las negociaciones de la OMC a partir del punto en que fueron interrumpidas en Cancún, para cumplir en tiempo y forma las promesas de desarrollo de la declaración de Doha.
“Dado el carácter más participativo y universal del proceso de la ONU, se trata de un ámbito en el cual ECOSOC, con el apoyo de la oficina de la Financiación para el Desarrollo, podría ser un foro apropiado para discutir una mayor coherencia de las políticas, que propicie un contexto de crecimiento mundial conducente a lograr los objetivos de las políticas nacionales establecidos para los países en desarrollo”. Esto podría ser un ladrillo de la nueva arquitectura internacional, en el contexto de una reflexión en torno a reformas profundas, a la que invitó el secretario general de la ONU.
Asociación mundial
El administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Mark Malloch Brown, manifestó que el mundo actual es más desigual y más inseguro que nunca. En un mundo de 6.000 millones de personas, 1.000 millones poseen el 80 por ciento de la riqueza mundial, mientras que otros 1.000 millones luchan por sobrevivir con menos de un dólar diario. La pobreza en esa escala no es inevitable. El mundo posee los medios para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio pero demasiado a menudo lo que falta es voluntad política.
Monterrey logró una asociación mundial en la cual la introducción de reformas políticas y económicas sostenidas, más inversiones privadas y mejor gobernanza en los países en desarrollo deberían ir acompañados de un apoyo directo del mundo desarrollado bajo la forma de comercio, ayuda e inversión. Sin embargo, aún cuando después de Monterrey se revirtió la reducción de más de diez años de la AOD, en la medida que aumentó a 57.000 millones en 2002 -las proyecciones de la OCDE mostraron un compromiso adicional de 16.000 millones para 2006-, el total de los compromisos formulados en Monterrey todavía está muy lejos de los 100.000 millones de dólares anuales de AOD necesarios para lograr los Objetivos.
La clave de los compromisos de Monterrey fue el acuerdo sobre la importancia de la identificación del país con las estrategias de desarrollo, continuó diciendo. El sistema de la ONU, en el marco de la coordinación del Grupo de Desarrollo de la ONU, trabajó en la aplicación del Consenso, incluso a través del seguimiento de los compromisos para mejorar los procedimientos y prácticas de los donantes basados en el principio de la identificación plena del país, formulado en el Foro de Alto Nivel sobre Armonización, realizado en Roma en febrero de 2003.
El éxito o fracaso de Monterrey depende básicamente de una visión más amplia de la asociación mundial. Los Objetivos son parte del compromiso mundial. Independientemente del éxito de los esfuerzos de reforma de los países en desarrollo, los primeros siete Objetivos no pueden lograrse si no se cumple el compromiso de los donantes con el Objetivo 8 sobre la ayuda para el desarrollo, la inversión y el comercio.
El fracaso de Cancún en cuanto a acordar las políticas necesarias para crear una estrategia económica mundial legítima y a favor de los pobres, constituyó así un retroceso en lo que tiene que ver con la aplicación de Monterrey. Todos deben comprometerse ahora a renovar el espíritu de asociación.
Francisco Thompson-Flores, subdirector general de la OMC, declaró que el Programa para el Desarrollo de Doha 2001 fue un marco para facultar a los países en desarrollo a alcanzar el desarrollo. Si bien el comercio podría ser un motor para el desarrollo, los países en desarrollo enfrentaron demasiados obstáculos en el actual sistema comercial internacional. Las negociaciones de Doha podrían arrojar beneficios que vayan mucho más allá de lo logrado en otros sectores. Pero el retroceso de Cancún y la imposibilidad final de lograr un acuerdo sobre los temas de Singapur implicaron que los miembros de la OMC tuvieran que responsabilizarse colectivamente del resultado de esa ronda.
Cancún fue una decepción pero no fue un colapso. La OMC ya estaba explorando formas de avanzar, y el primer paso es identificar las zonas de mayor dificultad en Cancún y lograr que se discutan nuevamente. Manifestó que en Cancún, la OMC presenció el surgimiento de nuevas agrupaciones de países, unidos en torno a intereses comunes. Uno debe asegurar que el creciente activismo de los países en desarrollo, que se sumó en gran medida a la complejidad de las rondas de negociación, sea debidamente reconocido y reflejado. El objetivo debe ser una participación amplia y también amplitud de contenidos. (SUNS)
|