La actual propuesta del Área de Libre Comercio
de las Américas (ALCA) profundiza un estilo de desarrollo basado
en exportaciones. En la reunión ministerial del ALCA realizada
en noviembre en Miami todos los gobiernos y buena parte de los académicos
compartieron el optimismo de que ese tipo de inserción comercial
desencadenará crecimiento económico, aumentará el
empleo y reducirá la pobreza. Frente a esas ideas, muchas organizaciones
sociales, sindicales y algunos investigadores han alertado que ese modelo
simplista termina generando mayores asimetrías, no permite remontar
el desempleo, desencadena fuertes impactos ambientales y, en muchos casos,
está ligado a sectores exportadores que dejan pocos beneficios
a escala nacional. En realidad, esa inserción internacional depende
cada vez más de la exportación de materias primas, tales
como minerales, hidrocarburos, productos agrícolas, forestales
y pesqueros, revelando un patrón cada vez más parecido
a las épocas coloniales.
En la reunión ministerial del ALCA en Miami se insistió en los
aspectos positivos de los tratados de libre comercio. Por ejemplo, la ministra
de Relaciones Exteriores de Chile, Soledad Alvear, dijo en declaraciones a
la agencia de noticias IPS: “Una de las razones por las que Chile está en
el ALCA es, precisamente, porque estamos convencidos -y la experiencia chilena
así lo refleja- que los procesos de apertura significan crecimiento
para los países”. La ministra agregó que ese “crecimiento posibilita
políticas sociales que permiten superar la situación de pobreza”.
En el mismo sentido se expresó el ministro de Economía de México,
Fernando Canales, quien afirmó que el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN) ha sido “positivo para la economía de México”.
Sin embargo la información disponible, analizada con atención,
apunta en sentido contrario. Chile ha incrementado la desigualdad y mantiene
un núcleo duro de pobres, mientras sus exportaciones rondan en un 90
por ciento de recursos primarios. En el caso del TLCAN, en la reunión
de Miami se distribuyó un resumen de un estudio del Carnegie Endowment
for International Peace que demuestra que ese acuerdo no ha generado nuevos
empleos en México, los salarios reales no han crecido y se han generado
algunos impactos ambientales negativos.
Podríamos preguntarnos, entonces, cuál es la vulnerabilidad de
los países latinoamericanos bajo este esquema comercial que promueve
el ALCA. O en otras palabras: ¿cuál es la vulnerabilidad de cada
país si el ALCA tiene éxito y se avanza por el camino de la desregulación
comercial? Para evaluar estos problemas se presentó en la reunión
ministerial de Miami una nueva versión del Índice latinoamericano
de vulnerabilidad ante el libre comercio (IVLC).
Bajo este nuevo indicador, el país con el mayor riesgo es Nicaragua,
seguido por Ecuador y Honduras, mientras que los de menor riesgo son Uruguay
y Costa Rica. El indicador es más amplio que las visiones tradicionales,
ya que incluye aspectos económicos pero, además, incorpora los
sociales y ambientales. Pero también tiene una lógica distinta,
en tanto considera las capacidades de cada país de amortiguar los impactos
negativos del libre comercio, o bien sus vulnerabilidades frente a sus efectos
negativos.
Por ejemplo, la visión economicista tradicional sólo está interesada
en los ingresos que se obtienen por exportaciones, en muchos casos independientemente
de la naturaleza de los bienes exportados. El nuevo indicador atiende especialmente
a la proporción de bienes primarios, los que usualmente generan poco
empleo, poseen un valor agregado limitado y, además, están asociados
a altos impactos ambientales. Eso explica la paradoja de algunos países
donde las exportaciones siguen aumentando pero no se solucionan las dificultades
del empleo. En efecto, el ALCA podría acentuar todavía más
el proceso de “reprimarización” de América Latina e incluso podría
entorpecer los intentos de industrialización de algunos países.
La visión tradicional siempre ve las exportaciones de los commodities
como un aspecto positivo, mientras que en el nuevo indicador de vulnerabilidad
se considera que al aumentar su proporción en las ventas totales, también
se incrementan los riesgos.
También se reconoce que las exportaciones basadas en productos primarios
tienen alto impacto ambiental y social. Existen muchos ejemplos en todo el
continente, como la extracción de petróleo para exportar sin
generar riqueza genuina a las poblaciones locales y, por el contrario, contaminando
el ambiente y degradando el estilo de vida. El ALCA carece de restricciones
e instrumentos para imponer condiciones sociales y ambientales al comercio,
y por el contrario, las exigencias económicas contenidas en la propuesta
de ese tratado pueden prevalecer sobre las regulaciones nacionales en materia
social, laboral y ambiental. Este hecho contribuye a fundamentar que una mayor
dependencia de exportaciones de bienes primarios podría ser una ventaja
económica, pero también aumenta la vulnerabilidad social y ambiental.
Mientras la visión tradicional no considera los impactos sociales y
ambientales, y usualmente es indiferente a la cualidad de las exportaciones,
el nuevo indicador de vulnerabilidad incorpora esos aspectos. Por lo tanto
allí donde la “economía tradicional” identifica ventajas, en
la perspectiva del nuevo indicador en realidad nos enfrentamos con debilidades
que pueden desembocar en nuevos problemas sociales, ambientales y económicos.
Bajo esta perspectiva, el Indice de vulnerabilidad frente al libre comercio
encuentra que entre los 10 países más vulnerables, ocho corresponden
a países donde el peso de las exportaciones en la economía es
alto o muy alto, con una fuerte proporción de exportación de
productos primarios (minerales, hidrocarburos, agrícolas, forestales,
etc). En la mayoría de los países las exportaciones de productos
primarios alcanzan más del 67 por ciento, pero en algunos, como Venezuela,
Nicaragua, Ecuador y Panamá, representan más del 85 por ciento.
El índice compara un país contra otro dentro de América
Latina, y por lo tanto no ofrece una medida absoluta. Está basado en
un conjunto de 12 variables económicas, ambientales y sociales, entre
las que se cuentan, por ejemplo, las áreas protegidas, la población
urbana bajo línea pobreza, el gasto social, las exportaciones de productos
primarios o la balanza de pagos como porcentaje del Producto Interno Bruto.
Las economías más pequeñas, como las centroamericanas,
enfrentan los mayores riesgos económicos, sociales y ambientales en
las negociaciones del ALCA. Sin embargo, el actual borrador del acuerdo no
ofrece mecanismos de amortiguación y compensación ante estos
riesgos. Para complicar aún más las cosas, entre los cinco países
con el mayor riesgo, cuatro de ellos están negociando separadamente
otros acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, o lo harán en el
futuro próximo: Nicaragua, Honduras y Guatemala lo hacen en el Tratado
de Libre Comercio Centroamérica-Estados Unidos, mientras que se acaban
de anunciar futuras negociaciones con Ecuador.
El Indice de vulnerabilidad frente al libre comercio permite apreciar las vulnerabilidades
no sólo frente al ALCA sino frente a estos otros acuerdos, los que repiten
obligaciones y regulaciones comerciales semejantes. Este tipo de informaciones
demuestra que los representantes gubernamentales y empresariales que en la
reunión ministerial del ALCA en Miami insistieron una y otra vez en
los potenciales beneficios de un área de libre comercio continental,
poco han avanzado en atender los riesgos potenciales de esta propuesta.
Es obvio que las asimetrías entre las diferentes naciones que negocian
el ALCA hacen indispensable que, en lugar de una visión dogmática
basada en los potenciales beneficios del comercio, se deben generar medidas
concretas para evitar los efectos negativos. Estos acuerdos implican negociaciones
asimétricas, donde no es posible predecir todos los impactos o beneficios
y, por lo tanto, se deben generar instituciones y mecanismos que puedan amortiguar
los efectos negativos. Casi nada se ha avanzado en ese sentido y varias secciones
de la propuesta actual del ALCA impiden esas medidas en tanto se interpretarán
como “barreras al libre comercio”. Pero esas son las tareas esenciales que
se deben enfrentar.
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D. Gorfinkiel y E. Gudynas son investigadores en D3E (Desarrollo, Economía,
Ecología, Equidad - América Latina). Los estudios sobre vulnerabilidad
están disponibles en: www.integracionsur.com
Indicador de vulnerabilidad
1. |
Nicaragua |
0.694 |
|
2. |
Ecuador |
0.598 |
|
3. |
Honduras |
0.566 |
|
4. |
Paraguay |
0.562 |
|
5. |
Guatemala |
0.548 |
|
6. |
El Salvador |
0.539 |
|
7. |
Bolivia |
0.528 |
|
8. |
Rep.Dominicana |
0.523 |
|
9. |
Venezuela |
0.505 |
|
10. |
Perú |
0.489 |
|
11. |
Panamá |
0.481 |
|
12. |
Chile |
0.456 |
|
13. |
Argentina |
0.409 |
|
14. |
Colombia |
0.408 |
|
15. |
Brasil |
0.401 |
|
16. |
México |
0.386 |
|
17. |
Costa Rica |
0.318 |
|
18. |
Uruguay |
0.311 |
|
La escala del índice es de 1 (mayor vulnerabilidad)
a 0 (menor vulnerabilidad).
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