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   No. 158 - Julio 2002
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No. 158 - Julio 2002

Acuerdo sobre Agricultura de la OMC

Conversaciones no ayudarán al desarrollo económico

por Chakravarthi Raghavan

El Acuerdo sobre Agricultura de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y las negociaciones que en el marco del mismo se están dando en torno a la reforma del comercio agrícola, se basan en premisas falsas pues ignoran la concentración del poder del mercado en manos de grandes empresas agroindustriales. Sólo cuando se tengan en cuenta esas realidades de la agricultura internacional, podrá el proceso de reforma dar como resultado un sistema de comercio más justo en este sector, dice un estudio del no gubernamental Instituto de Política Agrícola y Comercial (IATP).

A menos que aborde el problema de la concentración del poder del mercado en el comercio agrícola transnacional, el Acuerdo sobre Agricultura de la Organización Mundial de Comercio (OMC) tal como está actualmente estructurado, y las reformas previstas en las negociaciones actuales, no ayudarán a los agricultores ni promoverán un desarrollo económico de base amplia, concluye un informe publicado por el Instituto de Política Agrícola y Comercial (IATP).

El informe, titulado "Managing the Invisible Hand: Markets, Farmers and International Trade" (Manejando la mano invisible: mercados, agricultores y el comercio internacional) y realizado por Sophia Murphy, directora de Comercio de IATP, fue elaborado por dicha organización para Canadian Foodgrains Bank. El documento completo está disponible en www.tradeobservatory.org

El comercio es una herramienta de desarrollo importante pero "no es un fin en sí mismo", se dice en la introducción del informe. "En realidad, la promoción de la liberalización del comercio, en especial tal como está estructurada en el actual Acuerdo sobre Agricultura, ignora elementos básicos de la economía agrícola mundial, específicamente la concentración del poder del mercado en manos de las compañías transnacionales. Hasta tanto no aborde el tema del poder del mercado y del poder monopólico y oligopólico, el Acuerdo sobre Agricultura no nos conducirá a los objetivos de desarrollo básicos enunciados cuando la creación de la OMC. Los gobiernos deben ponerse a la vanguardia para asegurar una mayor coherencia entre la política comercial y el logro de los objetivos de desarrollo".

En el informe se subraya la debilidad del Acuerdo sobre Agricultura y se argumenta que el mismo, cuya estructura se refleja en las negociaciones actuales sobre el tema, está en sí mismo "básicamente errado" ya que ignora las premisas básicas de la economía agrícola mundial.

En las negociaciones actuales para continuar el "proceso de reforma" de la agricultura bajo el programa de trabajo de Doha, los países miembros de la OMC discutirán temas tales como subsidios a las exportaciones, acceso a los mercados, programas de apoyo interno, seguridad alimentaria y trato especial a los países en desarrollo. Pero la idea de que por el hecho de disponer de acceso a los mercados y de que cesen los subsidios a las exportaciones así como todo tipo de apoyo interno, se resolverán todos los problemas, está profundamente equivocada. Esas reformas por sí solas no asegurarían la utilización más eficiente de los limitados recursos naturales y genéticos. Tal vez más concretamente, las distorsiones del mercado continuarían alterando la agricultura de los países en desarrollo.

Tal concepto ignora también la falta de elasticidad de la demanda y la oferta, la debilidad política y económica de la mayoría de los agricultores, la integración vertical del sistema agrícola, y el hecho de que los "países no comercian, los agricultores no comercian, sólo las transnacionales agroindustriales comercian".

El poder del mercado

Gran parte de la literatura y el pensamiento que domina las negociaciones y discusiones del comercio internacional, se lamenta Murphy, se basa en la premisa de la ventaja comparativa. Según esta teoría, el comercio internacional es una herramienta para asegurar la distribución eficiente de bienes, permitiendo que el productor con costos más bajos establezca los precios del mercado mundial. Este modelo considera que los obstáculos al mercado –tales como los aranceles- y las ventajas desleales –como los subsidios- constituyen impedimentos al libre flujo de bienes y por lo tanto al máximo aprovechamiento del bienestar.

Pero en el entusiasmo por abrir mercados, se tiende a subestimar el necesario papel de la supervisión pública. "En las discusiones que se dan en la OMC, la expansión comercial se convierte rápidamente en sinónimo de desarrollo y crecimiento económico. El director general de la OMC, Mike Moore, junto con numerosas delegaciones de países desarrollados en el organismo comercial, ha adoptado el lenguaje del desarrollo como la razón de las normas del comercio mundial. Sin embargo, "un creciente número de comentaristas ha rechazado esta fusión entre expansión comercial y crecimiento económico", se señala en el informe.

Existe un desfásale entre la economía de mercado y la satisfacción de las necesidades humanas básicas, y satisfacer la demanda efectiva de alimentos no es lo mismo que terminar con el hambre y la desnutrición. "El mercado no puede reflejar la demanda de los consumidores que no tienen el poder adquisitivo como para estar presentes en el mercado", señala el informe. "Hasta que las normas de comercio multilateral no tomen en cuenta la concentración del poder del mercado en el comercio agrícola transnacional, no pueden manejar un sistema de comercio abierto y justo".

"Las normas del comercio agrícola deben tener en cuenta la rapidez de los cambios en la totalidad del sector agrícola, desde la producción de la semilla hasta el procesamiento de alimentos para su venta al consumidor. Las normas deben permitir que los países, en especial los países en desarrollo, dispongan de flexibilidad para impedir el dumping de productos agrícolas, proteger la seguridad alimentaria y preservar las formas de sustento de los agricultores de bajos ingresos", añade.

Ridiculizando la opinión propagada de que dentro del libre comercio los agricultores serán agentes de fijación de precios, el informe señala que un pequeño grupo de grandes empresas de granos –Cargill, Continental, Louis Dreyfus, Andre y Bunge –desempeñan un papel central en el sistema alimentario. Estas cinco empresas, que según estimaciones de la UNCTAD en 1986 controlaban el 85 por ciento del comercio mundial de productos agrícolas, siguen siendo dominantes hasta ahora. Cada compañía está presente en decenas de países en todos los continentes. Sus actividades también están diversificadas. Cargill, por ejemplo, posee ahora una enorme unidad de servicios financieros, junto con sus negocios de sal, acero, algodón, semillas y fertilizantes.

Para los comerciantes de granos la ganancia es un porcentaje de las ventas, y cuanto más altos estén los precios, mejor, especialmente si el comerciante controla la oferta de bienes. Pero un alto volumen de ventas a un precio más bajo también es rentable. Y las compañías de granos tienen gran interés en mantener ocupadas las barcazas, automotores y barcos de su propiedad. "Por lo tanto, lograr volúmenes mayores puede a veces ser más importante para los segmentos inferiores de las compañías que obtener precios más elevados", sostiene el informe.

Los economistas neoclásicos reconocen que un poder indebido del mercado irá en contra del bienestar, "pero las normas de la OMC para la agricultura ignoran la presencia de este potencial de distorsión del mercado (...) Lamentablemente, el debate en la OMC ha puesto un énfasis abrumador en los gobiernos, los agricultores y, en menor grado, los consumidores. Las compañías no están mencionadas en ningún lado", afirma.

"La integración vertical" en el sector alimenticio y agrícola de Estados Unidos y la Unión Europea merece atención internacional porque "trastoca los supuestos que han llevado a los gobiernos a adherir los acuerdos comerciales y cambiar su política agrícola, y provoca un aumento de la dependencia de los alimentos importados", apunta el informe.

Hasta la fecha, pocas fusiones empresariales o joint ventures han sido sometidas a escrutinio público fuera del país en que tienen la casa matriz, y es necesario cambiar eso. Si bien las ofertas son cada vez más mundiales en su alcance, los consumidores siguen atados a los mercados locales, y su poder adquisitivo se mide en monedas locales y no en dólares.

"El comercio internacional puede aumentar la opción de productos disponibles para el consumidor, pero no necesariamente entregará esos productos a bajo costo, especialmente en términos locales. La caída de los precios de los productos básicos no se ha traducido necesariamente en alimentos más baratos para los consumidores" señala el informe.

Para enfrentar algunos de los principales males provocados, en el informe se proponen varias revisiones al Acuerdo sobre Agricultura, entre las cuales figuran las siguientes:

* investigar y publicar la escala y el alcance de las actividades de las transnacionales de la agroindustria en los estados miembros;

* evaluar los orígenes de la distorsión del mercado, público y privado, y discutir la mejor forma de enfrentarlos;

* crear un grupo de trabajo de la OMC para discutir los temas de competencia relacionados específicamente con la agricultura.

Falta de elasticidad en la oferta y la demanda

Debería tenerse en cuenta que en el sector agrícola, la demanda no es elástica, y que el alimento es esencial para la vida, por lo cual no debe estar al alcance sólo de quienes tienen poder adquisitivo en el mercado.

También en el sector hay una relativa falta de elasticidad de la oferta, y son necesarias las existencias para protegerse de la escasez de producción relacionada con el clima, si bien el elevado costo de mantener las existencias limita el interés del sector privado en este servicio.

Ni la oferta ni la demanda de alimentos es tan sensible al precio como la mayoría de los demás productos; la gente gastará todo lo que tiene para evitar morirse de hambre, y una vez que se satisfacen las necesidades caloríficas básicas, la demanda cae abruptamente.

La oferta de numerosos cereales se produce una o dos veces al año, en la época de la cosecha, a pesar de que la gente necesita alimentarse todos los días del año. La oferta de granos básicos no se acompasa con la demanda del consumidor; debe almacenarse para satisfacer las necesidades futuras. Y a pesar de la tecnología cada vez más sofisticada de que disponen los agricultores de los países desarrollados, el clima sigue siendo un factor determinante de gran importancia e impredecible de la oferta y por lo tanto del precio.

"Esta característica de carecer relativamente de elasticidad de la oferta y la demanda en la agricultura, complica las operaciones del mercado. Casi todos los gobiernos, más allá de su convicción política, intervienen en el mercado para asegurar que la mayoría de la gente se alimente", sostiene el informe.

Los modelos utilizados por los gobiernos para predecir el resultado del Acuerdo sobre Agricultura de la Ronda Uruguay no dio resultados acertados, señala Murphy. "Se equivocaron en cuanto a la dirección que seguirían los precios, se equivocaron en cuanto a quién se beneficiarían con el aumento de las exportaciones y se equivocaron en cuanto a cómo responderían los agricultores a los cambios en los programas de apoyo. No tomaron en cuenta esos aspectos vitales de la agricultura internacional. Debemos ir a la próxima ronda de negociaciones mejor informados. De hecho, es un deber: las vidas y formas de sustento de millones de personas dependen de ello".

La mayor parte de la política agrícola está impuesta en nombre de los agricultores, y los agricultores son generalmente objeto de crítica cuando se cuestionan las políticas agrícolas de los países desarrollados. Sin embargo, los agricultores son el eslabón más débil de la cadena que lleva los alimentos del campo a la mesa. Ellos dependen de industrias muy concentradas para los insumos y la venta de sus productos. Los agricultores de México y de Filipinas, que dependen del maíz para su sustento, no compiten con los agricultores estadounidenses sino con las compañías que exportan el grano a sus mercados, y "las compañías son las principales beneficiarias de la política agraria de Estados Unidos", se dice en el informe. (SUNS).




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