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Actualidades / Crisis Financiera


No. 160 - Setiembre 2002

Brasil

El incumplimiento es una opción razonable

por Chandra Hardy

Brasil está en el medio de una crisis financiera que en gran medida fue creada por los especuladores que están retirando capitales del país previendo que en las próximas elecciones gane el candidato de la izquierda.

El ingreso de un país se divide entre el consumo y los ahorros. La cantidad de ahorros determina cuánto hay disponible para inversión. Una buena cuota de inversiones aumenta las tasas de crecimiento del producto interno bruto (PIB) y el grado futuro de consumo y ahorro.

Los pagos a los extranjeros en forma de remesas de las ganancias y pagos del servicio de la deuda reducen la cantidad de ingresos disponibles para el consumo y la inversión. Si los pagos a los extranjeros exceden el nivel de ahorros, no habrá crecimiento del PIB, y habrá menor consumo y mayor pobreza.

Brasil está en el medio de una crisis financiera que en gran medida fue creada por los especuladores que están retirando capitales del país previendo que en las próximas elecciones gane el candidato de la izquierda.

El gobierno de George W. Bush y el Fondo Monetario Internacional (FMI) intentan contener la salida comprometiéndose públicamente a prestar a Brasil 30.000 millones de dólares en los próximos dos años. Esta promesa llega encabezando un reciente préstamo de 15.000 millones de dólares que no sirvieron de nada para detener la fuga de capitales, la caída de la moneda y la disminución de los precios de acciones y bonos.

Ya habíamos pasado por esto. Después que en 1982 México declaró la moratoria del pago del servicio de la deuda, varios otros países latinoamericanos, incluidos Brasil y Argentina, experimentaron pesados egresos de capital, restricciones al crédito y dificultades en el servicio de la deuda. La mayoría de su deuda era del sector privado hacia los grandes bancos internacionales.

El Departamento del Tesoro de Estados Unidos, el FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se apresuraron a rescatar a los bancos. A cambio de nuevos préstamos, los gobiernos se vieron forzados a asumir las obligaciones de sus sectores privados. A esto se lo conoció como la "fiscalización" de la deuda privada; colocó pesadas cargas en el presupuesto y redujo la capacidad de los gobiernos para aumentar los gastos necesarios del sector social.

Los deudores debieron también conservar presupuestos de austeridad y abrir sus mercados a los bienes y el capital extranjero, y a privatizar sus empresas estatales.

La promesa fue que esas medidas llevarían a elevadas tasas de crecimiento económico. Pero desde 1980, el crecimiento del PIB en Brasil ha promediado el 1,5 por ciento anual, que es levemente mayor que el promedio de crecimiento de la población, en 1,3 por ciento por año. Veinte años después, el promedio de ingreso por habitante es casi el mismo, la distribución del ingreso ha empeorado, más de la mitad de la población vive en la pobreza y Brasil no puede ofrecer puestos de trabajo para los 3,5 millones de jóvenes adultos que entra al mercado laboral cada año. Mientras tanto, la deuda total de Brasil se ha incrementado de 72.000 millones de dólares en 1980, a cerca de 250.000 millones.

Según datos del Banco Central de Brasil, la deuda externa bruta era de 210.800 millones de dólares en 2001. Esta cifra excluyó los 16.200 millones de préstamos inter-empresas que fue previamente tratado como parte de la deuda externa. Pero en 2001, retroactivo al 2000, el Banco Central adoptó un nuevo método, tratando ese tipo de préstamos como inversión extranjera directa. La deuda externa de Brasil en el año 2000, incluidos los préstamos inter-empresas, quedó en 236.800 millones de dólares, según datos del Banco Central, antes de que se anunciara el nuevo método de tratamiento de tales préstamos.

También excluido de los datos de la deuda externa total del Banco Central están unos 14.100 millones de dólares que pertenecen a la deuda ya pagada por el sector privado a través de las cuentas CC5s, cuentas bancarias para no residentes, con libre acceso a los tipos cambiarios flotantes. Durante la crisis financiera de 1997-98, cuando Brasil sintió los efectos de la crisis financiera asiática, se estima que las cuentas bancarias CC5s facilitaron salidas de capital a través de inversionistas internacionales e internos: 17.500 millones de dólares en 1997 y 31.200 millones en 1998.

En 2001, el interés pagado sobre la deuda externa era de 14.800 millones de dólares, las ganancias y remesas en el exterior eran 4.900 millones y la amortización de 35.200 millones de dólares.

El Departamento del Tesoro de Estados Unidos y las instituciones multilaterales ofrecen una vez más nuevos préstamos para rescatar a los bancos internacionales y una vez más exigen austeridad y más reformas. Se pide a Brasil que acepte poner un excedente presupuestario primario y trimestral de 3,75 por ciento del PIB después de liquidar los pagos del servicio de la deuda desde 2003 a 2005. Esto significa que Brasil debe dar prioridad al pago de la deuda y ¡crear reservas para el gasto y la inversión en el sector social para los próximos tres años!

La prescripción de política no encaja en ningún tipo de estrategia de reducción de la pobreza. Cumplir los pagos por el servicio de la deuda y permitir salidas incontroladas de capital están socavando a Brasil. Lo más sensato es llamar a moratoria de la deuda y establecer controles al capital. Esto forzará a los bancos acreedores a cumplir las normas del mercado en lugar de ser rescatados por sus gobiernos y las instituciones multilaterales. Los bancos tendrían que negociar condiciones de préstamo más sensible a una fecha futura.

El impacto sobre la economía no puede ser peor que lo que tenemos hoy. Cuando el rico se lleva su dinero del país, se hace responsable al gobierno y a los pobres por el peso aún mayor de la deuda externa. El gobierno siguiente no tendrá dinero disponible para reducción de la pobreza, creación de empleo o crecimiento. La mecánica de crecimiento y deuda indican que Brasil tiene una clara opción: crecimiento y reducción de la pobreza o mayor acumulación de deuda y ningún crecimiento.

En un comentario del diario The Financial Times, George Soros dijo que al FMI le hubiera gustado insistir en un excedente primario más alto de Brasil, pero que eso hubiera sido políticamente inaceptable. Soros estimó que con un tipo de interés del 20 por ciento y cuatro por ciento de crecimiento, Brasil hubiera necesitado un excedente presupuestal de 4,8 por ciento para evitar que aumentaran los índices deuda/PIB, algo obviamente imposible. La pregunta correcta habría sido qué tasas de interés podrían conciliarse con el excedente primario de 3,75 por ciento, dice Soros, y sugiere como solución la "ventanilla de descuento" de los bancos centrales del Grupo de los 10 países, que fuera abierta por la deuda del gobierno brasileño, y la rescisión de los derechos de salvaguardia del acero en Estados Unidos, para permitir el crecimiento dirigido a la exportación en Brasil. (SUNS)

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Chandra Hardy es economista y fue funcionario del Banco Mundial.




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