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   Nº 209 - octubre 2006
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Instituciones Financieras Internacionales


Nº 209 - octubre 2006

Por qué la reforma de cuotas del FMI es insuficiente

por Peter Chowla

La reforma de la estructura de votación del FMI, aprobada el 18 de setiembre con la reserva de más de cincuenta países en desarrollo, es completamente insuficiente para resolver los problemas de la institución. Aumenta los derechos de votación de solo cuatro países (China, Corea del Sur, Turquía y México) y plantea un pequeño incremento de los votos básicos y una reforma del método de cálculo de las cuotas.

El Comité Monetario y Financiero Internacional del Fondo Monetario Internacional (FMI) celebró la propuesta de reforma de la estructura de votación del organismo multilateral, posteriormente aprobada, como un avance decisivo. Pero es una verdadera lástima que el proyecto haya prosperado pese a las reservas de más de cincuenta países en desarrollo.
Nada, salvo una reforma fundamental de la estructura de gobierno del FMI, restaurará la credibilidad de la institución.
La propuesta aprobada aumenta los derechos de votación de solo cuatro países (China, Corea del Sur, Turquía y México) y plantea un pequeño incremento de los votos básicos y una reforma del método de cálculo de las cuotas.
Sin embargo, la aprobación de tal propuesta no modifica el equilibrio de poder en la toma de decisiones del FMI ni otorga más voz a los países en desarrollo.
El incremento de los votos ad hoc para cuatro países y la duplicación de los votos básicos (que no se aplicarían por muchos años) solo reducirá el peso de la votación de las economías más desarrolladas de 60,6 a 59 por ciento del total. Mientras, para los países africanos, el poder de voto aumentará un magro 0,5 por ciento, a un total de 6,5 por ciento aproximadamente.
El equilibrio de poder en el FMI no cambiará con esta medida, y los países industrializados mantendrán su control sobre las decisiones de la institución. Además, la revisión de la fórmula de cuotas podría impactar negativamente en los derechos de votación de muchos países de bajos y medianos ingresos.
El tercer elemento de la propuesta, un rediseño de la fórmula que determina el poder de votación, fue objeto de acalorados debates. La última vez que los miembros de Fondo intentaron acordar una modificación de la fórmula, las discusiones se paralizaron. Si prospera la preferencia de Estados Unidos por una fórmula de cuotas basada casi enteramente en el producto interno bruto (PIB) de los miembros a tipos de cambio del mercado, entonces los derechos de votación de Nigeria, Indonesia, Venezuela, Malasia, Sudáfrica y casi todos los restantes países africanos disminuirán.
Los países industrializados parecen determinados a desperdiciar esta oportunidad de reforma impulsando cambios meramente estéticos. El incremento de los votos básicos es solo simbólico y no tendrá ningún efecto sustancial en la desigualdad de los procesos de decisión del FMI.
Organizaciones no gubernamentales (ONG) británicas como Oxfam, ActionAid, Christian Aid y otras respaldaron una propuesta de reforma integral y exigieron cambios radicales en el FMI, y no pequeños ajustes de cuotas dentro del proceso de dos etapas propuesto.
La gobernanza del FMI exige una reelaboración fundamental para ponerse en línea con los principios democráticos considerados aceptables a nivel nacional. Estos principios debieron ser parte de un paquete integral que también se ocupara de la composición de la Junta de Gobernadores y de la falta de transparencia de la institución.
Un análisis de la resolución aprobada por la Junta revela que el incremento inmediato de la cuota ad hoc para China, Corea del Sur, Turquía y México se limitaría a un tercio de la brecha entre sus cuotas actuales y sus cuotas calculadas.
A los efectos de evitar que el cambio afecte adversamente el poder de votación de los países de bajos ingresos, la resolución incluye disposiciones para al menos duplicar los “votos básicos”, es decir, los votos asignados a cada país por el solo hecho de ser miembro.
Esto pareció satisfacer las demandas de los ministros africanos de Finanzas, que se reunieron en Mozambique a principios de agosto. Su comunicado establece que el incremento de los votos básicos “es la alternativa que queda para proteger los intereses de África en el proceso de revisión de cuotas”.
Un memorando filtrado de los tres directores ejecutivos africanos del FMI, de fecha 28 de agosto, reveló su indignación porque en un proyecto de resolución se establecía que el incremento del voto básico tendría que esperar dos rondas de incrementos de la cuota ad hoc y una enmienda de la fórmula de cuotas.
Durante esa espera, la tenue voz de los países africanos en el FMI se debilitaría aún más. Por eso, los gobiernos africanos inicialmente instruyeron a sus ministros de Finanzas para que rechazaran el proyecto de resolución y pidieron apoyo a Europa para esta posición. Sin embargo, al parecer fueron aplacados por una modificación de último minuto a la resolución, la cual establece que la segunda ronda de incrementos de la cuota ad hoc tendrá que esperar a la resolución de la cuestión de los votos básicos.
Sin embargo, el incremento de los votos básicos no modificará el equilibrio de poder en el FMI ni cambiará la fuerza relativa de ninguno de sus miembros.
Un documento preparado por el departamento financiero del FMI en setiembre de 2005 indicó que un incremento de los votos básicos “podría ser insuficiente para aplacar preocupaciones más amplias sobre el poder relativo de voto de miembros o grupos de miembros”.
Según el documento, aun un incremento de los votos básicos a 10 por ciento del total (en las actuales discusiones, el aumento varía entre 4,2 y 6,3 por ciento) otorgaría a economías avanzadas 56,8 por ciento de los votos, frente al 60,6 por ciento que tienen actualmente.
Ranjit Bannerji, asesor de la delegación india en el FMI, se mostró escéptico: “En cualquier nueva fórmula en que el PIB tenga un peso preponderante, los europeos perderán mucho”, dijo.
Además, el incremento en los votos básicos no tendría lugar de inmediato, ya que precisaría una modificación al Convenio Constitutivo del FMI, un largo proceso que requiere la aprobación de los parlamentos nacionales. El Congreso de Estados Unidos es notoriamente reticente a aceptar incrementos de cuotas en el FMI.
Daniel Bradlow, profesor de la American University, duda de la utilidad de cualquier incremento de los votos básicos. “Solo tendrá un impacto limitado sobre el poder de opinión de los países de bajos ingresos, en particular los de África, en el FMI”, declaró.
Ngaire Woods, de la Universidad de Oxford, coincidió con esto. Aumentar los votos básicos “no logrará el objetivo de ampliar la participación y construir coaliciones en la institución”, opinó.
Bannerji estuvo de acuerdo con estas opiniones y se manifestó partidario de la propuesta del Grupo de los 24 (G-24), que sugiere cambios en la forma de cálculo de las cuotas. “Los africanos ganarían mucho más si se adoptara una nueva fórmula de cuota basada en el PIB que tuviera en cuenta los términos y la variabilidad del poder adquisitivo (incluida la variabilidad debida a la fluctuación de los precios de los productos básicos). Pero los europeos no obtendrán nada de esto”, dijo.
Una alianza de más de 40 organizaciones de la sociedad civil europea propuso reformas más radicales que las discutidas en círculos oficiales. Su declaración abierta reclama una reestructuración para adecuar la gobernanza de la institución a las normas consideradas aceptables a nivel nacional.
Como medida interina hacia ese objetivo de largo plazo, la alianza apoya un cambio inmediato a un sistema de voto por doble mayoría, por el cual cualquier decisión debería contar con el apoyo de la mayoría de los países miembros y la mayoría de los votos.
En este sistema, los países ricos con la mayoría de los votos no podrían imponer decisiones, como tampoco podría hacerlo un grupo poco representativo de países pequeños y pobres.
Esto sería mucho más fácil que tratar de diseñar una fórmula de cuotas que satisfaga a todos los países interesados en la reforma del FMI.
Además, las organizaciones de la sociedad civil reclamaron modificar el acuerdo por el cual el máximo cargo del FMI siempre queda en manos de un europeo y también plena transparencia, incluso la publicación de las transcripciones y votaciones de las reuniones del directorio.

------------ Peter Chowla es director político del Bretton Woods Project [www.brettonwoodsproject.org], una red británica de ONG que incluye a Oxfam, ActionAid, Christian Aid, One World Trust y New Economics Foundation.




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