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   Nº 209 - octubre 2006
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Instituciones Financieras Internacionales


Nº 209 - octubre 2006

Sociedad civil critica resultado de reunión de FMI y Banco Mundial

por Celine Tan

Representantes de la sociedad civil criticaron los resultados de las reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial, que terminaron el 20 de setiembre en Singapur. Consideraron que esos resultaron son menos que insuficientes para enfrentar los enormes problemas de inestabilidad financiera, deuda, pobreza y desequilibrio económico que azotan al mundo hoy en día. También criticaron la falta de democracia y participación, manifestada en el escandaloso tratamiento que recibieron en las reuniones de Singapur, así como la falta de cambios básicos en las estructuras de toma de decisiones de ambas instituciones, pese al cariz positivo que la Secretaría del FMI intentó dar a la decisión de la Junta de Gobernadores del organismo multilateral de aumentar las cuotas de cuatro países.

Las ONG manifestaron su opinión sobre las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, que que se celebraron en Singapur, en una conferencia de prensa ofrecida en el sitio de la reunión, donde lanzaron el informe 2006 de Social Watch*, producto de investigaciones de todo un año de más de 300 grupos de la sociedad civil de unos 60 países. A la reunión asistieron representantes de la prensa, ONG y algunas delegaciones gubernamentales.
Roberto Bissio, coordinador de Social Watch, criticó al FMI y el Banco Mundial por no garantizar la seguridad ni la participación de representantes de ONG en las reuniones. Asimismo, consideró escandaloso que las autoridades de Singapur pudieran determinar en forma unilateral qué ONG podían entrar al país para participar en las reuniones, y que detuvieran e interrogaran a muchas personas, además de deportar a otras.
Los esfuerzos de ambas instituciones en los últimos años por involucrar a la sociedad civil sufrieron un grave revés, afirmó Bissio, no solo por el tratamiento deshonroso de parte de las autoridades de Singapur que organizaron las reuniones, sino también por la falta de liderazgo del FMI y el Banco Mundial para garantizar que los activistas no fueran detenidos ni deportados y que pudieran participar, ya fuera en eventos en la sede de las reuniones principales o en eventos de sus propias ONG. Quizá el daño sea irreparable, dado que las ONG están indignadas y totalmente desilusionadas por la experiencia de Singapur, agregó.
En una “reunión municipal” de ONG con el director gerente del FMI y el presidente del Banco Mundial antes del comienzo de las reuniones anuales, Bissio había dicho a los líderes de ambas agencias que el tratamiento dado a las ONG era totalmente inaceptable y los había desafiado a cambiar la sede de las reuniones, en vista de la negativa de las autoridades de Singapur a cumplir sus obligaciones como anfitrionas.
El director de la Red del Tercer Mundo, Martin Khor, señaló que un sistema multilateral de finanzas y desarrollo tiene funciones vitales, pero que el Banco Mundial y el FMI no cumplen esas funciones, y en cambio han contribuido a varios problemas de la actualidad.
Debido a las graves fallas del sistema financiero mundial, las finanzas no sirven a la economía real a los efectos de canalizar ahorros para una inversión productiva que conduzca a la generación de empleo y la satisfacción de las necesidades básicas, sino que se han vuelto un instrumento de especuladores. Como resultado, existe muy poca correlación entre el capital financiero y la economía real, y esto trastorna el sistema financiero internacional y se manifiesta en crisis e inestabilidad en países en desarrollo, añadió.
El FMI fue creado para asegurar la estabilidad financiera mundial y originalmente supervisaba un sistema que regulaba los flujos internacionales de capital y fijaba tipos de cambio. Sin embargo, a principios de la década del setenta abandonó ese marco y contribuyó en cambio a una aceleración de la liberalización financiera que permitió flujos volátiles de fondos y generó crisis en todo el mundo.
Según Khor, el FMI debería retomar su tarea original de velar por la estabilidad financiera y monetaria, y dejar de hacer recomendaciones y fijar condiciones relacionadas con cuestiones estructurales y de desarrollo. No solo esta última tarea no estaba en su mandato original, sino que el FMI no estaba en condiciones de asumirla y, por tanto, cometió enormes errores que tuvieron un alto costo para muchos países en desarrollo.
Debido a la desequilibrada distribución de acciones y votos que ha favorecido abrumadoramente a los países industrializados, ambas instituciones pudieron imponer condiciones políticas en una creciente cantidad de áreas. Dado que la mayoría de las políticas eran inadecuadas para el desarrollo, muchos países del Sur sufrieron estancamiento económico o recesión.
Después de más de dos décadas de malas experiencias y crueles condiciones, la mayoría de los países en desarrollo tienen pavor a pedir dinero al FMI, y cada vez más tratan de reembolsar sus créditos para liberarse de la dependencia y la condicionalidad. Como resultado, el FMI atraviesa una crisis financiera y de legitimidad, y esto decidió a la Secretaría de la institución a lanzar la llamada reforma de cuotas, en la esperanza de volver a atraer a los países en desarrollo.
Sin embargo, dijo Khor, la decisión adoptada en esta reunión no produjo ningún cambio básico, dado que solo se aumentó la cuota de cuatro países y aun así en un monto minúsculo, mientras que la cuota de otros países en desarrollo en realidad se redujo.
Aun si se implementara la propuesta segunda fase de reformas, sería improbable que los países industrializados, que controlan la gran mayoría de los votos, aceptaran ceder su control dominante, y los países en desarrollo solo lograrían un progreso marginal, mientras que algunos saldrían perdiendo.
La incapacidad de llegar a un acuerdo podría extender las negociaciones muchos años más. Mientras, hay muchos problemas relacionados con las finanzas y el desarrollo que requieren atención y acción, pero es improbable que se resuelvan.
Esta opinión fue compartida por el ex corredor financiero Sony Kapoor, actual asesor político de la organización humanitaria Christian Aid. Según Kapoor, la inestabilidad del sistema financiero internacional se debe a que las decisiones sobre mercados de capital ya no se basan en fundamentos económicos sino en el sentimiento del mercado, y los incentivos para participar en el sistema financiero son impulsados en gran medida por la necesidad de obtener ganancias a corto plazo, a expensas de objetivos de desarrollo de largo plazo.
Las finanzas, en lugar de facilitar la economía real, han evolucionado para servir a sus propios intereses, dado que se ha vuelto más rentable hacer dinero por medio de transacciones financieras que participando en la economía real. Esto es perjudicial para los países en desarrollo que no controlan los instrumentos financieros internacionales, observó Kapoor.
La actual discusión sobre las cuotas ha distorsionado el panorama del problema real, que es la falta de poder de decisión de los países en desarrollo y de una arquitectura financiera internacional adecuada, agregó.
El problema de la arquitectura mundial se ha reducido al papel del FMI y del Banco Mundial, y la cuestión de la gobernanza de ambas instituciones se ha reducido a las cuotas de los países. A la vez, la cuestión de las cuotas se ha reducido a si las actuales acciones de los miembros son proporcionales a su poder económico o su producto interno bruto (PIB), en lugar de considerar otros criterios como los efectos del sistema financiero sobre los países, en cuyo caso los países más pobres tendrían más acciones.
El actual ejercicio de reforma de las cuotas probablemente tenga muy escaso efecto sobre la gobernaza de las instituciones de Bretton Woods y el sistema financiero, igual que sobre la vida de la gente común en países en desarrollo, opinó Kapoor.
Los panelistas coincidieron en que la principal causa de la falta de recursos para el desarrollo internacional es que los pobres han terminado por subsidiar a los ricos en un sistema asimétrico de transferencias financieras, agravado por las normas injustas de comercio. Esto es exacerbado por la falta de representación de los países pobres en el comercio y en las instituciones que controlan ese comercio y el régimen financiero.
Los panelistas también se refirieron a varios capítulos del informe de Social Watch. La actividad principal de la red de Social Watch es la vigilancia del progreso (o de la falta de progreso) en la implementación de los objetivos de desarrollo acordados en varias cumbres recientes de la Organización de las Naciones Unidas.
El informe anual de Social Watch desafía a los indicadores de desarrollo humano utilizados en otros informes (oficiales) y ofrece un marco alternativo para analizar el progreso de los países en diversas áreas de desarrollo.
El informe 2006 de Social Watch destaca el hecho de que los flujos financieros de países en desarrollo a países industrializados contrarrestan los flujos de sentido inverso, debido a la naturaleza asimétrica de la arquitectura financiera internacional y al desequilibrio del sistema comercial. Asimismo, señala que en lugar de contrarrestar los flujos negativos de fondos, el FMI y el Banco Mundial han contribuido a esa tendencia, dado que en los últimos años los países en desarrollo han tenido que pagar más a esas instituciones de lo que han recibido de ellas.
Estas transferencias negativas netas de fondos de las dos instituciones han hecho que ambas dejaran de contribuir a la financiación del desarrollo.
En los últimos veinte a treinta años, los países del Sur han sufrido la salida de su dinero “bajo la forma de pagos de intereses de la deuda, relaciones comerciales injustas y masivas ganancias extraídas de sus economías por grandes empresas extranjeras”, dice el informe, que reclama una reelaboración de la arquitectura financiera internacional y el sistema de comercio actuales.
“Desde 1984, las transferencias netas a países en desarrollo (el resultado de entradas y salidas bajo la forma de servicio de la deuda) han sido negativas, salvo en tres años”, observa el informe. Por ejemplo, en 2003, los países de bajos ingresos recibieron donaciones por unos 27.000 millones de dólares, pero al mismo tiempo, pagaron 35.000 millones por concepto de servicio de la deuda. Mientras, la deuda de África subsahariana aumentó en 220.000 millones de dólares, pese a que la región reembolsó 296.000 millones de los 320.000 millones que recibió en préstamo desde 1970.
Esta situación es exacerbada por prácticas y normas comerciales injustas, que obran en contra de los países en desarrollo. Las restricciones comerciales de los países ricos cuestan a los países en desarrollo unos 100.000 millones de dólares al año, mientras que los países de África subsahariana pierden 2.000 millones de dólares al año debido a las políticas proteccionistas del Norte.
Mientras, más de 60 por ciento del comercio internacional está constituido por intercambios intraempresariales, es decir, entre filiales de firmas multinacionales que explotan la globalización de la economía mundial y canalizan dinero a través de prácticas como la facturación falsa y los precios de transferencia, además de aprovechar paraísos fiscales y jurisdicciones con bajos impuestos.
El informe indica que entre 200.000 y 350.000 millones de dólares se transfieren hacia fuera de países en desarrollo por medio de tales mecanismos. Esto se agrava por el hecho de que unos 11.500 billones de dólares de la riqueza privada de los ciudadanos más acaudalados del mundo están actualmente en paraísos fiscales, en su mayor parte no declarados ni gravados en sus países de residencia.
Las conclusiones del informe Social Watch contradicen la percepción común de que los países ricos del Norte financian el desarrollo del Sur, y en cambio demuestran la verdadera fuga de recursos del Sur al Norte.
Esta idea fue plasmada en la metáfora de una cascada utópica en que “el agua que parece caer en realidad fluye hacia arriba, contra toda lógica”. Según el informe, por cada dólar que entra en países en desarrollo, salen 10 por fuga de capitales. Se estima que estos países pierden más de 500.000 millones de dólares al año por concepto de “salidas ilegales de fondos que no son declarados a las autoridades ni pagan impuestos”.
Esta situación asimétrica ha menguado la capacidad de los países en desarrollo de generar recursos suficientes para satisfacer las necesidades básicas de sus ciudadanos, además de exacerbar las desigualdades de ingresos entre y dentro de países.
Salvo en China e India, la pobreza de hecho aumentó en el último decenio, y actualmente más de mil millones de personas viven con menos de un dólar al día, mientras 2.600 millones viven con menos de dos dólares al día, observa el informe.
Estas cifras se vuelven más sombrías cuando se consideran países individuales, ya que muchos presentan altos niveles de pobreza persistente, pese al aumento de la afluencia de ayuda. Por ejemplo, en Bangladesh, Uganda y Zambia, la pobreza se ha estancado en 36, 85 y 64 por ciento, respectivamente, calculada a lo largo de dos períodos, entre 1990 y 1994 y entre 1999 y 2000.
Social Watch considera que el Banco Mundial y el FMI son en gran medida cómplices de la fuga de fondos de países en desarrollo a países industrializados. Desde 1991, las transferencias netas (desembolsos menos reembolsos menos pago de intereses) realizadas por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), la filial del Banco Mundial que otorga créditos a países de medianos ingresos, han sido negativas, y desde 2002, los desembolsos netos también han sido negativos. Por lo tanto, “en conjunto, el BIRF no realiza ninguna contribución a la financiación del desarrollo, salvo la financiación del servicio de sus reclamos pendientes”, afirmó Yilmas Akyuz, uno de los autores del informe.
Al mismo tiempo, el servicio para el crecimiento y la lucha contra la pobreza (SCLP) del FMI, que presta fondos a países de bajos ingresos, es el único instrumento que la institución utiliza para desembolsar ayuda para el desarrollo a países del Sur, y esa ayuda se limita a 9.900 millones de dólares o 10 por ciento del total de créditos pendientes del FMI.
Asimismo, el FMI experimenta una transferencia neta negativa de recursos de países en desarrollo, dado que algunos países de medianos ingresos le han pagado su deuda antes del vencimiento. Esta situación dejó al FMI en crisis y en necesidad de reformas, como la relacionada con la gobernanza de la institución, para recobrar su legitimidad.

---------- * El informe de Social Watch, titulado “Impossible Architecture: Why the Financial Structure is Not Working for the Poor and How to Redesign it for Equity and Development”, se encuentra en: www.socialwatch.org/en/informeImpreso/tablaDeContenidos2006.htm




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