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Finanzas Internacionales


Nº 206 - julio 2006

Estados Unidos monitorea las transacciones financieras

Vigilancia sobre la economía global

por Eduardo Gudynas

Desde hace casi cinco años, las agencias de seguridad de Estados Unidos están recopilando información sobre el flujo de dinero realizadas por medio de SWIFT, el organismo internacional que maneja la información que hace posible las transacciones de dinero.

La comunidad financiera internacional se ha enterado que el gobierno de George W. Bush montó un programa para obtener información sobre las transacciones mundiales de dinero que se realizan entre instituciones bancarias. El objetivo de este programa era acceder a los bancos de datos del organismo internacional que sirve de intermediario central a las transferencias diarias que realizan bancos, corredores de bolsa, servicios de cambio, fondos y hasta los particulares.

Este nodo global es la Sociedad Mundial de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias (SWFIT, por su sigla en inglés, que corresponde a Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication). Este nombre es conocido por muchos latinoamericanos, ya que deben ingresar un código denominado SWIFT cuando giran dinero desde un banco a otro, lo que implica que su transacción pasa por esta institución global, y que por lo tanto esa operación pudo haber sido monitoreada por el gobierno de Estados Unidos.

SWIFT es, sorpresivamente, una cooperativa con sede en Bruselas (Bélgica), y a pesar de que su sigla es manejada por muchas personas, poco se sabe sobre la estructura y operación de la institución. Pero su relevancia es notable: este servicio maneja transferencias internacionales de dinero por unos seis billones de dólares por día.
La recopilación de esa información comenzó pocas semanas después del ataque terrorista del 11 de setiembre de 2001, y tenía por objetivo rastrear las fuentes de financiamiento de grupos terroristas. El procedimiento se mantuvo en secreto por todos estos años hasta que fue revelado en la prensa, en particular en un artículo de E. Lichtblau y J. Risen publicado en The New York Times el 23 de junio.

El papel de Swift

SWIFT maneja unos 900 millones de mensajes financieros por año, con un promedio diario de 11 millones de mensajes. Este número está en expansión, creciendo a un promedio del 13 por ciento anual. En su seno participan 205 países, tiene 2.328 instituciones miembros y registra un total de casi 8.000 usuarios.

SWIFT es el nodo clave en las transacciones financieras internacionales, y opera del siguiente modo: cuando una persona desea enviar dinero a la cuenta bancaria de otro individuo en otro país, instruye a su banco sobre el nombre del destinatario, número de cuenta y nombre del banco (al que corresponde un código llamado SWFIT). El “banco emisor” envía instrucciones a SWIFT en Bruselas con todos esos datos de la cuenta de destino, y ese centro a su vez contacta al banco destinatario para confirmar la operación. Es importante advertir que SWIFT no envía el dinero sino que maneja la información entre los bancos. Cuando el “banco receptor” acepta la transferencia, el “banco emisor” enviará el dinero directamente por sus propios canales.
SWIFT es, por lo tanto, una vía de paso clave para la información de las transferencias de fondos a nivel internacional. El acceso a esa base de datos permite rastrear el origen del dinero que se envía de un país a otro, los bancos involucrados, las cuentas bancarias utilizadas y sus datos de identificación.

SWIFT es usado por prácticamente todos los bancos importantes, pero también las agencias y empresas que manejan fondos de inversión, acciones y otros valores. La cooperativa es dirigida por Jaap Kamp (presidente) y Leonard H. Schrank (director ejecutivo). Posee un consejo de dirección de 25 miembros donde participan instituciones de todo el mundo, y un comité de evaluación constituido por representantes de los bancos centrales de las diez mayores economías (los que incluyen el Banco de Canadá, Deutsche Bundesbank, el Banco Central Europeo, Banque de France, Banca d’Italia, Bank de Japón, Banco de Holanda, Banco de Suecia, Banco Nacional de Suiza, Banco de Inglaterra y la Reserva Federal de Estados Unidos), y la asistencia del Banco Nacional de Bélgica (más informaciones en www.swift.com).

Vigilancia en la economía global

Como casi todas las transacciones de fondos internacionales pasan por SWIFT, los servicios de inteligencia de Estados Unidos la consideraron la “piedra Rosetta del mundo financiero”. Según las investigaciones de The New York Times, aunque la CIA propuso acceder a la información subrepticiamente, el Departamento del Tesoro optó por un pedido formal a SWIFT. Se obtuvo el acceso a los datos y las actividades fueron entonces manejadas por la CIA en coordinación con el Departamento del Tesoro y con la participación del FBI.

Si bien la revelación de esta vigilancia desató una fuerte polémica, la administración Bush ha defendido la iniciativa y la considera legal. Su escala y cobertura es impactante: es una inspección sobre los movimientos de dinero de personas y empresas a nivel planetario. A pesar de haber sido presentada como una medida de emergencia, ha estado en operación por casi cinco años y existe mucha preocupación en tanto un gobierno está accediendo a información personal sobre transacciones financieras. Sin embargo, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos considera que las leyes que protegen la privacidad individual no son aplicables sobre SWIFT ya que no es un banco sino un servicio de mensajería financiera.

Washington sostiene que se aplicaron pedidos oficiales para lograr los datos, pero sin embargo parece ser que las requisitorias eran amplias y genéricas. Eso alimenta la preocupación de un abuso frente a esta masa enorme de informaciones. The New York Times revela que los ejecutivos de SWIFT intentaron terminar con esa intervención cancelando el acceso a sus datos, pero se mostraron preocupados por las implicancias legales, y terminaron accediendo luego que altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos, incluido el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, intervinieron en el tema.
Por su lado, SWIFT emitió un comunicado donde señala que únicamente transmite mensajes entre instituciones financieras, y que esos mensajes son realizados y controlados por las instituciones que los envían y reciben. Pero su informe anual señala que colabora de buena fe con autoridades como bancos centrales y departamentos del tesoro, agencias policiales y organismos internacionales, entre ellas la FATF (el grupo de trabajo sobre acción financiera, un grupo intergubernamental que diseña medidas para combatir el lavado de dinero). A pesar de indicar que las transacciones que manejan constituyen información confidencial, también advierte que no comenta sobre los pedidos que recibe (y concede) de acceder a sus datos. En otras palabras, el consorcio dice que es apenas un mensajero y aunque asegura privacidad, en caso de violar ese compromiso deja en claro que nunca le informará.

Días después que estalló esta polémica se supo que el comité de evaluación de los bancos centrales del G-10, así como el Banco Nacional de Bélgica, estaban al tanto de estas operaciones. Todos ellos optaron por escudarse en ambigüedades legales, y en tanto SWIFT tiene oficinas en Bruselas pero también en Estados Unidos se abren muchas incertidumbres normativas. De todos modos, el Parlamento Europeo emitió una declaración condenando todo este esquema de acceso a la información. Este hecho se inserta, además, en la agria polémica europea contra los vuelos secretos de la CIA con prisioneros y que tenían escalas en diferentes países de ese continente.

Entretanto, el debate en Estados Unidos recorre caminos contradictorios. Esto se debe a que varios analistas defienden el procedimiento, mientras que muchos de los que lo condenan apuntan a la violación de la privacidad de ciudadanos de Estados Unidos, pero no parece preocuparles mucho esa violación en instituciones y personas de otras naciones. Sin embargo, es evidente que éste es un nuevo ejemplo de la actual globalización, donde la vigilancia ya se hace a escala planetaria.

Principales usuarios de SWIFT en América Latina.
Se incluye Estados Unidos como comparación.
Basado en los usuarios de WSIFT NetFIN (los mensajes más complejos y con mayor seguridad dentro de esta red), según el reporte anual de SWIFT 2005 “Raising ambitions”.

País Bancos Miembros Instituciones conectadas Total de mensajes enviados y recibidos
Brasil  25     80   3.438
Argentina  19     49   9.788
Colombia  18     24   2.026
Venezuela  12     42   5.215
México  10     30  10.171
Chile   9     29   6.038
Estados Unidos 107    588 860.385


La Dirección de SWIFT

El Consejo de Dirección de SWIFT está integrado por: Jaap Kamp (que proviene del ABN AMRO Bank), Yawar Shah (JP Morgan Chase Bank), Roland Böff (Bayerische Hypo- und Vereinsbank, Alemania), Arthur Cousins (Standard Bank de Sud Africa), Pascal Deman (Fin-Force, Bélgica), Erik Dralans (ING Bank), Finn Otto Hansen (DnB NOR Bank de Noruega), Takashi Kimori (Bank of Tokyo-Mitsubishi), Yves Maas (Credit Suisse), Jacques-Philippe Marson (BNP Paribas de Francia), Lynn Mathews (CLS Services, Australia), Maurizio Mistura (Società Interbancaria per l’Automazione de Italia), Raymond Parodi (Citibank), Martin Read (Bank of Nova Scotia, Canadá), Alfredo Rodríguez Pinilla (Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, España), André Roelants (Clearstream International , Luxemburgo), Marilyn H. Spearing (HSBC, Inglaterra), Roger T. Storm (Skandinaviska Enskilda Banken, Suecia), Jee Hong Yee-Tang (Asociación de Bancos de Singapur), Y. B. Yeung (Hong Kong and Shanghai Banking Corporation), Stephan Zimmermann (UBS Suiza), John Ellington (Banco Real de Escocia, Reino Unido), Wolfgang Gaertner (Deutsche Bank, Alemania), Günther Gall (Raiffeisen Zentralbank, Austria) y Jean-Yves Garnier (Natexis Banques Populaires, Francia).
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Eduardo Gudynas es analista en D3E CLAES – www.economiasur.com




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