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Nª 200-201 enero/febrero 2006

Declaración de la Red del Tercer Mundo

Poco para celebrar con los resultados de Hong Kong

Luego de prolongadas negociaciones, la Unión Europea finalmente acordó eliminar los subsidios a la exportación para fines del 2013. Pero esto no resulta suficiente. Los mismos se deberían haber eliminado hace muchos años. El plazo fijado para fines de 2010, aceptado por todos los demás, hubiera sido lo mínimo pero la Unión Europea no estuvo de acuerdo.
Los resultados de Hong Kong no han contribuido a reducir la pobreza causada por la alta protección de los mercados en los países industrializados y los masivos subsidios. Éstos han conducido a años de inundación de mercados con productos agrícolas artificialmente baratos, lo cual ha afectado tanto a los productos como a los medios de sustento de los agricultores en el mundo en desarrollo.
La conferencia en Hong Kong hubiera sido más significativa si se hubieran adoptado decisiones que condujeran a reducciones sustanciales, a niveles por debajo de los actuales, en el total de subsidios internos o de aquellos que se hayan decidido aplicar. O si se hubiera adoptado una disciplina seria en materia de subsidios del compartimento verde con la finalidad de que el apoyo interno se viera realmente disminuido. Esto no sucedió.
La victoria obtenida por los productores de algodón de países en desarrollo es muy limitada. Al tiempo que los subsidios a la exportación serán eliminados en 2006, esto sólo representa una pequeña porción de la distorsión del comercio. No se ha acordado ninguna medida con respecto a los subsidios internos que distorsionan el comercio y que ascienden a aproximadamente a 3.800 millones de dólares o a 80-90 por ciento del apoyo total de Estados Unidos al algodón. Los subsidios internos también constituyen casi la totalidad de los subsidios al algodón en Europa.
La decisión de Hong Kong es mísera y sólo respalda el objetivo de que, “como resultado de las negociaciones, los subsidios internos a la producción algodonera que resultan distorsionantes del comercio deberían ser reducidos”. La respuesta de la Asociación de Algodoneros Africanos es que “no se ha presentado ninguna propuesta concreta con respecto a la demanda más esencial”.
Los países menos adelantados, a los que se ha sometido a una interminable retórica y a quienes esta reunión ministerial se suponía que debía defender en primer término, han quedado con mucho menos de lo que se les había prometido. Los mismos habían solicitado un derecho consolidado y acceso al mercado libre de cuotas a los mercados de países ricos para todos los productos y países menos adelantados. En la versión preliminar no se concede un compromiso consolidado. También se incluye una cláusula de escape por la que los países que enfrenten dificultades para otorgar dicho acceso al mercado podrán conceder acceso a 97 por ciento de los productos. Esta cláusula de escape permite a los países industrializados continuar protegiendo a los “productos sensibles” que representan una ventaja en materia de exportación para los países menos adelantados, tales como productos textiles, vestimenta, arroz, azúcar, productos relacionados con el cuero y la pesca.
En lo que refiere a otros temas de tratamiento diferencial y especial no se reconoce ganancia alguna. Tampoco se registran avances sobre las propuestas de los países en desarrollo en lo que respecta a temas de implementación. En Hong Kong se confirmó que los “temas de desarrollo” consignados en Doha han sido arrumbados en un rincón.
El peor acuerdo es el que refiere a servicios y al acceso al mercado para productos no agrícolas (NAMA). El controvertido Anexo C sobre servicios que no recibió consenso en Ginebra y que fue acaloradamente discutido en Hong Kong (rechazando la mayoría de los países en desarrollo sus disposiciones clave durante casi todo el transcurso de la Conferencia) se mantiene fundamentalmente igual. Se han orientado las modalidades de las negociaciones del GATS en la dirección exigida por la Unión Europea y otros países industrializados. Se han acordado nuevos métodos de negociación (plurilateral, sectorial, modal) que habrán de erosionar la flexibilidad al alcance los países en desarrollo para liberalizarse sólo en los sectores que los mismos escojan y en la medida en que estos lo deseen.
La propuesta alternativa sobre servicios de más de 100 países en desarrollo no se vio reflejada en la Declaración Ministerial. Los cambios propuestos al texto por parte de los países en desarrollo fueron rechazados. En cambio, fueron adoptadas las modificaciones sugeridas por la Unión Europea. El resultado es que los países industrializados van a intensificar sus esfuerzos luego de Hong Kong para que los países en desarrollo se vean presionados a liberalizar 19 sectores de servicios de amplio alcance.
Con respecto al NAMA, la fórmula suiza fue confirmada por los ministros. Por primera vez en el sistema de comercio multilateral, los países en desarrollo deberán someterse a una fórmula de reducción de aranceles, y a una severa fórmula suiza a ese respecto, y lo que es peor, sobre una base línea por línea (afectando todos los productos). Las flexibilidades y exoneraciones son mínimas y aún éstas se encuentran amenazadas. El tratamiento de los aranceles no consolidados –utilizando las tasas aplicadas como base, lo cual nunca antes se había realizado y no debería realizarse– ha sido adoptado por los ministros. El conjunto de todos estos elementos produce un efecto devastador sobre las perspectivas de desarrollo industrial de los países en desarrollo.
La base de estos problemas radica en las intensas presiones que tanto antes como durante la reunión en Hong Kong los países industrializados han ejercido sobre los países en desarrollo para que liberalicen aún más sus sectores agrícolas, de productos industriales y de servicios. Los países industrializados deben poner fin a estas presiones y permitir que los países en desarrollo cuenten con sus propias políticas y adopten las medidas necesarias para proteger sus propias empresas y haciendas a fin de cumplir con sus objetivos de desarrollo sostenible. En Hong Kong los países en desarrollo perdieron un mayor espacio para sus políticas.




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