Nº 199 – Diciembre 2005
América
“Así se vive el libre comercio”
por
Paola Visca
Diversas organizaciones de la sociedad civil se reunieron en noviembre en Mar del Plata con motivo de la Cumbre de las Américas. En el taller “Así se vive el Libre Comercio” se intercambiaron experiencias acerca de los impactos que los acuerdos comerciales han producido en distintos países de América Latina. Si bien las realidades regionales son muy diversas, hubo coincidencia en que los tratados de libre comercio han perjudicado y empobrecido a los países en los que ya están vigentes, y lo harán en los que están a la espera de implementación.
El analista político chileno Martín Pascual participó en el taller “Así se vive el libre comercio”, que tuvo lugar en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata. Expuso sobre la política comercial de su país, no sólo respecto al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, sino también a otros acuerdos que el gobierno de Ricardo Lagos ha negociado en los últimos años. Por ejemplo, hace sólo cuatro días se firmó el Tratado de Libre Comercio con China, el primero de ese tipo que firma el país asiático. El gobierno chileno también ha firmado acuerdos con Canadá, México, Corea y la Unión Europea. Por otro lado, Chile es uno de los pocos países, junto con Estados Unidos y México, que pretendió dar un impulso al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en la cumbre de Mar del Plata. Esta posición es una de las que alejan a Chile de otros países sudamericanos.
Según Pascual, Chile siguió dos etapas en su apertura comercial. La primera, de corte unilateral, en la época de la dictadura militar (1973-1990), cuando se reducen los aranceles y se liberaliza el ingreso de mercancías. La segunda, cuando asumen el poder los gobiernos democráticos, que sin embargo siguieron las pautas neoliberales, más allá de algunas compensaciones sociales. Así comienza la apertura pactada, la que los políticos justifican diciendo que como Chile ya había hecho el gasto con la apertura unilateral era importante aprovechar eso y seguir hacia adelante en las condiciones de la economía global actual.
El Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos contiene prácticamente todos los capítulos del ALCA, como por ejemplo secciones dedicadas a inversiones, movilidad de capitales, compras gubernamentales y servicios. La mitad de los capítulos del tratado son comerciales, pero el resto abordan esos otros temas. Algunas de las nuevas regulaciones han tenido como consecuencia desmontar o anular mecanismos que se consideraban muy ventajosos. Por ejemplo, cuando tuvo lugar la crisis asiática sus efectos no golpearon a Chile con la intensidad que afectó a otras naciones, debido a la aplicación de normativas que exigían una tasa de encaje de 30 por ciento a los capitales que ingresaban al país y además los obligaba a que permanecieran un año dentro de la economía local. Sin embargo, una vez entrado en vigor el tratado con Estados Unidos, esta protección desapareció. Chile pasó a ser un país vulnerable a los capitales golondrina. Así como sucedió en el ámbito financiero, otros cambios en la legislación económica fueron provocados por la puesta en funcionamiento del Tratado de Libre Comercio.
Otro de los temas controvertidos con respecto al tratado es el capítulo de las inversiones, que guarda muchas semejanzas con la normativa del capítulo 11 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Se establece que el inversor tiene trato nacional, lo que significa que no se le puede discriminar bajo ningún concepto respecto de los inversores nacionales y que los extranjeros tienen la posibilidad de demandar al Estado ante un tribunal internacional. Afortunadamente, el cobre y el petróleo son dos sectores donde se mantiene una fuerte presencia estatal, a pesar de las ambiciones de varias empresas transnacionales. Con las compras gubernamentales sucede otro tanto: dichas compras deben ser licitadas obligatoriamente entre oferentes nacionales y extranjeros, y por lo tanto el gobierno pierde la oportunidad de favorecer a sus propios proveedores y a su propia industria. En ambos casos, el hecho de que exista reciprocidad no favorece precisamente al país sudamericano, que en términos de capacidad de competencia con las empresas estadounidenses está en situación desventajosa.
Pero no sólo los países del Sur sufren las consecuencias de los acuerdos comerciales establecidos con Estados Unidos. Incluso Canadá enfrenta problemas dentro del tratado que comparte con Estados Unidos y México. Un participante canadiense relató ejemplos sobre cómo el país más rico del mundo suele incumplir los compromisos comerciales asumidos con sus propios socios. Ése fue el caso de las exportaciones madereras que realiza Canadá, donde los impuestos aplicados por Estados Unidos al ingreso de esos productos ascienden a miles de millones de dólares, demostrando que el supuesto “libre” acceso al mercado estadounidense no es tal. Tampoco respeta las resoluciones que en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC) le son aplicadas, como cuando los tribunales internacionales fallan contra ellos. Esos y otros casos indican que los acuerdos comerciales regionales y globales funcionan para los más fuertes.
Un dato interesante respecto del TLCAN es que varios políticos canadienses llegaron a sostener que preferirían que su país dejara de pertenecer al mismo, ya que si no se logra que Estados Unidos respete los términos del acuerdo, no tiene ningún sentido formar parte de él. Y esto tomando en cuenta que nada menos que el 82 por ciento de las exportaciones canadienses van dirigidas a su vecino país.
Otro tema importante que se puso sobre la mesa es el del llamado “TLCAN Plus”, un intento de Estados Unidos para reforzar su seguridad, y en especial estableciendo mecanismos de regulación de la migración que incorpore a México y Canadá. Pero el “TLCAN Plus” no sólo abarca el ámbito de la movilidad de trabajadores, sino también el de los recursos naturales, como por ejemplo el petróleo y el agua. Por un lado, el TLCAN no permite que el agua sea exportada, pero por otro, durante las ultimas dos décadas Estados Unidos ha pretendido construir canales para llevar el agua desde el norte de Canadá hasta sus estados del centro-oeste.
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Paola Visca es analista de información en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología y Equidad – América Latina): www.integracionsur.com
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