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   Nº 196 - Setiembre 2005
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Comercio


Nº 196 - Setiembre 2005

Organización Mundial de Comercio

Industrias nacionales del Sur amenazadas

por Martin Khor

Los desafíos que enfrentan las industrias nacionales de países en desarrollo ponen de relieve la necesidad de coherencia entre las políticas comerciales e industriales. Sin embargo, las actuales negociaciones en la OMC sobre acceso a los mercados para los productos no agrícolas amenazan a esas empresas con el recorte de aranceles en todos los sectores a niveles muy bajos.

Los tratados comerciales amenazan industrias nacionales en todo el mundo en desarrollo. Una drástica reducción de aranceles de importación de productos manufacturados es inminente, a juzgar por la tendencia de las negociaciones en curso en la Organización Mundial de Comercio (OMC) sobre acceso a los mercados para los productos no agrícolas, que abarcan productos industriales y algunos subsectores, como la pesca.
La actual ronda de negociaciones debe terminar al final de 2006. La implementación de los compromisos se realizará en varios años, quizá cinco, en forma gradual. Una vez transcurrido ese período, los países en desarrollo podrían sufrir una inundación de importaciones baratas.
Esto puede ser una buena noticia para los consumidores, que gozarán de más opciones y precios más baratos, pero será un gran problema para las empresas nacionales, incapaces de competir con las multinacionales sin el escudo de los aranceles. Algunas cerrarán sus puertas y otras se reducirán, lo que significará despidos masivos. Los consumidores podrán beneficiarse de las importaciones más baratas y de mejor calidad, pero aquellos que pierdan su empleo y no puedan encontrar otro con igual remuneración carecerán de recursos para comprar esos productos.
Se ha argumentado que, si una industria no puede sobrevivir a la libre competencia, en especial después de años de protección, entonces no merece sobrevivir. En un mundo ideal, eso puede ser verdad. La industria o empresa ineficiente cierra, y sus recursos y trabajadores se transfieren a otras más eficientes, que puedan competir sin protección y beneficiar a la economía en su conjunto.
Sin embargo, en el mundo real es más probable que si la protección se elimina en todos los subsectores de manera repentina y drástica, entonces muchas industrias y empresas sean perjudicadas simultáneamente. La liberalización big bang, como se suele llamar, causará más daño que beneficio al sector industrial y a la economía en general.
Muchos países de África y América Latina cayeron víctimas de ese tipo de liberalización cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial les exigió que recortaran sus aranceles industriales como condición para obtener nuevos créditos durante la crisis de la deuda. Hasta ahora, las industrias nacionales no se han recuperado. La mayoría de los países asiáticos escaparon a esta liberalización forzada porque no estaban bajo control del FMI ni del Banco Mundial y lograron manejar su proceso de liberalización de manera más apropiada.
Los países miembros de la OMC tuvieron hasta ahora el derecho a elegir a qué niveles mantener sus aranceles consolidados -es decir, el nivel arancelario máximo que se comprometieron a no sobrepasar- en los distintos productos, y en qué medida recortarlos, si decidían hacerlo. Pero este espacio de libertad está llegando a su fin, porque las negociaciones de la OMC produjeron un entendimiento para que, por primera vez, los países en desarrollo reduzcan obligatoriamente sus aranceles en casi todos los productos.
La reducción se haría sometiendo los aranceles a la llamada “fórmula suiza”, que recortará los aranceles más altos en un porcentaje mayor. Se prevé que los recortes serán drásticos, pero cuán drásticos dependerá del coeficiente que se utilicen en la fórmula. El coeficiente representa el nivel arancelario máximo una vez realizada la reducción. Cuanto menor sea, mayores serán las reducciones.
Por ejemplo, Estados Unidos propuso un coeficiente de ocho. Esto haría que todos los aranceles consolidados que actualmente se sitúen en 60 por ciento se reduzcan a un valor entre siete y ocho por ciento. Los aranceles vigentes de 23 a 60 por ciento caerán a un porcentaje entre seis y siete por ciento, y los situados entre ocho y 23 por ciento bajarán a un porcentaje entre cinco y seis por ciento.
Muchos países han consolidado sólo algunos de sus aranceles, y hasta ahora han sido libres de determinar a qué nivel fijar los aranceles para los productos “no consolidados”. En general, se trata de productos sensibles, que requieren protección arancelaria. Pero los países industrializados propusieron que todos los aranceles no consolidados se consoliden, mediante un método de cálculo que los reduciría drásticamente. Por lo tanto, los productos industriales nacionales sensibles también serán sometidos a recortes radicales.
Según un marco de principios de reducción arancelaria adoptado por los miembros de la OMC en julio de 2004, los países en desarrollo gozan de ciertas excepciones en cuanto a la consolidación de aranceles no consolidados y a la fórmula de recortes arancelarios en general. Pero las excepciones sólo abarcan entre cinco y 10 por ciento de los productos y sólo comprenden entre cinco y 10 por ciento del valor total de las importaciones del país. Además, los países industrializados propusieron reducir todavía más o eliminar del todo este pequeño grado de flexibilidad.
Si las propuestas de los países industrializados prosperan en la OMC será el fin de muchas industrias en muchos países en desarrollo. Es cierto que para muchas empresas industriales extranjeras todavía será rentable funcionar en países en desarrollo, pero la inversión extranjera disponible es limitada, y esas empresas sólo pueden emplear a una pequeña parte de la fuerza de trabajo industrial. Además, las empresas extranjeras prefieren cada vez más instalarse o reinstalarse en países con mano de obra barata, como China y Vietnam.
Por lo tanto, el desarrollo industrial depende principalmente de industrias y empresas nacionales. Y la historia de Estados Unidos, Europa y Japón demuestra que sus industrias crecieron bajo la protección de altos aranceles para impedir la entrada de importaciones baratas que las habrían arruinado. Sólo cuando sus industrias se volvieron competitivas, esos países redujeron sus aranceles industriales. Y esos países ricos todavía protegen a sectores ineficientes (textiles, agricultura) con altos aranceles.
Ahora que alcanzaron un alto desarrollo industrial, los países ricos dicen a los menos avanzados que deben abatir sus aranceles a niveles muy bajos, con el argumento de que la competencia genera eficiencia. Sus presiones sobre los países en desarrollo en la OMC están muy avanzadas. Y los dueños de las industrias de estos países apenas son conscientes de los peligros que se ciernen en el horizonte.
Las conversaciones que la OMC reanudará en setiembre serán la última oportunidad para que los países en desarrollo se unan y presenten sus argumentos a favor de un cronograma más realista de reducción de aranceles, en lugar de la liberalización big bang, que sería el fin de muchas industrias nacionales.
El futuro del propio desarrollo industrial estará en juego en esas negociaciones, aunque pocos planificadores económicos, y menos aún líderes políticos, tengan conciencia de ello.




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