Nº 196 - Setiembre 2005
Organización Mundial de Comercio
Países en desarrollo deben prepararse para nuevas presiones
por
Martin Khor
Ante la falta de resultados de la reunión de la OMC finalizada el 29 de julio, cuando la organización reanude sus actividades en setiembre habrá negociaciones más intensas. Los países en desarrollo deben prepararse para recibir fuertes presiones de los países industrializados, dirigidas a abrir sus mercados.
El Consejo General de la Organización Mundial de Comercio (OMC) terminó su reunión de fines de julio en un ambiente de anticlímax y pesimismo general, porque no produjo ninguno de los preacuerdos previstos sobre cuestiones clave. Aunque a la reunión suelen asistir los embajadores, esta vez participaron varios ministros de Comercio (de Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, India y Hong Kong, entre otros), pero no fue mucho lo que pudieron hacer, porque era demasiado tarde para lograr algún tipo de acuerdo.
“La situación es decepcionante, pero no desastrosa”, declaró el director general saliente, Supachai Panitchpakdi, tratando de sacar la mejor conclusión posible de una mala situación. Sólo una semana antes, Supachai había intentado presionar a los miembros de la OMC para que llegaran a un acuerdo de último momento, advirtiendo que había presionado el botón de alarma y que las negociaciones estaban “en problemas”.
En realidad, no hay una crisis todavía, o al menos, no por ahora. Lo que la OMC busca es obtener acuerdos antes de la Conferencia Ministerial de Hong Kong, que se realizará a mediados de diciembre.
Según la tradición de la OMC, los acuerdos sólo se celebran en el último minuto, y en la propia Conferencia Ministerial. Pero en dos de las últimas tres conferencias (Seattle y Cancún), las diferencias entre los países se extendieron hasta el final y las negociaciones se derrumbaron frente a los medios de prensa mundiales.
Para evitar un nuevo fracaso, las autoridades de la OMC quisieron anticiparse más a la cita de Hong Kong, de modo que la firma de los acuerdos en la Conferencia Ministerial fuera meramente ceremonial.
Las últimas reuniones debían producir “primeras aproximaciones” hacia los textos de Hong Kong, pero no se logró ningún texto en materia de agricultura, aranceles industriales, servicios y trato especial para los países en desarrollo. Esto sólo significa que habrá más trabajo en los meses previos a la Conferencia Ministerial de Hong Kong.
Esta vez, al menos la culpa no recayó sobre los países del Sur. De hecho, el Grupo de los 20 (G-20) países en desarrollo fue elogiado por la Unión Europea y Estados Unidos por presentar proyectos sobre agricultura que fueron considerados “terreno medio”.
Los países en desarrollo pretenden que los industrializados recorten sus subsidios y sus aranceles agrícolas, para poder introducir sus propios productos agrícolas en los mercados del Norte. Pero los países industrializados, presionados por los grandes hacendados, no están dispuestos a hacer lo suficiente, y eso provocó la parálisis.
Sin embargo, los países ricos presionan a los pobres para que reduzcan drásticamente sus aranceles de importación a los productos industriales y abran sus servicios (banca, comercio minorista y mayorista, telecomunicaciones, energía, servicios legales y de arquitectura) a la inversión extranjera.
La mayoría de los países en desarrollo están alarmados por estas presiones, porque ya se han liberalizado y sus empresas apenas pueden competir con las extranjeras. Una mayor apertura significaría forzarlas al cierre.
Entonces, en las últimas conversaciones no se acordó una fórmula para recortar los aranceles. Tampoco hubo acuerdo sobre nuevos métodos (propuestos por la Unión Europea) a fin de que los países en desarrollo abrieran más sectores de servicios, utilizando “puntos de referencia”.
Con respecto a la facilitación del comercio, la mayoría de los países coincidieron en que hubo progresos. El crédito se lo llevó el embajador de Malasia ante la OMC, Muhamad Noor Yacob, quien preside el grupo de negociaciones sobre ese asunto.
Los países industrializados presionan a los más pobres para que faciliten sus importaciones y simplifiquen los trámites de los procedimientos comerciales. Por otra parte, los países en desarrollo arguyen que precisan ayuda para su modernización técnica, y que algunas normas son necesarias y por tanto no pueden ser eliminadas.
En cuanto al trato especial para los países en desarrollo, se presentaron 88 propuestas, pero casi no hubo progresos sobre la mayoría de ellas desde 2001. Un esfuerzo para finalizar sólo cinco propuestas relacionadas con los países más pobres también fracasó en las últimas conversaciones.
Dada la falta de resultados de la reunión finalizada el 29 de julio, lo más destacado fueron los discursos de despedida a Supachai, quien dejará la OMC para convertirse en el nuevo secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) a partir del 1 de setiembre.
La OMC tiene durante el mes de agosto su receso de verano. A partir de setiembre se acumularán intensas presiones sobre los países en desarrollo para que acepten recortar sus aranceles agrícolas e industriales de manera significativa, por lo tanto esos países precisarán habilidad y voluntad para realizar buenas negociaciones.
Como lo demostró la experiencia reciente de casi todos los países, cuando los aranceles a las importaciones se recortan muy rápida o drásticamente, se pone en peligro la porción del mercado e incluso la supervivencia de las empresas y los agricultores nacionales.
Lamentablemente, las empresas de los países en desarrollo ni siquiera conocen las negociaciones de la OMC y los efectos que pueden tener sobre ellas en el futuro. Por lo tanto, no están en condiciones de presionar a sus gobiernos. Los agricultores y conglomerados industriales de los países ricos, por el contrario, presionan tanto que prácticamente dirigen la política comercial de sus gobiernos.
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